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PERSONAE<br />
VERSO CONVERSO<br />
Canta-autor cristiano<br />
Heriberto Galindo<br />
En una catástrofe, el llamado de Dios transformó su vida<br />
No era pastor ni teólogo ni evangelista,<br />
sino, por su contribución al mundo, Sir Isaac<br />
Newton era y será considerado uno de<br />
los mayores científicos de todos los tiempos.<br />
Se distinguió por su profunda reverencia a<br />
Dios y por su dedicación a la investigación<br />
científica.<br />
Ello confirma que los principios de la ciencia<br />
moderna surgieron en presencia de Dios.<br />
Albert Einstein lo afirma: La ciencia sin religión<br />
está tullida, la religión sin ciencia está<br />
ciega. Ello me da pie para explicar la vinculación<br />
que encuentro entre estos científicos y<br />
Heriberto Galindo, canta-autor radicado en<br />
Montreal, Canadá, hijo del destacado político<br />
Heriberto Galindo Quiñones.<br />
Su vida está dedicada al servicio de Cristo<br />
Jesús y a la difusión de su Evangelio a través<br />
de sus canciones.<br />
Cristianos estudiosos prevén que en este siglo<br />
la vida terrenal tomará rumbos distintos,<br />
como ocurrió con Heriberto Galindo cuando<br />
Dios Padre se le reveló aquel marzo de<br />
2006 a través de un ángel. Convertirse a la fe<br />
Cristiana le cambió la vida y lo marcó<br />
para siempre.<br />
Para él recibir y entender el mensaje de<br />
Dios, de forma poderosa y muy personal,<br />
le probó la verdad de la Palabra<br />
de Dios, escrita en lenguaje cálido,<br />
cautivador y fácil de entender.<br />
El testimonio<br />
La semilla del Señor fue sembrada<br />
cuando él tenía 11 años. Entonces, sus<br />
padres, me dice, lo conocieron y le entregaron<br />
sus vidas.<br />
Le llegó su etapa difícil, como la de la<br />
mayoría de los adolescentes, le atrajeron<br />
las tentaciones del mundo. Hizo<br />
a Dios a un lado. Experimentó banalidades<br />
y placeres vacíos de vida. Se<br />
acostumbró a ellos.<br />
Conoció a Fernanda cuando tenía<br />
19 años. Se hicieron novios. Ninguno<br />
estaba cerca de Dios. Tenían bases<br />
católicas pero no las practicaban. No<br />
eran significativas.<br />
Se casaron al año contra la opinión<br />
familiar. Nació su primera hija, María<br />
1 4 P E R S O N A E<br />
Fernanda, Feri, le dicen, la cual provocó un<br />
giro total en su vida y las de sus seres cercanos.<br />
Era el momento en el que tenían que<br />
tomar decisiones; hacer ajustes a su forma de<br />
vida individual y de pareja.<br />
La hermana de Heriberto, Manini, los invitó<br />
a visitar algunos sitios para festejar su boda.<br />
Deseaba pasar un fin de semana en una playa<br />
turística alejada de la capital. Fer estaba indecisa,<br />
tenía dudas. Finalmente accedió, porque<br />
podrían pasar juntos un tiempo alejados<br />
del DF ya que Feri quedaba al cuidado de la<br />
abuela paterna.<br />
La familia de un amigo de la infancia les prestó<br />
un departamento en el Centro de Acapulco.<br />
Apenas se instalaban sonó el celular de Heriberto.<br />
Amigos que no veían hacía tiempo los<br />
invitaban a parrandear.<br />
Fer se negó, estaba demasiado cansada.<br />
Pero tras la vigilia de Heriberto, sin reunirse<br />
en meses con sus amigos le dijo: ‘…Si quieres<br />
ve tú, un rato...’ Apenas terminaba Fer<br />
de decirlo cuando él ya estaba en la puerta<br />
despidiéndose.<br />
Tardó 45 minutos en llegar al lugar de la cita, al<br />
otro lado de la Bahía, más allá de Cumbres de<br />
Llano Largo, caracterizadas por su sinuosidad<br />
y belleza.<br />
Todos, amigos añejos, cercanos, de escuela e<br />
infancia. Pasaron rápido las horas. A las 4 de<br />
la madrugada Heriberto sintió que sus párpados<br />
querían cerrarse. Logró salir con tres<br />
de ellos.<br />
El cansancio por conducir desde la Ciudad de<br />
México, el calor, el silencio nocturno, hicieron<br />
su efecto: luchaba pero se adormecía, sus<br />
párpados se rindieron, a la altura de Las Brisas,<br />
su cabeza cayó sobre el volante.<br />
Fer, a pesar de su cansancio dormitaba intranquila<br />
por la tardanza de Heriberto. Ella<br />
misma cuenta que, de pronto, algo la despertó.<br />
Antes ambos decían algo, ahora saben<br />
quien la despertó. Vibró su celular. Nerviosa,<br />
vio la carátula, la llamada provenía del celular<br />
de Heriberto. Sólo lo escuchó quejándose,<br />
diciendo que no sabía dónde estaba; que le<br />
dolía mucho el estómago.<br />
‘¿Pero donde estás? ¿Estás bien?’, preguntaba<br />
Fer, pero Heriberto había perdido<br />
el sentido.<br />
¡Un muerto y cuatro heridos!, era la<br />
cabeza principal de los diarios locales<br />
aquella mañana. Heriberto recuerda<br />
sólo girones del suceso. Su inconsciente<br />
oculta mucho de lo ocurrido.<br />
Recuerda el fortísimo impacto que lo<br />
despertó; el polvo blanco que despedía<br />
la bolsa de aire que lo ahogaba. El<br />
dolor indescriptible en su estómago y<br />
la incertidumbre extrema.<br />
Fer intentó fallidamente comunicarse<br />
con Heriberto. Lo logró cuando<br />
un taxista se detuvo a auxiliar a los<br />
heridos. Escuchó el tono del celular<br />
y contestó. No habló del accidente,<br />
mucho menos de que Heriberto<br />
estaba mal herido. Sin embargo, Fer<br />
dedujo el por qué de su malestar después<br />
de su brevísimo llamado: lo más<br />
probable es que se encuentra intoxicado<br />
en la calle por alguna extraña<br />
razón, se dijo más para consolarse<br />
que creyéndolo.