Las campanas tocan solas - Autores Catolicos
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“NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN”<br />
Este incansable zigzag urbano les ha llevado hasta los límites de la ciudad,<br />
más allá de unos raquíticos huertecillos que dan exquisitas coliflores y escarolas<br />
porque allí pasa una de las cloacas que van a verter al río. Con ese agua, los<br />
hortelanos riegan su tierrecilla. De vez en cuando, viene una epidemia de tifus<br />
exantemático y las lechugas llevan los bacilos a los más honorables y<br />
empingorotados estómagos de la ciudad. Ahora que, con esto de la cloromicetina,<br />
los bacilos del tifus están quedando en el más lamentable de los ridículos.<br />
Más allá de los huertos, al otro lado del río, hay unas chavolas construidas<br />
con piedras, latas vacías, pedazos de uralita y ladrillos escamoteados de las obras<br />
en construcción...<br />
Tiberio y “Sencillo” han llegado hasta allí, como perros pachones, tras una<br />
confusa pista de Anarkos. Como la tarde está buena, se sientan a descansar en el<br />
suelo; un suelo seco y sin mantillo, mezcla de arena, cal apagada y pedruscos.<br />
Algunas margaritas asoman, desesperadas, sus tallitos verdes y sus florecillas<br />
gualda y blancas, en un espectacular esfuerzo por arraigar sobre aquel suelo<br />
impotente. A la madre Natura, como diría don Roque, le cuesta mucho más<br />
trabajo abortar aquí una margarita que dar a luz una cosecha anual de trigo en la<br />
República Argentina. Con sus petalitos monjiles, la cara redonda y amarilla de las<br />
margaritas tiene un patético gesto de auxilio, de S.O.S. urgente y conmovedor.<br />
-“Sencillo”, me aburre el mundo. Me parece que ya me lo sé de memoria. Y<br />
hasta me encuentro viejo...<br />
-Tienes mis cuatro mil años de humana experiencia. Este es un excesivo peso<br />
para ti, que tienes mucho de hombre. Porque los hombres están obsesionados,<br />
tratando de encontrar la fuente de la juventud, el elixir de larga vida. ¡Vivir, vivir<br />
más! ¿Para qué? ¿Para escribir más ensayos sobre el cultivo del algarrobo en<br />
Alicante o las Ordenes Militares en el siglo XVII? ¿Para seguir rellenando<br />
impresos, cavando surcos, hablando del tiempo, cortándose el pelo y curándose<br />
catarros? Adán vivió novecientos treinta años; Set, novecientos doce; Malaleel y<br />
Jared, novecientos sesenta y dos; Matusalén, novecientos sesenta y nueve; Noé,<br />
novecientos cincuenta; Lamec...., bueno, Lamec era un crío cuando murió, en la<br />
flor de la vida, a los quinientos noventa y cinco años... Yo conocí a muchos de<br />
ellos; se aburrían como lo que eran, como unos patriarcas. Y como, además,<br />
muchos eran perversos y sensuales, tuvo que decir el Señor: “No permanecerá<br />
por siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne. Ciento veinte<br />
años serán sus días”.<br />
-Pero ahora viven menos.<br />
-Sí; se matan más. Viven insensatamente hacinados y revueltos; respiran el<br />
pegajoso aire de las fábricas... Afortunadamente para ellos, viven menos.<br />
<strong>Las</strong> chavolas se diseminan a lo largo del camino que va paralelo al río. En<br />
algunas, dentro de vacías latas de sardinas, crecen geranios o enredaderas. La<br />
ciudad se levanta, lejana, sobre las colinas.<br />
Este lugar es tranquilo. A las puertas de las casas juegan algunos niños<br />
sucios y lentos. Y un hombre viejo y barbado, vestido con un traje que se cae, de<br />
puro asqueroso, viene por el camino con su rueda, porque es un afilador. Se<br />
detiene a la sombra de la misma higuera que cobija a Tiberio y “Sencillo” y<br />
enciende su vieja cachimba con un suspiro de satisfacción:<br />
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