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Si logras visualizarte en tu erotismo individual<br />
de mujer, abres ante ti la misma posibilidad de<br />
realizarte creativamente, de manera inédita, a<br />
pesar de los obstáculos que se te presenten<br />
por la educación limitante, condicionante y repetitiva<br />
que recibiste.<br />
Deseo, sexo y provocación te conducen a tu<br />
erotismo de mujer porque al ser aceptarte<br />
como tal en esencia, te abres a nuevas posibilidades,<br />
pues ahora entiendes que al llegar al<br />
mundo, tu erotismo estaba encubierto por la<br />
inocencia de bebé.<br />
¿Te has dado cuenta de que el erotismo es, se<br />
vive, se desarrolla, evoluciona y crea? ¿Dónde<br />
se manifiesta el erotismo? ¡En ti! Pero debes,<br />
primero, aceptarlo en tu vida y concienciar lo<br />
que es. Y que se desarrolla y crea a través de<br />
ti o se trunca, se transforma en amargura, resentimiento,<br />
minusvalía, en sueño fugaz o en<br />
un “no es para mí”.<br />
Todas las mujeres tenemos la semilla del erotismo.<br />
Aunque, a medida de que nos vamos<br />
haciendo adultas, las presiones sociales, familiares<br />
y religiosas truncan de muchas formas<br />
nuestro erotismo, lo vuelven inaccesible<br />
para la gran mayoría de las mujeres que,<br />
por supuesto, desean vivir en plenitud el sexo<br />
lleno de placer y orgasmos reales, no fingidos.<br />
Confundidas, les gusta provocar deseo y admiración,<br />
pero fracasan porque han olvidado,<br />
o ni siquiera saben que tienen el poder de<br />
provocar su propio erotismo. ¿Cómo?: al vestirse,<br />
al bañarse, al conducir su automóvil, al<br />
conversar con una amiga o con un hombre, al<br />
hacer la tarea con sus hijos, al dormir, al desvestirse,<br />
al leer, al soñar.<br />
Y no estoy hablando de sueños guajiros. Si<br />
aceptas el erotismo como parte tuya, no caerás<br />
en conductas obsesivas de “querer ser<br />
erótica a como dé lugar” lo cual, en vez de<br />
brindarte libertad y bienestar, te provocará sufrimiento<br />
y sometimiento.<br />
Ahora bien, en tu infancia, tu erotismo sigue<br />
evolucionando de manera natural cuando vas<br />
creando tu imagen. Por ejemplo: imitaste a tu<br />
mamá en su arreglo con labiales, perfumes o<br />
usaste sus zapatos.<br />
Respecto a tu adolescencia, el aspecto más<br />
importante es que te desapegaste de todo lo<br />
impuesto por tu mamá y tu abuela básicamente,<br />
defendiste tu propia imagen a través de la<br />
forma de vestir; tu corte de pelo; tu maquillaje,<br />
tu estilo de música, amigas, etcétera (es aquí,<br />
en la adolescencia, que se despierta el erotismo<br />
de las mujeres en uno de sus picos más altos).<br />
En tu juventud, hasta alrededor de los 30 más<br />
menos, estableces tu erotismo individual. Es<br />
decir, ya no tiene nada que ver con el de tus<br />
amigas ni con el de otras mujeres. Es tu tiempo,<br />
en él te reafirmas como mujer erótica en<br />
base a tus experiencias de vida.<br />
Como mujer adulta, si has vivido un erotismo<br />
pleno, seguro y confiable para ti misma, estás<br />
en el clímax y de ti dependerá seguir manteniéndolo<br />
vivo y llegar a consolidarlo como una<br />
forma de vida que te brinde plenitud constante<br />
en todos los aspectos de tu vida pues ya eres<br />
libre y auténtica.<br />
Luego, en la plenitud de tu vida, con tus hilos<br />
de plata, es importante crear la leyenda<br />
acerca de la mujer erótica, viviente, la cual ha<br />
sido y es ampliamente comentada y señalada<br />
como una mujer inolvidable que se manifestó,<br />
se manifiesta y se seguirá manifestando sin<br />
tiempo ni medida provocando todo el erotismo<br />
y lo que conlleva una mujer así.<br />
Jaqueline Machado Garduño<br />
Psicóloga c-ha-p@hotmail.com<br />
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