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Ilusiones índice - Planeta Azul

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Su cabeza descansaba sobre la palanca de bomba de mano de gasolina, en<br />

el extremo inferior derecho del tablero de instrumentos, y pensé que si se<br />

hubiera ceñido el correaje no habría sido arrojado hacia delante de esa<br />

manera.<br />

- ¡ Don ! ¿Estás bien?<br />

¡ Qué necedad !<br />

Abrió los ojos y sonrió. Tenía el rostro humedecido por las salpicaduras de<br />

su propia sangre.<br />

- ¿ Qué te parece Richard ?<br />

Me produjo un inmenso alivio el oírle hablar. Si podía hablar, si podía<br />

pensar, se salvaría.<br />

- Si no te conociera tan bien, diría que estás en un aprieto.<br />

Sólo su cabeza se movió, apenas unos milímetros y de pronto me sentí<br />

nuevamente asustado, más por su quietud que por la confusión y la<br />

sangre.<br />

- No sabía que tenías enemigos.<br />

- No los tengo. Ha sido... un amigo. Es mejor evitar... que un fanático lleno<br />

de odio se complique... la vida ...asesinándome.<br />

La sangre chorreaba por el asiento y por los paneles laterales de la<br />

carlinga. Habría que trabajar a fondo para limpiar el Travel Air, aunque el<br />

avión en sí no estaba dañado.<br />

- ¿ Tenía que ocurrir, Don ?<br />

- No...- respondió con voz desfalleciente, casi sin respirar -. Pero creo... que<br />

me gusta dramatizar...<br />

- ¡ Bueno, manos a la obra ! ¡ Cúrate sólo ! ¡ Tendremos que volar mucho,<br />

con toda la multitud que se avecina !<br />

Pero mientras bromeaba con él, y a pesar de todo lo que sabía y<br />

comprendía acerca de la realidad, mi amigo Donald Shimoda terminó de<br />

doblarse, recorriendo los pocos centímetros que lo separaban de la palanca<br />

de la bomba de mano, y murió.<br />

Oí un rugido, el mundo se ladeó, y resbalé por el costado del fuselaje roto<br />

hasta la hierba húmeda, roja. Me pareció que el peso del manual que<br />

llevaba metido en el bolsillo me hacía caer de lado, y cuando dí contra el<br />

suelo se desprendió y el viento agitó lentamente las hojas.<br />

Lo recogí torpemente. ¿ así termina ?, pensé. Todo lo que dice un maestro<br />

no es más que palabrería que no basta para salvarle del primer ataque de<br />

un perro rabioso en un campo roturado ?

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