IN VERSO - Issue VI - CSUN ScholarWorks - California State ...

IN VERSO - Ensayo - Marcela A. Damonte
comportamiento de los demás, no hacemos sino recalcar quienes somos. Paula Izquierdo dice a través de su protagonista “fui la que quisieron ... Ya no. Aquí
se borra el último trozo de Blanca fabricado con palabras ajenas.” (Izquierdo, 232). Las protagonistas se revelan ante los juicios morales y se exhiben en toda
su plenitud, buena o mala. ¿Quién ha de juzgar lo que es bueno y lo que es malo, lo que es aceptable y lo que no lo es? ¿Cuáles son las normas que indican
los niveles de gradación de aceptación? Estos planteamientos obligan a los lectores a mirar dentro de sí mismos para encontrar la respuesta. Todos y todas
podemos ofrecer respuestas diferentes y todas las respuestas tendrán validez por ser propias, genuinas y tan diversas y diferentes como son cada una de las
mujeres u hombres que deseen explorar este tema. Los planteamientos del ser no tienen género.
Las protagonistas de estas novelas reemplazan el ser conflictivo por el hacer. Martina se escapaba de sí misma al mantenerse “obediente y entregada a las
exigencias de mi [su] carrera” y dice, “mi descontrolado enigma interior buscaba su salida por la puerta trasera” (Beccaria, 13). Blanca, quien “había decidido
dedicarse a la fotografía” (Izquierdo, 24) por completo, con la ayuda de un socio capitalista, edita el primer ejemplar de su revista. La dedicación absoluta a sus
carreras les proporciona un medio de escape provisional. Sin embargo, queda claro ante el proceder de ambas mujeres, que cuando sus vidas personales
marchaban bien, el hacer pasaba a segundo plano. El hacer también era un sustituto temporal. Ambas mujeres son profesionales y de la clase media alta, lo
que les otorga los recursos y el apoyo necesario para tomar pausas, hacer ciertos planteos existenciales e indagar dentro de su ser.
La multiplicidad de experiencias femeninas y feministas creó sin duda una multiplicidad de teorías feministas que intentan explicar estas experiencias. Sin
embargo, se necesitan nuevas perspectivas teóricas que no sean tan elitistas y analicen los conflictos y contradicciones de otro sector del feminismo, la mujer
de la clase social baja, que sin duda no tiene ni los recursos ni el apoyo privilegiado, para detener el mundo de las responsabilidades o dependencias a las que
viven ligadas y emprender este proceso de auto-revelación que fue mencionado. Según el artículo, “Feminism and Theory: Theory and Experience”, las
diferentes teorías feministas no hacen sino reforzar la falta de igualdad entre mujeres que tienen diferente acceso a los conocimientos. Como dijo el
Dr. Bucay, los conocimientos y la realidad son la misma cosa cuando se trata de iniciar el proceso en el que el ser se completa mediante la evolución. Al
parecer, sin los conocimientos no existe este tipo de realidad iluminada, por lo tanto, se imposibilita la evolución.
La evolución es inminente cuando la vida es tan corta y obliga a vivir el momento con intensidad. Las protagonistas validan sus actos bajo el escudo del carpe
diem. “Su filosofía era la de ordeñar el momento” (Beccaria, 158), recuerda Martina y Blanca afirma: “la vida obliga, exige ser vivida” (Izquierdo, 149). El
concepto del carpe diem de Horacio recuerda que hay que gozar de este día ya que el mañana quizás no llegue. Este es un concepto muy visitado durante los
periódos modernistas que sin duda heredó el post-modernismo. Esta expresión se utiliza para no desaprovechar la ocasión propicia que nos brinda la vida de
gozar de una situación placentera teniendo en cuenta lo efímero de la existencia. (www.dhistoria.com). El tiempo representa una posible barrera que impide,
imposibilita, o bien, retrasa el encuentro con el amor, la felicidad o el sentido de la vida y Martina desearía “detener el reloj” (Beccaria, 85) ya que como dijo
Blanca, “el tiempo no espera” (Izquierdo, 31). Izquierdo dice “cuando se es joven, se piensa en el futuro, luego ya no se piensa más en él, porque se vive en él”
(Izquierdo, 31). El tiempo es perverso y se escurre de las manos como una mariposa en vuelo. Sólo queda la esperanza de encontrar un camino mejor y más
apetecible por donde transitar la vida. Irónicamente, el tiempo puede también a su vez acelerar o mejorar el proceso pero esta es una realización que los
personajes descubren al final.
El tiempo y el destino son conceptos relacionados. Al cuestionarse la fragilidad del tiempo ambos personajes asumen sus actos y su destino como entes
activos. Los personajes, como parte de su evolución, se cuestionan su conducta en relación a aquello que la sociedad ha determinado como prohibido o
inmoral. Los dos textos describen mujeres a las que le gustaba aquello “que era malo, pernicioso, deshonesto” (Beccaria, 38) y ambas lo aceptan como tal.
Ninguno de los personajes adopta el papel de víctima. Ninguno de los personajes culpa la conducta o el proceder del sexo opuesto. Martina, la niña, ante una
conversación con Damián - un hombre casado - dice, “Fidelidad. Pero eso es una tontería” (Beccaria, 54). Ambas se unen a hombres comprometidos y llevan
una doble vida. Según Blanca, era como “salir del circuito cerrado de una vida previsible” (Izquierdo, 187) y dice “¿Qué tiene que ver la consumación de un
deseo con la lealtad? (59) refiriéndose a su relación con Jaime. Buscaban desesperadamente el afecto en la forma de “besos, ternura y cariño” (Beccaria, 45)
para sentirse completas y unir sus identidades fragmentadas que convivían dentro de su mismo cuerpo. Izquierdo dice “cuánto obliga una caricia.” (59) o la
necesidad de una caricia atrasada y, desde ya, bien merecida.
El tema del sexo y el afecto expresado a través del sexo no tiene, en el contexto general de estas novelas, gran importancia más allá de la información práctica
para aquellos faltos de teoría y práctica erótica que deseen sazonar su vida sexual. Lola Beccaria lamenta que la lectura de su novela sea interpretada como
pornografía según su entrevista con la Revista Fusión. Ella clasifica su novela como “respetuosa, sensible, limpia, sincera y erótica”. (www.revistafusion.com)
Martina dice “Me entregué a un placer alucinante”. (Beccaria, 43) Estas novelas pueden describirse como novelas eróticas de fondo pero cabe aclarar que el
sexo no es su tema central. Martina describe el sexo como “un simulacro de vida afectiva, la representación teatral del amor basada en la mentira más
hermosa” (Beccaria, 85). De hecho, Elizabeth J. Ordóñez en su artículo titulado, “Multiplicidad y divergencia: voces femeninas en la novelística contemporánea
española”, describe una novela que intenta, a través del deseo femenino, “efectuar un escape del deseo masculino de dominación (Cixous). Una narradora
intenta comunicar la intimidad de su sujeto femenino, quien también es una escritora que trata de penetrar las dimensiones profundas de su cuerpo y alma.”
(Ordóñez, 235). Esto está claro cuando Martina describe la sensación de su propio cuerpo de mujer cuando dice “Damián ... me lamió el corazón ... y llegó un
momento en que yo ya no era yo, sino una lengua con la forma de mi cuerpo y cubierta de piel” (Beccaria, 64).
Ambas procuran encontrar su identidad en otro ser a través de sus diferentes relaciones con los hombres ya sean sus padres, amantes o esposos. Damián
quien “conseguía encender esa parte de mi identidad que yo mantenía a oscuras por propia supervivencia” (Beccaria, 49). El lograba que Martina se sintiera
como un “ser integral” (Beccaria, 62) mientras que Blanca luchaba contra un amor que la empujaba a la renuncia de sí misma y a vivir por mediación de otra
persona (www.elcultural.com). Sienten la necesidad de definirse a sí mismas en base a las victorias y derrotas amorosas que muy a menudo están fuera del
control de un individuo ya que requiere la participación de, por lo menos, dos individuos y por lo tanto es una batalla arriesgada. Damián es definido como “el
macho de la manada” y quien determina para ella “el significado de la palabra masculino y como contrapartida, mi [o su] condición femenina”. Con él, Damian,
“yo reuniría mis dos fragmentos en uno y podría ser por fin la persona entera” (Beccaria, 119). Se definen a sí mismas en base a los hombres no sólo en el
terreno emocional sino también en lo laboral. Martina, como Ministro del Interior, afirma que esta posición fue otorgada por herencia de su marido difunto y no
por mérito propio. Se ve constantemente acechada por la noción de mantener una pantalla masculina propia de su trabajo político y vive cuidándose de sus
cólegas y los medios. Blanca también compite con los hombres en su profesión y duda de que sus fotografías sean de la misma calidad y superioridad que las
de su novio Alberto, un fotógrafo famoso.
En plena búsqueda de sus identidades, emprenden la lucha por retomar el control de sus vidas. “Había algo para mí, en algún lugar desconocido, tal vez en
otra vida” (Beccaria, 82), dice Martina. Ambas mujeres tienen la sensación que la vida ya había tomado las decisiones por ellas. “Los hechos, casi siempre, se
habían adelantado a sus decisiones, como el destino, en un juego de demonios macabros, con la partida ganada de antemano, no nos permitiera ser dueños
de nuestros actos” (Izquierdo, 32). Ante la frustación existencial Martina dice, “La vida era un lugar absurdo, brusco e incompleto, en el cual la desigualdad
imperaba” (Beccaria, 117) y “me hundí en el pozo más siniestro” (161). Blanca se hunde en el mismo pozo de planteamientos existenciales que ella llama un
“sistema cerrado de vida” que la paraliza (Izquierdo, 13). Mientras que Blanca se aislaba en la soledad de su departamento y los efectos sedativos del alcohol,
Martina se entregaba a la pasión carnal. Ambas intentaban anestesiar el dolor de la soledad existencial que reinaba profundamente dentro de sus seres.
Estas lecturas conducen a una reflexión muy importante: “la mujer debe darse la oportunidad de practicar la desnudez” (Beccaria, 25). Al final de las obras, los
personajes descubren su nuevo ser ahora desposeído de cadenas emocionales, sociales y culturales. Martina dice: “Esa soy yo. … una superviviente para
comenzar a vivir con honor y amor a mí misma” (Beccaria, 208). Blanca elige la senda de un camino propio en el que “su sombra va agrandándose. Matando a
cada paso todo lo que era” (Izquierdo, 232). Ambas novelas expresan las necesidades vitales de las mujeres y los prejuicios a los que se atienen en su vivir
diario. Exploran la idea de mujeres que buscan desesperadamente encontrarse a sí mismas dentro del contexto de una multiplicidad de experiencias que sólo
caracterizan a la mujer y son expresadas por la pluma femenina sin coladores y con el discurso apropriado que pone fin a la invisibilidad. Estas obras también
conllevan a una introspección personal que a la vez puede ayudar a los lectores a asumir su propia desnudez y vulnerabilidad y emprender el camino de su
propia evolución con destino final a su realidad, cualquiera sea. Las autoras de estas obras le ofrecen al lector la posibilidad que abra la puerta de su celda
social, desate sus cadenas y, como dice Lola Beccaria, “amueble su mundo a su manera”. (204) El gran desafío estriba en ser una misma.
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“Hoy vas a ser la mujé
que te dé la gana de ser
http://www.csun.edu/inverso/Issues/Issue%206/Issue%206/Ensayo/Damonte.htm[9/19/2012 9:08:05 AM]