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núm 514 - Revista Acofar

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El Siglo XVII trajo la declaración de Arte<br />

Científico a la farmacia, dejando de ser<br />

gremio menor aunque el boticario no<br />

podrá acceder a la nobleza al no quedar<br />

clara la limpieza de su oficio por ser<br />

manual así mismo destacamos que en<br />

España aún coleaban las prácticas galenistas<br />

en medicina como la purgas y<br />

sangrías que tanto debilitaban aunque,<br />

con el tiempo, la agresiva polifarmacia<br />

galenista, y debido precisamente a su<br />

ineficacia, se abandona definitivamente<br />

y comienzan a aparecer los monofármacos<br />

basados en el saber de Paracelso,<br />

olvidando de una vez la extensas<br />

mezclas de plantas.<br />

El ejercicio de la farmacia continúa y<br />

se introduce la química en el medicamento;<br />

comienzan a usarse sustancias<br />

minerales como Creta alba (carbonato<br />

cálcico), Nitrum purificatum (Nitrato potásico),<br />

Sal ammoniacum (Sal de amoníaco)<br />

y Tucia (öxido de zinc), todo ello<br />

preparado en alambiques, morteros,<br />

baños, crisoles, filtros, embudos, matraces,<br />

prensas, pildoreros, albarelos y,<br />

como no, pesas y medidas.<br />

Del siglo XVIII destacamos que en 1766<br />

el Real Colegio de Boticarios sale en<br />

defensa de su función profesional y<br />

consigue prohibir la venta en los herbolarios<br />

de purgantes drásticos y abortivos<br />

como coloquintida, el turbit y la sabina<br />

entre otros, Parece que son años<br />

favorables para la farmacia española<br />

puesto que Carlos IV en 1799 creará la<br />

Junta Superior Gubernativa de Farmacia<br />

con intereses muy favorables para<br />

la profesión.<br />

El siglo siguiente, el XIX, el Colegio de<br />

San Fernando de Madrid comienza a<br />

impartir docencia, saliendo del mismo<br />

los primeros Licenciados en Farmacia<br />

y Bachilleres en Química, que son los<br />

primeros títulos oficiales de Química en<br />

España. Pocos años después Fernando<br />

VII otorga a la clase farmacéutica<br />

el Privilegio de Facultad Científica y se<br />

abre una suscripción popular entre todos<br />

los farmacéuticos para costear un<br />

edificio que albergue dignamente la Escuela<br />

de San Fernando. En una acción<br />

sin precedentes los farmacéuticos costean<br />

su propia Universidad, inaugurada<br />

en 1830.<br />

En 1855 aparece la Ley General de<br />

Sanidad por la que “sólo los farmacéuticos<br />

autorizados podrán expender en<br />

sus boticas medicamentos simples o<br />

compuestos no pudiendo hacerlo sin<br />

receta de facultativo de aquellos que<br />

por su naturaleza lo exijan”.<br />

Se prohíben la venta de los medicamentos<br />

secretos aunque todo esto no<br />

se cumplirá hasta 100 años después.<br />

En 1860 se publican la Ordenanzas de<br />

Farmacia, tal vez la mejor de las Leyes<br />

que hemos tenido en la farmacia pues<br />

muchos de sus artículos continúan vigentes<br />

hoy en día. Todo parecía ir bien<br />

hasta que un decreto de 1894 autoriza<br />

la venta de aguas medicinales y medicamentos<br />

específicos fuera de las farmacias<br />

en “depósitos autorizados”. La<br />

consiguiente protesta de los boticarios<br />

se saldó con bajadas de sueldo y más<br />

impuestos.<br />

Nos plantamos en el siglo XX con la<br />

fórmula magistral como protagonista,<br />

el Reglamento de Elaboración y Venta<br />

permitía a un farmacéutico con farmacia-laboratorio<br />

vender medicamentos<br />

“específicos” de composición secreta<br />

al por menor al público y al por mayor<br />

a los demás farmacéuticos. El intrusismo<br />

se va adueñando de la venta de<br />

medicamentos por personas ajenas a<br />

la profesión. Todo el mundo era capaz<br />

de elaborar un fármaco y venderlo y así<br />

dentistas, oculistas, médicos y drogueros<br />

curaban multitud de enfermedades<br />

con fármacos de su invención a los<br />

que no les faltaba la oportuna y agresiva<br />

publicidad.<br />

Se considera el principio del Siglo XX<br />

la época más desvalida, decadente y<br />

desmoralizada de la profesión, con indefinición<br />

de identidad y competencias<br />

y poco contrapeso por parte de Facultades,<br />

Academias y Colegios profesionales.<br />

Aparecen los fármacos específicos extranjeros<br />

y la profesión se divide entre<br />

los ortodoxos que repudian los fárma-<br />

cos específicos y los que no. De esta<br />

lucha salieron beneficiados los drogueros<br />

que empezaron a vender específicos<br />

basándose en que las farmacias<br />

no querían venderlos.<br />

El comienzo del siglo XX fue la época<br />

de los específicos de fórmula secreta,<br />

sin registro sanitario, sin ningún control,<br />

con publicidad rayana en la charlatanería<br />

y con gran escándalo de los farmacéuticos<br />

ante tal “invasión”.<br />

El específico da paso a la Especialidad<br />

farmacéutica a partir de la publicación<br />

del Reglamento de fabricación y Venta<br />

en la legislación de 1919, aunque este<br />

avance se verá entorpecido cuando<br />

Primo de Rivera en 1923 autoriza la<br />

venta de medicamentos en droguerías<br />

y otros establecimientos provocando<br />

otra vez el total desbarajuste. De nuevo<br />

cada cual vende lo que quiere.<br />

Esta situación se mantuvo hasta que<br />

el farmacéutico José Giral, Ministro de<br />

Marina de la II República promueve la<br />

aplicación de la ley por la que los medicamentos<br />

sólo se pueden dispensar<br />

en las farmacias.<br />

En 1941 se aprueban las disposiciones<br />

reguladoras para la apertura de<br />

farmacia que promueven la apertura<br />

en pueblos ya que el continuo traslado<br />

a la capital está dejando demasiadas<br />

poblaciones sin farmacia y todo ello<br />

ocurre con el gran auge de los laboratorios<br />

farmacéuticos que comienzan a<br />

elaborar Especialidades una vez acaba<br />

la guerra civil.<br />

Quizás sea ahora el momento de reflexionar,<br />

el momento de analizar errores<br />

del pasado para no repetirlos, el<br />

momento de pensar que el derrotismo<br />

e inmovilismo nunca fueron buena<br />

mezcla. •<br />

Martín Muñoz Méndez<br />

Presidente de la Asociación<br />

Española de Farmacéuticos<br />

Formulistas (AEFF)<br />

revistaacofar. diciembre 2011. <strong>núm</strong>. <strong>514</strong> productos químicos<br />

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