Una madrugada de peregrinación

EL MUNDO, MIERCOLES 6 DE ABRIL DE 2005 23
EL FINAL DE UN PONTIFICADO. A pesar de la lentitud, reina un ambiente pacífico, paciente y exento de tensión
Miles de personas esperan para entrar en la Basílica de San Pedro del Vaticano para visitar la capilla ardiente papal, ayer, y rendir así un último homenaje al difunto Juan Pablo II. / CIRO FUSCO/EFE
Viene de primera página
Es la primera madrugada del largo
velatorio público y los peregrinos no
cesan de llegar en masa para ver al
Papa muerto. Los que entraron a las
11 de la noche en el camino encajado
por las vallas, apenas han empezado
a asomarse dos horas después
a la Avenida de la Conciliación, pero
a pesar de la lentitud y las apreturas
reina un ambiente pacífico, paciente,
alegre y exento de tensión.
No hay maestro de ceremonias
más experto que el Vaticano. La arquitectura,
la iluminación, la imagen
y el sonido se funden con la
presencia humana para crear un
espectáculo colosal de carne y artificio.
La escenografía es una alucinante
combinación de clasicismo y
técnicas modernas de comunicación
de masas. Como en una videoinstalación
artística de proporciones
ciclópeas, dos series de pantallas
gigantes dispuestas a ambos
lados del itinerario muestran sucesivamente
a los peregrinos la imagen
en directo del cuerpo del Papa
vestido de rojo, anunciándoles su
meta de antemano.
El desfiladero humano traza una
línea de casi un kilómetro de largo
hacialacúpula verdeazulada que
se recorta al fondo contra el negro
de la noche con su presencia nuclear.
Por los potentes altavoces
surgen cantos celestiales y oraciones
en varios idiomas. «La cruz se
revela como fin y sentido en toda la
Historia», sentencia una voz en el
aire frío de la madrugada.
Hay gente de todas las edades y
aspectos, aunque llama la atención
la abundancia de jóvenes. La mayoría
son italianos, pero tambiénse
oye hablar alemán, inglés, francés
o polaco. Los españoles, de momento,
son escasos.
La cola avanza a breves impulsos
tras largos ratos de espera a pie
firme. Cuando eso ocurre, se siente
cómo una corriente de energía recorre
este espinazo humano de casi
20 metros de ancho para ponerlo
en movimiento, apretados unos
contra otros.
A las 2.45 horas, cuando apenas
hemos entrado en ese gran abrazo
ovalado que es la plaza porticada
de San Pedro, la cola sufre un duro
parón. Las autoridades vaticanas
anuncian por megafonía que la basílica
se cierra desde las tres a las
cincodelamañana. Una parte de
la multitud se acurruca en el suelo
como puede. Unos duermen. Un
hombre lee la Biblia. Una muchacha
animosa canta canciones cristianas
entre un coro de amigos.
Los carabinieri, que vigilan el recorrido,
tiran mantas por lo alto.
Los voluntarios reparten botellas
de agua. A ambos lados del río de
los peregrinos y las vallas, la plaza
está vacía y tiene un aspecto fantasmal,
mientras los basureros limpian
los desperdicios. La calma y el
frío del momento son propicios, sin
Una madrugada
de peregrinación
Un constante río humano de un kilómetro de largo hace cola día
y noche durante horas para decir adiós al difunto Juan Pablo II
El Vaticano calcula que
un millón de fieles había
dado su último
adiós al papa Juan Pablo
II en la capilla ardiente,
al final de la jornada
de ayer. El lunes,
en el primer día de exposición
al público de
los restos mortales del
Pontífice, ya se congregaron
400.000 personas
para homenajear al
Santo Padre, según informa
Efe. Ayer, las expectativas
eran de
600.000 fervorosos católicos.
Esta última cifra
es la esperada también
para hoy.
De este modo, la es-
embargo, para percibir mejor el
sentimiento de pertenencia y solidaridad
que aglutina a los miembros
de esta romería póstuma. La
ausencia a esta hora de los periodistas
y las cámaras presta un aire
más íntimo, más espiritual, a lo
que, de día y bajo el foco intensísimo
del espectáculo mediático (reflejo
del acontecimiento y motor
que lo abastece de visitantes con su
reclamo), parece a veces sólo una
enorme y prosaica excursión.
La vigilia cobra un nuevo impulso
cuando a las 4.30, antes de lo
previsto, permiten de nuevo reiniciar
la marcha. La cola avanza ahora
rápido, rodea el obelisco («Cristo
vence, Cristo reina, Cristo impera,
Cristo defiende a su pueblo de
todos los males», avisa una inscrip-
Un millón de fieles
se despiden del Papa
tadística nos dice que
entre 15.000 y 18.000
personas desfilan cada
hora ante el cadáver de
Karol Wojtyla. El flujo
de fieles no se ha interrumpido
desde el lunes,
con excepción del
tiempo en que la Basílica
de San Pedro ha estado
cerrada para facilitar
las labores de limpieza.
La capilla ardiente
permanecerá abierta
hasta la medianoche de
mañana. Después cerrará
definitivamente
para permitir la preparación
de la basílica y
de la Plaza de San Pedro
para el funeral que
se celebrará el viernes.
En la explanada ya se
han instalado una enorme
instalación para
que los medios de comunicación
puedan retransmitir
las exequias.
La ceremonia durará
tres horas, mientras
que los actos de inhu-
ción enlatín) y en pocos minutos
llega al templo.
La catedral de San Pedro es sobrecogedora
siempre (para eso se
hizo), pero ahora, cuando alberga
la capilla ardiente de un Papa, su
arquitectura y su iconografía religiosa
se expresan con una elocuencia
apabullante. Nos acercamos. En
el crucero, delante del Altar Mayor
y el Baldaquino, yace con las manosenelpechoelcuerpodeKarol
Wojtyla vestido solemnemente con
sus atributos como Juan Pablo II.
Conservado por las manos expertas
de los especialistas funerarios,
su rostro ceniciento parece ya
el de una estatua cincelada para la
posteridad. Cuatro guardias suizos
tocados con sus encarnadas plumas
rojas velan el cadáver con las lan-
mación tendrán una
duración de media hora,
tal y como señala
Europa Press. Se espera
que a este servicio religioso
asistan dos millones
de peregrinos,
además de unos 200 jefes
de Estado y de Gobierno.
Mientras, aún quedan
fieles que a última
hora deciden viajar a
Roma para despedir a
su Pontífice. Para ellos,
siete vuelos especiales
–además de los 10 regulares
programados– tienen
previsto operar hoy
entre el aeropuerto de
Barajas y Roma.
zas en alto. Un cirio pascual, símbolo
de la resurrección enlaque
creen los cristianos y promete el
Vaticano, arde a la cabeza del Papa
muerto, sobre cuya cabeza se lee la
inscripción querodealabasedela
cúpula con letras gigantes. «Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificarás
tu Iglesia. Una Historia ininterrumpida
de 2.000 años une al primer
Pontífice máximoyalúltimo.
Muchos son los que ven al Papa
sóloatravés de la pantalla digital
de las cámaras o móviles con que
graban la imagen del momento. Jamás
hubo un muerto tan fotografiado,
pero es el justo epílogo visual
para quien, en vida, se convirtió en
uno de los más potentes comunicadores
mediáticos del planeta.
La corriente humana se divide
ante el catafalco para volver tras
sus pasos por ambos lados de la basílica.
Hay gente que ora de rodillas
en un rincón, o reza un rosario,
o medita a la sombra de las esculturas
que conservan a duras penas la
memoria de papas remotos.
Aquí están Pío VII, León XI, Inocencio
XI, Benedicto XV, Pío X:
nombres propios en la línea del poder
católico simbolizada por la silla
de San Pedro. El cuerpo embalsamado
y barnizado como en oro de
Juan XXIII, el Papa bueno que en
los últimos años de la década de los
60 revolucionó la Iglesia en la medida
de lo posible con el Concilio Vaticano
II, yace en una urna de cristal
enrejada vestido de blanco y rojo.
La tumba que Juan XXIII dejó libre
en la cripta del Vaticano al ser
trasladado a su actual emplazamiento
en la superficie, la ocupará
ahora Karol Wojtyla, hasta que un
previsible elevamiento a los altares
de la beatificación o la santificación
le concedan un monumento
fúnebre para la eternidad.
Los peregrinos, laicos y religiosos
vestidos con hábitos de todos
los colores, abandonan el templo
tras haber cumplido su misión. Entre
las columnas porticadas de la
plaza, los muchachos duermen en
sacos de campaña. El río humano
no deja de manar.