El Viejo Rosal- Cuento letra grande.pdf - Escritores Teocráticos.net
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<strong>El</strong> viejo <strong>Rosal</strong> Silvia Espiño<br />
______________________________________<br />
IX<br />
ELENITA<br />
Llegando a este punto del relato de la tía <strong>El</strong>ena, Nacho quedó impactado.<br />
No sabía, que el alejamiento de su familia, se debía a la dureza e<br />
intransigencia de su propio padre. Tampoco le contó su padre, que fue<br />
gracias a su tío que salvó la vida. Sintió una mezcla de rabia y tristeza se<br />
sintió en deuda, no podría agradecerle personalmente al tío Henry, había<br />
fallecido en 1998.<br />
Aún quedaban algunas cosas por saber, como por ejemplo la tía Lucía, qué<br />
fue de su vida y la tía <strong>El</strong>ena, aún no había contado nada de sí misma en<br />
todo el relato…<br />
Lucía vivió hasta los 90 años como una sierva fiel de Dios, en la provincia<br />
de Santa Fe, si bien no tuvo hijos propios, sí llegó a tener muchos hijos<br />
espirituales a lo largo de su vida cristiana.<br />
Antes de contarle sobre sí misma, <strong>El</strong>ena le preguntó a Nacho si sabía que<br />
en la familia había varios Testigos de Jehová. Él, le respondió que muchos<br />
de esos detalles no estaban todavía claros en su cabeza, pues en su casa<br />
siempre que se hablaba de las tías y de la abuela decían que estaban locas,<br />
sus padres evitaban hablar de la familia, y al haberse ido tan joven a<br />
España, muchas cosas quedaron sin responder.<br />
<strong>El</strong>enita pasó varias horas contando la historia familiar, sin darse cuenta, la<br />
noche había caído sobre la casa del rosal. La anciana se acomodó en su<br />
sillón, encendió la luz de la lámpara, y como si recién empezara, continuó<br />
con el relato, que transcribiré tal cual ella lo contó:<br />
” Cuando nos llegó la carta junto con el libro, de tía Carolina, fue en 1937,<br />
no sólo se destaparon los ojos de Lucía. Aunque yo tenía apenas 12 años,<br />
comprendí que allí había algo más que un libro religioso. ¡Supe también,<br />
como Lucía, que era la verdad! Como era muy chica no podía enfrentar a mi<br />
padre, eran otros tiempos, debíamos ser respetuosos, pacientes y calcular<br />
bien los movimientos por la paz familiar. En ese tiempo estudiaba en<br />
capital, en la Escuela de Bellas Artes y Lucía era maestra allí. Papá no<br />
sospechaba que esos días en que llegábamos más tarde que de costumbre,<br />
era porque íbamos a las reuniones cristianas. Los domingos, cuando salía a<br />
predicar, me llevaba un block de hojas para que al terminar la actividad,<br />
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