2. Versión Completa Formato PDF - Universidad de Chile
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Felipe Trigo : El médico rural<br />
hacíales olvidarse <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> la tierra. Cada pequeña cosa se les agrandaba en su ternura<br />
inmensamente. Nora, para halagarse y halagarles sus gustos ciudadanos, hacía el café en<br />
una rusa cafetera que ponía sobre las ascuas, por no tener alcohol pues todo se agotaba en<br />
un pueblo don<strong>de</strong> no había tiendas y al que sólo <strong>de</strong> fuera, y muy <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong>, podía<br />
traerse provisiones; luego lo servía en una mesita inglesa, con finísimo juego <strong>de</strong> tazas <strong>de</strong>l<br />
Japón, que en la sala figuraban como adorno, y con gran lujo <strong>de</strong> servilletitas. Jacinta,<br />
ansiosa <strong>de</strong> aumentarse ilusiones <strong>de</strong> nobleza en tan grata soledad, traía también búcaros <strong>de</strong><br />
flores contrahechas, y sentábase y tomaba su café hablándole a Esteban <strong>de</strong> Sevilla, <strong>de</strong> sus<br />
padres, <strong>de</strong> su época <strong>de</strong> novios, más feliz -mientras él fumaba y sonreía buscándose en la<br />
rubia belleza <strong>de</strong> ella y en el niño el <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong>l alma y <strong>de</strong> los ojos.<br />
-¡Sí, verás, acabaremos por vivir bien y muy contentos! -augurábale Jacinta, tan pronto<br />
como el niño, que ya corría, harto <strong>de</strong> jugar, dormíasele en la falda-. La mujer <strong>de</strong>l tío Boni<br />
me ha dicho que tal vez se vayan ellos a su huerta y nos puedan <strong>de</strong>jar la casa entera.<br />
Era el ensueño <strong>de</strong> ambos -una vivienda en don<strong>de</strong> aislar <strong>de</strong> extraños sus ternuras-.<br />
Prolongándose el encanto, cuando Nora y el pequeño se acostaban, ellos seguían <strong>de</strong> charlas<br />
hasta las doce, hasta la una, o jugaban a la brisca, o hacía labor Jacinta, y Esteban leía en<br />
voz alta los periódicos; pasábanse al fin por el cuarto <strong>de</strong> su hijo, le arropaban en la cuna, le<br />
besaban, le miraban, le adoraban... y unidos en gentil abrazo marchaban también a<br />
acostarse, casi llorando <strong>de</strong> mutua gratitud por la ventura que a fuerza <strong>de</strong> bondad y <strong>de</strong><br />
corazón íbanse tejiendo.<br />
VII<br />
Mas no quiso el <strong>de</strong>stino que ni tal menguada dicha les durase.<br />
Días aciagos volvieron para Esteban, colmados <strong>de</strong> crueldad. Estalló una epi<strong>de</strong>mia <strong>de</strong><br />
fiebres malignas, biliosas cuya térmica alcanzaba gran<strong>de</strong> altura, y <strong>de</strong> las cuales tenía seis<br />
atacados, y sus dos crónicos enfermos, a<strong>de</strong>más, el muchacho escrofuloso que pa<strong>de</strong>cía un<br />
glaucoma en el ojo izquierdo y la anciana que sufría <strong>de</strong>l corazón, agraváronse<br />
notablemente.<br />
El muchacho, <strong>de</strong> la noche a la mañana, se vio aquejado <strong>de</strong> agudísimos dolores que nada<br />
podía calmar, y pasábase las horas en un grito. Al principio, cuando llegó Esteban a<br />
Palomas, este enfermo tenía el ojo hinchado, duro y casi blanco; pero veía con él los bultos,<br />
como <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una niebla, y aun el chico iba a la escuela y jugaba por las calles; luego<br />
había ido abultándosele, poniéndosele sensible y adquiriendo un color <strong>de</strong> ámbar y una<br />
tensión alarmantísima. Sin embargo, su martirio databa <strong>de</strong> unos días: tanto se le inflamó,<br />
que no podía cerrar los párpados, y al lado <strong>de</strong> la niña, borrada en la confusión <strong>de</strong> aquella<br />
masa lamentable, iniciábase una ampolla <strong>de</strong> pus, un absceso que <strong>de</strong>jó al médico aterrado.<br />
No era especialista. Hacía falta operar, tal vez, o cuando menos medicinar con un<br />
acierto y con un completo conocimiento <strong>de</strong> que sus libros <strong>de</strong> estudio general no bastaban a<br />
El Autor <strong>de</strong> la Semana ©1996-2001 Programa <strong>de</strong> Informática- Facultad <strong>de</strong> Ciencias Sociales<br />
– <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> <strong>Chile</strong>. Edición y selección <strong>de</strong> textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
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