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Las campanas tocan solas - Autores Catolicos

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-R.I.P. El excelentísimo señor don Felicísimo Martínez, prócer, Gran Cruz de<br />

Carlos III, Gran Collar de Isabel la Católica, encomienda con placa de la Real<br />

Orden de Don Ataúlfo I...<br />

-R.I.P. El excelentísimo señor don Gregorio Nacianceno de las Batuecas,<br />

duque de Bengala, marqués de Arañuelo, conde de Pérez, barón de Trifonte,<br />

gentilhombre de Su Majestad con ejercicio y servidumbre...<br />

-R.I.P. El excelentísimo señor don Juan Gualberto Gervasio, presidente del<br />

Consejo de Administración de B.E.P.A.S.A., consejero delegado de la T.U.F.I.S.A.,<br />

director de la M.I.P.O.S.A., principal accionista de la N.A.M.E.S.A.<br />

-R.I.P. Don Jenaro Rodríguez, del Comercio...<br />

-R.I.P. Don Norberto Sánchez...<br />

Don Sabino escribe sus cartas, con pluma de palillero y escribanía de cristal,<br />

en altos y severos folios de papel de instancia:<br />

“...he sabido la grave pérdida de su difunto padre, que él gloria haya...”<br />

“...en esta hora tristísima en que todos lloramos la venerable figura de aquel<br />

hombre...”<br />

“...sírvase, señora duquesa, considerarme como devoto amigo que en esta<br />

amarguísima hora...”<br />

“...aquel noble corazón donde toda libertad tenía su asiento y toda iniquidad<br />

severa repulsa...”<br />

Hay quien dice que don Sabino ni está loco ni nada. Sólo que su señora<br />

prima, que estaba harta de tenerle en casa, de franquearle las cartas y, encima,<br />

darle de comer y de vestir, movió poderosas influencias con cierto director general<br />

para que se llevaran a don Sabino a un asilo, sólo que no había plaza libre en<br />

ninguno, únicamente en el manicomio, y por eso le trajeron aquí.<br />

Su señora prima le franquea las cartas -lo menos diez duros al mes en sellos-<br />

y viene a verle, el día 5 de cada mes, y le trae en una cestita tres croquetas...<br />

-que hicimos anoche y estaban riquísimas, tanto que Úrsulo se chupó los<br />

dedos. Y dije, pues le voy a llevar al pobre Sabino estas tres croquetitas, que allí<br />

no las catará...<br />

... ... ... ... ...<br />

El loco Lucas estudiaba para ingeniero industrial y era un empollón que<br />

jamás usaba “chuletas” ni sobornaba bedeles para que le dejaran solo un<br />

momento mientras iba a “Caballeros”.<br />

Lo que decía Lucas:<br />

-O estudiar y ser un ingeniero industrial que se coloque en seguida en la<br />

Compañía Arrendataria de Fósforos, o nada, a vivir de la familia.<br />

La segunda opción no valía, porque Lucas no tiene padre ni madre ni perrito<br />

que le ladre; nada más que algunos primos cuartos o quintos. Así que, ¡Lucas, a<br />

aplicar los codos!<br />

Y lo que pasa, que al hombre, aunque era español, bachiller, tenía salud,<br />

carrera de antecedentes penales, reunía todas las condiciones exigidas por las<br />

leyes generales del Estado y había aprobado sucesivamente los grupos de ingreso,<br />

le pasó lo que a don Alonso Quijano, que de tanto estudiar se le secó la<br />

duramáter y se le quedó el cerebro como una nuez, con su cáscara, su membrana<br />

y sus arruguitas.<br />

Tanta Geodesia, tanta Fisicoquímica y Termodinámica, tanta Metalurgia y<br />

Siderurgia y tanta Hidráulica, le volvieron loquito, y así está, el pobre, muy

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