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El Viejo Rosal- Cuento letra grande.pdf - Escritores Teocráticos.net

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<strong>El</strong> viejo <strong>Rosal</strong> Silvia Espiño<br />

______________________________________<br />

La partida de su hijo destrozó a Catalina, no quería separarse de él, cinco<br />

años era demasiado tiempo, pero no había nada que hacer, era una<br />

decisión tomada. <strong>El</strong> muchacho se marchó al tiempo previsto, y con él la<br />

alegría de Catalina. Ya no sonreía, ni prestaba atención a su hija. Carolina<br />

resintió la falta de atención de su madre y fue creciendo sola e<br />

independiente. La falta de Juan Ignacio y la conducta de su hija la tenían<br />

tan enferma que dejó de cuidar el jardín y de sus rosas, al punto que uno a<br />

uno fueron muriendo, menos el primero que plantó en el jardín, éste se<br />

mantenía fiel, ese rosal estaba unido a la familia.<br />

Mientras que en Inglaterra Juan Ignacio era un alumno distinguido y<br />

excelente deportista, Carolina parecía solo dar dolores de cabeza a su<br />

padre, quería ser artista. Dibujaba y pintaba maravillosamente, pero<br />

aquellos días de tanta soledad en su cuarto, le forjaron una imaginación<br />

frondosa y lo que más le atraía era el teatro, quería ser actriz, cosa<br />

impensada en una niña de sociedad, bien educada.<br />

Faltando un año de lo previsto para que volviera Juan Ignacio, ese mes de<br />

octubre, el viejo rosal explotó prematuramente, dando las rosas más bellas<br />

que jamás hubiera dado. Catalina pensó que algo sucedería, esa ilusión la<br />

animó un tanto, le devolvió la sonrisa perdida, y no se equivocó. Una<br />

mañana a comienzos de noviembre, alguien se acercó a la casa, se asomó<br />

por la ventana viendo cómo se marchaba un sulky, le extraño mucho pues<br />

era el de Don Ramiro, que siempre estaba en la estación de tren esperando<br />

pasajeros… Bajó corriendo las escaleras y al llegar a la sala, vio de espaldas<br />

a un joven alto, delgado pero fuerte, su instinto de madre le dijo que era su<br />

muchacho, pero no podía creer que había crecido tanto, ya era un<br />

hombre….<br />

Al sentir a su madre el joven se dio vuelta y corrió a sus brazos, ella lloraba<br />

y reía, lo miraba, lo besaba, ¡¡¡Era tan <strong>grande</strong> su emoción!!!<br />

Por fin volvió a reír, después de cuatro años.<br />

¡Otra vez juntos!<br />

¡<strong>El</strong> nuevo siglo los encontraba juntos!<br />

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