2. Versión Completa Formato PDF - Universidad de Chile
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Felipe Trigo : El médico rural<br />
Volvió a entrar luego con el niño, y la vista <strong>de</strong>, éste se le hizo insoportable, cual la <strong>de</strong><br />
un ángel que se hubiese <strong>de</strong> manchar en el horror <strong>de</strong> un asesino. Se levantó y cerró tras ellos<br />
el <strong>de</strong>spacho, quedando <strong>de</strong>ntro. Los rezos <strong>de</strong> Jacinta y Nora oyéronse otra vez más<br />
clamorosos.<br />
Noche <strong>de</strong> luto, días <strong>de</strong> luto los que fueron sucediéndose.<br />
Por la mañana supo Esteban que el tío Potes visitaba por su cuenta a dos nuevos<br />
enfermos.<br />
Sufrió en el corazón la puñalada.<br />
Se le <strong>de</strong>spreciaba. Se prescindía <strong>de</strong> él.<br />
Así empezaban a <strong>de</strong>spedirle <strong>de</strong> Palomas.<br />
Nubláronsele más los ojos y el alma, y le inundó una gran vergüenza, que le impidió<br />
<strong>de</strong>cirle tal noticia a su mujer.<br />
Ella apren<strong>de</strong>ríala por los extraños.<br />
Des<strong>de</strong> entonces se encerró con Jacinta en un silencio arisco para cuanto referíase a los<br />
enfermos, para cuanto pudiera referirse a su congoja, y Jacinta acabó por respetárselo.<br />
Apenas se hablaban ni se veían. Echado él <strong>de</strong> la casa por el dolor que a ella producíala<br />
su presencia; echado también <strong>de</strong>l pueblo por la humillación <strong>de</strong> su <strong>de</strong>rrota, que creía ver<br />
reflejarse en la <strong>de</strong>sconfiada resignación <strong>de</strong> sus enfermos, tan pronto como terminaba la<br />
visita cogía la escopeta y se iba al campo, lejos, muy lejos <strong>de</strong> Palomas, a pretexto <strong>de</strong> cazar.<br />
A la tercera tar<strong>de</strong> se cruzó en la plaza con un señor gordo, montado en un caballo.<br />
Román enteró a Esteban <strong>de</strong> que aquel señor era el médico <strong>de</strong> Orbaz, y <strong>de</strong> que había venido<br />
a visitar a tío Marín el Disparao, riquito que mangoneaba el partido liberal a medias con el<br />
cura; <strong>de</strong> paso había visto y habíase encargado <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más enfermos <strong>de</strong>l tío Potes.<br />
-Bueno, don Esteban, tos esos, al fin, son <strong>de</strong>l otro partío, y na tié particulá que llamen a<br />
ese médico, liberal también, y que ya osté sabe que nos estuvo visitando como anejo hasta<br />
hace poco. Lo malo, ¡coile! ¡Me caso en Ronda!... ¿Iba usté a ver a Rigodón?<br />
-Sí.<br />
-¡Pues no vaya! ¡Acaba <strong>de</strong> visitarle el médico <strong>de</strong> Orbaz!... No vaya a verle, ¿pa qué?<br />
Un frío <strong>de</strong> nieve recorríale a Esteban las entrañas.<br />
¿Pa qué?... Breve y monótona esta frase <strong>de</strong> la irritada buena fe <strong>de</strong>l barberillo, iba<br />
inconscientemente estrechándole, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> días atrás, en la noción <strong>de</strong> su fracaso.<br />
El Autor <strong>de</strong> la Semana ©1996-2001 Programa <strong>de</strong> Informática- Facultad <strong>de</strong> Ciencias Sociales<br />
– <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> <strong>Chile</strong>. Edición y selección <strong>de</strong> textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
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