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mente sobrevive un 5% del bosque<br />
primigénio.<br />
El grosor de los baobabs<br />
Respecto al grosor, la palma se la<br />
llevan los baobabs, árboles del género<br />
Adansonia, del que existen ocho<br />
especies: seis africanas, una nativa<br />
de la península Arábiga y otra de<br />
Australia. Con su tronco escindido<br />
en varios segmentos, el Glencoe<br />
Baobab (Adansonia digitata), localizado<br />
en la provincia de Limpopo,<br />
en África del Sur, se consideraba el<br />
árbol más corpulento del orbe, antes<br />
de partirse en dos en 2009. Hasta<br />
entonces, su diámetro era de 15,9<br />
metros, o sea, que su circunferencia<br />
medía ¡47 metros!. Su relevo puede<br />
estar en un ahuehuete (Taxodium<br />
mucronatum) de Oaxaca, Méjico,<br />
cuyo diámetro llega a los 14,36 metros.<br />
Se dice que bajo uno de estos<br />
“viejos árboles de agua” (eso signifi<br />
ca, en náhuatl, ahuehuete) lloró<br />
Hernán Cortés durante la famosa<br />
“Noche Triste”. Añadiremos, como<br />
dato anecdótico, que hay uno en<br />
el parque de El Retiro de Madrid,<br />
plantado probablemente en el primer<br />
tercio del siglo XVII.<br />
En Islandia, muy cerca del círculo<br />
polar ártico, el abedul (Betula<br />
pubescens) y el serval de cazadores<br />
(Sorbus aucuparia) son ejemplos<br />
de árboles extraordinarios por su<br />
capacidad de supervivencia en condiciones<br />
extremas. Y no sólo han<br />
sobrevivido al frío y a la larga oscuridad<br />
de los inviernos boreales, sino<br />
al hombre. Después de la glaciación<br />
del Pleistoceno, el terreno fue colonizado<br />
por estas especies. Luego,<br />
desde que en el año 874 comenzaron<br />
a llegar los colonos vikingos, la<br />
presión forestal para proveerse de<br />
madera y forraje para el ganado ha<br />
sido exhaustiva. De lo que una vez<br />
fue una isla colmada de bosques tan<br />
solo queda de éstos el 1% de su extensión.<br />
El ejemplo más cercano de<br />
lo que pudo ser antaño la fl oresta<br />
islandesa lo encontramos en el cañón<br />
de Ásbirgy, dentro del parque<br />
34<br />
Ahuehuete del Retiro<br />
Taxodium mucronatum<br />
El ahuehuete o ciprés mexicano, o ciprés de Moctezuma o sabino, es una<br />
especie originaria de América del Norte. Su nombre proviene del náhuatl<br />
ahuéhuetl que signifi ca “árbol viejo de agua”, debido a que crece en lugares<br />
donde abunda el agua.<br />
Plantado probablemente en 1632, al conocido como ciprés calvo del retiro,<br />
como a todos los árboles singulares por su antigüedad, se le atribuyen<br />
multitud de historias que en tantos años de existencia muy probablemente<br />
hayan ocurrido. Como aquella que dice que sigue vivo porque los soldados<br />
de Napoleón instalaron sobre él una batería de artillería lo que impidió<br />
que fuera talado para otros menesteres. Cosa bien probable, por otro<br />
lado, porque en sus ramas no sólo se podría ubicar una batería artillera<br />
sino incluso un piso de los de las dimensiones actuales. O como aquella<br />
otra atribuida a un congénere suyo en cuyo cobijo pasó Cortes la famosa<br />
“Noche Triste”.<br />
Leyendas a parte, entremos en el Retiro por la puerta de Felipe V (frente<br />
al Casón del Buen Retiro) y nada más pisar el Parterre, a la izquierda,<br />
nos sorprenderá el enorme ahuehuete acompañado de un también de dos<br />
impresionantes cedros que bien merece unos minutos de contemplación.<br />
En esta ocasión resultará un poco difícil tocarlo, porque está protegido por<br />
una verja para evitar que se suban a sus ramas (¡qué tentación construir<br />
en ellas una cabaña!).