Leer fragmento - Txalaparta.com

el cuerpo se hubiera hundido en el cálido surtidor
de la ballena, que envolvía y acariciaba con sus dulces
chorros.
En ocasiones, a Nau le parecía que volaba muy
alto sobre la superficie de la tierra y las nubes,
blandas y luminosas, la transportaban persiguiendo
el viento. Pero, junto con esta percepción, iba
creciendo otra: el deseo de fundirse con el hombre
en un solo ser. Aquel deseo era tan fuerte que a
Nau le causaba dolor. A veces el dolor la llenaba
toda por dentro, tratando de escapar fuera, pero no
encontraba una salida.
Nau sentía deseos de gritar a causa de los gemidos
que pugnaban por escapar de ella, pero no sabía...
aún no sabía que en eso consistía la felicidad
suprema de la mujer, de la que nace la canción, la
ternura y una nueva vida...
Nau oía el ruido del surtidor de la ballena, que hacía
estallar el aire sobre las olas marinas... “R-r-r-e-u”
le pareció oír.
– Reu, Reu, Reu –pronunció varias veces y abrió
los ojos.
El rostro de Reu estaba muy cerca y sus enormes
ojos negros la atraparon, sumergiéndola en una negrura
titilante y ardiente.
Ahora Nau no sentía alarma o temor. Se convencía,
una y otra vez, de que eso era lo único que le faltaba,
que ella esperaba precisamente aquello. Sólo
que no había imaginado que le llegaría en la forma
de un hombre salido de una ballena.
Y de repente, fue como si un candente rayo de
sol le atravesara todo el cuerpo. Y su primer pensamiento
fue: ¿acaso el dolor puede ser alegría? Y al
momento, llegó la respuesta: sí, el dolor puede ser
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