Documento completo en formato .pdf (500Kb) - Cepal
Documento completo en formato .pdf (500Kb) - Cepal
Documento completo en formato .pdf (500Kb) - Cepal
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
CEPAL - Serie Políticas sociales N o 140 Evolución de la desnutrición crónica infantil y su distribución socioeconómica...<br />
Tal como se observa <strong>en</strong> el cuadro 3, la contribución más importante para explicar la<br />
desigualdad <strong>en</strong> la desnutrición crónica es la “riqueza”, cuya contribución va desde explicar un 41%<br />
(Perú, 1996) a un 97% (Haití, 1994) de la desigualdad <strong>en</strong> la desnutrición crónica. En todos los<br />
casos estos altos porc<strong>en</strong>tajes fueron consecu<strong>en</strong>cia de una alta elasticidad-“riqueza” de la<br />
desnutrición (como se m<strong>en</strong>cionó <strong>en</strong> el capítulo anterior los coefici<strong>en</strong>tes de esta variable son, <strong>en</strong><br />
todos, los casos significativos) y, sobre todo, de altos niveles de conc<strong>en</strong>tración de la “riqueza”. 54 La<br />
alta desigualdad socioeconómica que este hecho señala es distintivo de los países de ALyC y ha<br />
sido destacado numerosas veces <strong>en</strong> otros contextos (por ejemplo, De Ferranti et al., 2004).<br />
Adicionalm<strong>en</strong>te, señala condicionantes sociales más amplios que los que usualm<strong>en</strong>te se consideran<br />
<strong>en</strong> políticas sectoriales (por ejemplo, políticas de salud). En este s<strong>en</strong>tido, la disminución de la<br />
incid<strong>en</strong>cia de la desnutrición crónica <strong>en</strong>tre los hogares más pobres pasaría fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te por<br />
mejorar las condiciones de vida y el <strong>en</strong>torno socioeconómico de dichos hogares y para ello serían<br />
necesarias un abanico de políticas que muchas veces exced<strong>en</strong> a las políticas sanitarias y pued<strong>en</strong> ir<br />
desde políticas habitacionales, laborales, de ingresos a políticas macroeconómicas que asegur<strong>en</strong> un<br />
<strong>en</strong>torno de estabilidad a dichos hogares.<br />
Adicionalm<strong>en</strong>te, debe t<strong>en</strong>erse <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que algunas de las variables utilizadas <strong>en</strong> la<br />
construcción de este índice de “riqueza”, como la disponibilidad <strong>en</strong> el hogar de servicios de agua<br />
potable y de saneami<strong>en</strong>to apropiados, pued<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er un impacto directo sobre la desnutrición crónica<br />
infantil (Wagstaff et al, 2003; Smith et al, 2005). En este s<strong>en</strong>tido, el mejorami<strong>en</strong>to de estos<br />
servicios per se puede implicar una disminución importante <strong>en</strong> la incid<strong>en</strong>cia de la desnutrición, más<br />
allá de su impacto sobre la “riqueza”.<br />
La educación de la madre y de la pareja son las segundas grandes variables que contribuy<strong>en</strong><br />
a explicar las desigualdades <strong>en</strong> la desnutrición crónica infantil. La educación materna ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong><br />
todos los casos (excepto República Dominicana, 2002) la mayor influ<strong>en</strong>cia aunque ésta se ve<br />
at<strong>en</strong>uada por la relación no lineal exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre educación materna y desnutrición infantil. Como<br />
se m<strong>en</strong>cionó <strong>en</strong> el capítulo anterior, cuanto mayor la educación materna, m<strong>en</strong>or ti<strong>en</strong>de a ser la<br />
desnutrición infantil. Debido a que la educación se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra relativam<strong>en</strong>te conc<strong>en</strong>trada <strong>en</strong>tre los<br />
hogares más “ricos”, contribuye positivam<strong>en</strong>te a explicar la desigualdad <strong>en</strong> la desnutrición. Pero el<br />
efecto prodesigualdad de la educación se ve at<strong>en</strong>uado por un efecto no-lineal <strong>en</strong>tre educación<br />
materna y desnutrición ya que el efecto sobre la desnutrición ti<strong>en</strong>de a perderse conforme crece la<br />
educación, por lo que el efecto final es m<strong>en</strong>or al de la educación materna considerada linealm<strong>en</strong>te.<br />
Entre la educación materna (y su efecto no–lineal) y la de la pareja explican <strong>en</strong>tre el 20% (Bolivia,<br />
1994; Haití, 1994) de la desigualdad <strong>en</strong> la desnutrición crónica y el 53% (Colombia, 1995). 55<br />
Las variables biomédicas (sexo, edad, ord<strong>en</strong> de nacimi<strong>en</strong>to, peso al nacer) no ti<strong>en</strong><strong>en</strong>, como es<br />
de esperar, gran importancia a la hora de explicar la desigualdad <strong>en</strong> la distribución de la<br />
desnutrición crónica infantil, aunque algunas de ellas t<strong>en</strong>gan importancia para explicar su nivel. El<br />
sexo de los niños, por ejemplo, no ti<strong>en</strong>e un patrón de distribución socioeconómico definido (e.g. las<br />
niñas no son más o m<strong>en</strong>os frecu<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> los hogares “pobres” que <strong>en</strong> los “ricos”) y, por ello, no<br />
puede explicar dicha desigualdad. Las restantes variables ti<strong>en</strong><strong>en</strong> individualm<strong>en</strong>te algún efecto sobre<br />
la desigualdad <strong>en</strong> la desnutrición (sobre todo las que señalan ord<strong>en</strong> de nacimi<strong>en</strong>to) pero tomadas <strong>en</strong><br />
conjunto nunca llegan a explicar más del 10% de la desigualdad <strong>en</strong> la desnutrición crónica (el valor<br />
más alto es 9,7% <strong>en</strong> el caso de Nicaragua, 2001).<br />
Las variables geográficas/regionales tampoco ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un patrón definido, sino que dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong><br />
de cada país. Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> República Dominicana ni las variables regionales ni la de área<br />
54 Tanto las elasticidades “riqueza” como los índices de conc<strong>en</strong>tración de la “riqueza” (que, <strong>en</strong> el caso de la “riqueza”, no son otra cosa<br />
que coefici<strong>en</strong>tes de Gini) pued<strong>en</strong> constatarse para cada país <strong>en</strong> los cuadros A.3, A.6, A.9, A.12, A.15, A.18 y A.21.<br />
55 Esto implicaría que, <strong>en</strong> el caso de Colombia (1995) por ejemplo, si todas las madres hubieran t<strong>en</strong>ido el mismo nivel educativo (igual<br />
a la media nacional <strong>en</strong> 1995), la desigualdad <strong>en</strong> la desnutrición crónica hubiera sido, ceteris paribus, un 53% inferior a la registrada.<br />
34