Noveles
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y en los grados/años más complejos (los inferiores o superiores), donde se verifican<br />
los mayores problemas de aprendizaje, de socialización y convivencia. El ingreso a las<br />
instituciones de zonas desfavorecidas y a los primeros grados resulta una experiencia<br />
corriente para los jóvenes docentes. Así, la lógica del aprendiz se invierte 3 . En lugar de<br />
empezar por lo más simple para llegar progresivamente a lo más complejo, maestros y<br />
profesores suelen transitar sus primeros años de desempeño en las instituciones más<br />
difíciles. Una vez que están en condiciones (por la antigüedad, las capacitaciones realizadas<br />
y el puntaje acumulado) de elegir, recién entonces pueden optar por escuelas<br />
mejor ubicadas y dotadas o menos problemáticas. Una vez dentro de ellas, también<br />
les será más fácil escoger su año/grado de preferencia, privilegio que generalmente se<br />
les concede a los más antiguos.<br />
La escasa estabilidad laboral, producida por la rotación/diversidad de escuelas<br />
–particularmente en el caso de los profesores de secundaria– junto con la todavía<br />
transitoria designación, es algo habitual entre los nuevos docentes. Por el contrario,<br />
los más experimentados tienen mayor puntaje, se encuentran mejor ubicados en el<br />
escalafón docente y pueden elegir los destinos que prefieran, los liceos y secundarios<br />
más prestigiosos. Según datos de una investigación realizada con los docentes noveles<br />
de Uruguay (Aguerrondo y Vezub, 2003), dos tercios de los maestros principiantes<br />
comenzaron a trabajar en escuelas urbanas, mientras que 20% se desempeñó al menos<br />
en una escuela de contexto crítico durante sus primeros tres años de inserción<br />
laboral. Si enseñar no es fácil (nunca lo fue), menos aún lo es en los comienzos y bajo<br />
las condiciones laborales e institucionales en las que actualmente maestros y profesores<br />
empiezan a trabajar.<br />
Una de las consecuencias de estos comienzos difíciles se observa en el abandono<br />
temprano de la profesión. Este problema es particularmente visible en los países de<br />
Europa y suele ser una de las razones que justifican las políticas de inserción y acompañamiento,<br />
uno de los objetivos explícitos de dichos programas (Cf. Marcelo, 2009;<br />
COM, 2010). Entre las causas que llevan a los noveles a renunciar a sus puestos, se<br />
encuentra la falta de mecanismos de apoyo y de espacios de trabajo colectivos, en los<br />
cuales los educadores puedan constituir comunidades de aprendizaje y práctica profesional.<br />
La National Commission on Teaching and America’s Future (1996, citado por<br />
Marcelo, op. cit.) encontró cinco razones vinculadas con el abandono de la docencia<br />
durante los primeros años:<br />
• la asignación de grupos de alumnos con mayores dificultades;<br />
• la sobrecarga de actividades extracurriculares;<br />
• la responsabilidad de enseñar en una especialidad o nivel educativo diferente<br />
de aquel para el que ha sido formado;<br />
• el aislamiento de los compañeros, el trabajo solitario.<br />
El trabajo en soledad, aislado, característico de la docencia tanto en el nivel primario<br />
como en el secundario, pero sobre todo en el segundo, deja a los nuevos en<br />
condiciones de desventaja para insertarse, aprender y formarse en las escuelas. Así<br />
3. Cabe recordar que en el estudio realizado en Uruguay a partir de una encuesta a 807 maestros noveles de nivel primario<br />
durante 2003, estos señalaban como uno de los problemas de la formación el tipo de escuelas en las que realizaban las<br />
prácticas, por considerarlas ideales, en oposición a las escuelas reales y de contexto crítico donde solían comenzar a<br />
trabajar una vez graduados. Al consultar el grado de conformidad con su formación práctica, la mayor disconformidad era el<br />
poco tiempo asignado a la realización de prácticas en escuelas de contexto sociocultural crítico; para 68,5% dicho tiempo<br />
fue insuficiente (Aguerrondo y Vezub, 2003).