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24.163.—Almirantazgo. Corta existencia
Que muchas veces se
elaboran leyes pretenciosas
que luego resultan
ser poco meditadas puede comprobarse con
ejemplos varios en la historia de cualquier
institución. Veamos uno que hace referencia a
la Armada: por una R. O. de 6 de septiembre
de 1855 se creaba una junta para el gobierno
superior de la Armada en todos sus ramos, que
se denominó Almirantazgo; la componían
ocho personas: el ministro de Marina, presidente;
tres vocales de la clase de generales, el
más antiguo de los cuales sería el vicepresidente;
tres vocales de la clase de brigadieres, y
un vocal de la clase de jefes de administración.
El proyecto nacía con visión de permanencia,
como demuestra su artículo tercero, señalando
que los vocales ejercerían su cargo por el
término de tres años y podrían ser reelegibles,
pero la realidad fue muy otra: catorce meses
más tarde, otra real orden decía que, atendiendo
a las razones expuestas por el ministro de
Marina y de conformidad con el consejo de
ministros, se suprimía el Almirantazgo y se
restablecía la Dirección y la Mayoría General
de la Armada.
24.164.—Invenciones
P. G. F.
En el año 1880, si bien
la falta de medios no
permitía el desarrollo
que correspondía a los deseos de los inventores,
salieron a la luz el galvanómetro de
Manuel Díaz; el sistema magneto-eléctricotelefónico
del coronel de Ingenieros del Ejército
Leopoldo Scheidnagel; el aparato de
estación inventado por el comandante Ramón
Albarran, perfectamente construido por Pedro
Torres, instrumentista del Observatorio
Astronómico de San Fernando, que se adoptó
como reglamentario; los aparatos ideados por
el mismo Scheidnagel, el brigadier don
Prudencio Urcullu y el ingeniero primero de
la Armada Darío Bacas, para hacer independiente
de las mareas la profundidad de los
torpedos o de sus cerradores de circuito; la
MISCELÁNEA
nueva forma de torpedos propuesta por
Urcullu para disminuir los efectos de las
corrientes sobre los torpedos flotantes, y un
proyecto de botalones-torpedos del teniente
de navío Pedro Guaro.
J. A. G. V.
24.165.—Establecimiento de los estudios
de náutica en España
Los estudios de náutica
se implantaron en nuestro
país poco después de
la fundación, por Isabel II, de la Casa de
Contratación de Sevilla (1503), y concretamente
al ser creado el cargo de piloto mayor
de la institución, que recayó por primera vez
en Amerigo Vespuccio, nombrado por Real
Cédula dada en Valladolid el día 6 de agosto
de 1508. Esta disposición obligaba al piloto a
enseñar en su casa a los aspirantes y comprobar
los respectivos conocimientos en el oportuno
examen. Quienes lo superaban obtenían
el título facultativo que les permitía desempeñar
el cargo a bordo de las naves de Indias.
Para tal examen se constituía un tribunal
compuesto por seis miembros, como mínimo,
presidido por el piloto mayor y en el que
había dos cosmógrafos encargados de la
fabricación de instrumentos náuticos y otros
tres pilotos, como mínimo, que se encontraran
en la ciudad. Finalizada la prueba, los
miembros del tribunal emitían su voto en
secreto, a base de depositar un haba o un
altramuz en un recipiente existente al efecto,
y así el candidato que obtenía más habas que
altramuces era aprobado. En caso de igualdad
de votos o superior número de altramuces, la
calificación era de suspenso.
De acuerdo con la normativa imperante,
los candidatos debían ser naturales de los
reinos de Castilla, Aragón o Navarra o,
tratándose de extranjeros, estar casados y
afincados en cualquiera de dichos reinos un
mínimo de diez años. Además, debían ser:
«...mayores de 24 años, de buenas costumbres
y buen juicio, no blasfemos, ni juradores,
ni que tengan vicio notable, que hayan navegado
por espacio de seis años a nuestras Indias,
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