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2. Versión Completa Formato PDF - Universidad de Chile

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Felipe Trigo : El médico rural<br />

Era un viejo con tipo <strong>de</strong> cretino, <strong>de</strong> nato criminal, que diría un a<strong>de</strong>pto <strong>de</strong> Lombroso al<br />

verle las orejas gran<strong>de</strong>s, inmensas, <strong>de</strong>spegadas, el pelo ralo y a mechones, los hondos ojos<br />

simiescos, las piernas en paréntesis y los brazos péndulos que le hacían llegar las manos<br />

más abajo <strong>de</strong> las corvas. Por su pequeña talla, su actitud y su expresión, parecía<br />

absolutamente un chimpancé vestido con el <strong>de</strong>secho sucio y roto <strong>de</strong> los más toscos<br />

campesinos <strong>de</strong> Palomas.<br />

-¡Qué hay! -volvió a inquirir el médico, ahora creyéndole un mendigo.<br />

-¡Jú! jú! -tornó a esbozar con una especie <strong>de</strong> risa, en su sonrisa, el extraño personaje; y<br />

acercándose a la puerta, murmulló-. ¡El maestro! ¡El maestro <strong>de</strong> escuela! ¡Jú, jú!<br />

-¡Ah, vamos! ¿Viene usted <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l maestro?... ¡Entre!<br />

-No, señor; el maestro... ¡Jú, jú! ¡Yo soy el maestro!<br />

La incredulidad, que levantó a Esteban <strong>de</strong> la silla, no le consentía sino contemplar al<br />

estrambótico sujeto, sin <strong>de</strong>cir una palabra.<br />

Y el buen hombre, tras un rato <strong>de</strong> mirar <strong>de</strong>sconfiado, que revolvíale los ojillos grises<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Esteban a los lados y hacia atrás, reafirmó tímidamente:<br />

-Yo soy el maestro... Vengo porque el señor Vicente Porras dice que qui'usté pasear.<br />

Había cesado su sonrisa.<br />

El médico, siempre observándole, renegaba <strong>de</strong> la mala suerte y la torpeza que<br />

moviéronle a tal invitación.<br />

Se había lucido. ¿De qué iba a hablar con un acompañante <strong>de</strong> este porte?... Eran las tres,<br />

y presentábasele con él la perspectiva <strong>de</strong> una tar<strong>de</strong> entera por el campo.<br />

-Bien -dijo-; vamos allá. ¿Y a dón<strong>de</strong>?<br />

-¡Aon<strong>de</strong> quiá usté...: a la <strong>de</strong>jesa!<br />

-A la <strong>de</strong>hesa.<br />

-O al puente <strong>de</strong>l Juncal; también es mu bonito.<br />

-O al puente <strong>de</strong>l Juncal. Pero...<br />

Ocurríasele llevar libros, pasar lo menos mal el tiempo en la lectura..., y al consi<strong>de</strong>rar<br />

<strong>de</strong> nuevo la traza <strong>de</strong>l maestro, dudó sinceramente que el propósito fuese por su parte<br />

realizable.<br />

El Autor <strong>de</strong> la Semana ©1996-2001 Programa <strong>de</strong> Informática- Facultad <strong>de</strong> Ciencias Sociales<br />

– <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> <strong>Chile</strong>. Edición y selección <strong>de</strong> textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

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