Nº 37 - De la Palabra
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La Avispa <strong>Nº</strong> <strong>37</strong> - Mar del P<strong>la</strong>ta - Argentina<br />
34<br />
Cine y TV<br />
Cine coreano en DVD<br />
Dos o tres cosas que sé de él<br />
Mezc<strong>la</strong> de géneros, obsesión por lo inesperado, violencia salvaje y sabiduría búdica: una nueva antropología imaginaria<br />
desde un subcontinente portador de algo más que autos y electrodomésticos. Lo siguiente es una mirada al<br />
sesgo, fuera del circuito porteño del festival independiente, de lo –poco– que nos dejan ver en Mar del P<strong>la</strong>ta de <strong>la</strong><br />
reciente filmografía coreana.<br />
Kim Ki-duk o los gritos del silencio. Todo empezó<br />
cuando se estrenó comercialmente el primer <strong>la</strong>rgo<br />
coreano en Argentina. Fue Camino a casa (2003)<br />
de <strong>la</strong> directora Lee Jung-hyang, el encuentro obligado<br />
entre una abue<strong>la</strong> sordomuda y campesina y<br />
su nieto urbano adicto a los game boy, casi un cuento<br />
de hadas neorrealista, con una anciana actriz que<br />
no lo era: al uso del viejo cine italiano de posguerra,<br />
se trató de una auténtica montañesa sin experiencia<br />
previa, y <strong>la</strong> conmovedora, intimista re<strong>la</strong>ción<br />
entre dos universos disímiles l<strong>la</strong>mados a repelerse,<br />
pero que logran casi sin pa<strong>la</strong>bras comunicarse<br />
a través del afecto. Luego descubrimos a Kim<br />
Ki-duk, y <strong>la</strong> constante de <strong>la</strong> fricción de realidades<br />
opuestas y coetáneas, normalmente del país civilizado,<br />
sin embargo henchido de violencia instintiva<br />
y sed de venganza, y <strong>la</strong> inmanencia de un pequeño<br />
p<strong>la</strong>neta silencioso, afectivo y sabio, que espera su<br />
momento y lugar, dicho de otro modo el amor puro<br />
contra el embate del odio más e<strong>la</strong>borado y, sospechamos,<br />
ancestral. Se l<strong>la</strong>mó Primavera, verano,<br />
otoño, invierno y otra vez primavera (2003) y reunía<br />
sexo iniciático, meditación, filosofía, redentorismo<br />
y hasta una oblicuidad policial en <strong>la</strong><br />
simbólica naturaleza agreste que contiene y representa<br />
a sus criaturas.<br />
Duk nos deparó Hierro-3 (3-Iron o Bin-jip, en<br />
coreano) hace unos meses, aunque data del 2004.<br />
El cineasta ape<strong>la</strong> a objetos de sentido múltiple para<br />
rodearlos de una historia. En El arco (Hwal, 2005)<br />
lo hará mediante el instrumento que sirve de arma<br />
en <strong>la</strong> caza, y a su turno implica el violín, y <strong>la</strong> tensión,<br />
diría Heráclito, de <strong>la</strong> cuerda tanto como del<br />
argumento, amenaza y armonía de los contrarios.<br />
Hierro-3 significa el palo de golf, que aquí nunca<br />
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se utiliza deportivamente sino para probar puntería<br />
en b<strong>la</strong>ncos humanos, pues los personajes se agreden<br />
b<strong>la</strong>ndiendo el hierro y atizándose pelotas. <strong>De</strong><br />
nuevo, Duk elige una estética del silencio. El Muchacho<br />
es un okupa original: se mete en casas provisoriamente<br />
vacías, come, se baña y repara los aparatos<br />
eléctricos, no roba nada y se va sin dejar rastro.<br />
Hasta que hal<strong>la</strong> a <strong>la</strong> Chica, maltratada por un<br />
marido golpeador e irascible y su bolsa de golfista,<br />
y empiezan ambos un romance trashumante, casto<br />
al principio y siempre sin hab<strong>la</strong>rse. A su paso, cada<br />
inmueble en que se posan muestra el mismo fracaso<br />
–matrimonios desavenidos en permanente, o<br />
inmediata, trifulca, más un policía corrupto, un tipo<br />
que boxea al Muchacho mientras duerme, y<br />
trascartón, el esposo de <strong>la</strong> Chica, que sólo sueña <strong>la</strong><br />
vendeta contra el seductor. <strong>De</strong>trás de <strong>la</strong> próspera<br />
burguesía pro-occidental cambia máscaras <strong>la</strong> misma<br />
crueldad primaria de antes de <strong>la</strong> opulencia. El<br />
mudo joven que anda en una moto p<strong>la</strong>tinada como<br />
un caballero andante sin armadura es el irónico<br />
héroe que rompe <strong>la</strong> convención propietaria en varias<br />
direcciones: amante no posesivo, víctima voluntariamente<br />
indefensa y usuario del éxito consumista<br />
ajeno por un breve <strong>la</strong>pso sin reivindicaciones. A <strong>la</strong><br />
coreana: contar una fábu<strong>la</strong> de amor privada e impredecible<br />
y, sin retórica, pintar una sociedad egoísta<br />
y hostil.<br />
Park Chan-wook y el vengador imposible.<br />
Oldboy (2003), segundo opus de <strong>la</strong> trilogy of<br />
revenge de Park Chan-wook es el más complejo<br />
de un trípode temático –los otros, Sympathy for Mr.<br />
Vengeance (2002) y Sympathy for Lady Vengeance<br />
(2005)–, casi una metafísica de <strong>la</strong> venganza. Si Mr.<br />
Grupo de<strong>la</strong>pa<strong>la</strong>bra