compendio - Biblioteca Universitaria de la Universidad de Málaga

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za, se apoderaron al fin de Siracusa. No du­
dando que el Cónsul Marcelo iria presto á
sitiarlos, echaron fuera á las personas sospecho­
sas, que eran las mas considerables de la ciu­
dad. En quanto al pueblo presto le ganaron
con algunas liberalidades: se procedió pues á
nombrar nuevos Pretores , porque á los otros
los habían muerto en el tumulto. Hipócrates
y Epísides hicieron que se reduxesen á dos, y
consiguieron que recayese la elección en ellos.
Abrieron las cárceles, dieron libertad á los es­
clavos haciéndolos soldados, y prometieron á
los desertores de las tropas romanas buena aco­
gida , y tres premios, por lo que se les vinie­
ron en grande número.
Ya estaba Marcelo á las puertas; y antes
de empezar las hostilidades envió á los Sira-
cusanos una embaxada, diciendo: Que él no
habia venido á privarlos de la libertad, sino
al contrario, á sacarlos de la opresión en que
gemían , y á vengar la muerte de sus Preto­
res inhumanamente asesinados. Que si permi­
tían á sus magistrados , los quales habían bus­
cado asilo en su campo , volver á sus casas , y
ponían en manos del Cónsul los autores del
último asesinato, se obligaba á no cometer la
menor violencia; pero que si se negaban á pre-