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CEPAL - Serie Políticas sociales N o 140 Evolución de la desnutrición crónica infantil y su distribución socioeconómica...<br />

han sido <strong>en</strong> República Dominicana, Nicaragua y Perú). En los casos <strong>en</strong> que no han sido significativos,<br />

la utilidad de este ejercicio no está <strong>en</strong> las magnitudes (porque al ser pequeños los cambios <strong>en</strong> la<br />

desigualdad, dichas cantidades se magnifican), sino <strong>en</strong> la dirección de los cambios.<br />

Como ya se demostró <strong>en</strong> el gráfico 5 y se muestra <strong>en</strong> el cuadro 4, sólo dos países disminuyeron la<br />

desigualdad <strong>en</strong> este periodo: República Dominicana y Haití, aunque sólo <strong>en</strong> el primero fue significativo<br />

el cambio. Este caso es útil e ilustrativo. La variable que tuvo el efecto mayor <strong>en</strong> esta disminución fue<br />

la “riqueza”, que aportó la mitad de la reducción de la desigualdad <strong>en</strong> la desnutrición crónica. Dos<br />

elem<strong>en</strong>tos fueron claves <strong>en</strong> esto. El primero, de lejos el más importante, es la mejora <strong>en</strong> la distribución<br />

de los activos físicos, medida por el cambio <strong>en</strong> el índice de conc<strong>en</strong>tración de la “riqueza”. Entre 1996 y<br />

2002 la distribución del índice de “riqueza” (medida a partir del índice de conc<strong>en</strong>tración respectivo),<br />

mejora notablem<strong>en</strong>te (ver cuadro A.10, columnas de “Índice de Conc<strong>en</strong>tración”). Como la “riqueza”<br />

impacta negativam<strong>en</strong>te sobre la desnutrición (mayor “riqueza” ti<strong>en</strong>de a producir una m<strong>en</strong>or<br />

desnutrición), una m<strong>en</strong>or conc<strong>en</strong>tración de la misma ti<strong>en</strong>de a mejorar la situación de los hogares m<strong>en</strong>os<br />

favorecidos, lo que impacta favorablem<strong>en</strong>te sobre la desnutrición crónica de los niños que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a<br />

dichos hogares, reduci<strong>en</strong>do, <strong>en</strong> definitiva, la desigualdad <strong>en</strong> la desnutrición. 58<br />

El efecto de la mejora socio económica <strong>en</strong> los hogares más pobres no tuvo un impacto mayor<br />

sobre la desnutrición crónica debido al increm<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la elasticidad-“riqueza” experim<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> este<br />

período (o sea que un aum<strong>en</strong>to de un 1% <strong>en</strong> la “riqueza” disminuyó la desnutrición crónica <strong>en</strong> ambos<br />

años, pero su efecto fue más importante durante 2002 que durante 1996). Como la distribución de la<br />

“riqueza” es regresiva (a pesar de la disminución com<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> el párrafo anterior) este aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la<br />

importancia de la “riqueza” para explicar la desnutrición t<strong>en</strong>dió a favorecer a los hogares ricos,<br />

contribuy<strong>en</strong>do a aum<strong>en</strong>tar la brecha (<strong>en</strong> desnutrición) <strong>en</strong>tre éstos y los hogares pobres. Sin embargo,<br />

este último efecto no fue tan importante como el m<strong>en</strong>cionado <strong>en</strong> el párrafo anterior y, por ello, el efecto<br />

neto del cambio <strong>en</strong> la “riqueza” fue igualador.<br />

Los cambios <strong>en</strong> las variables educativas tuvieron gran influ<strong>en</strong>cia individual, aunque<br />

conjuntam<strong>en</strong>te su importancia no fue grande (sólo un 12% de la m<strong>en</strong>or desigualdad es explicada por<br />

estas variables). Tanto <strong>en</strong> el caso de la educación materna como de la pareja, se produjo un aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong><br />

el número de años promedio de escolarización (ver cuadro A.10, columnas de “Media”), favorable a los<br />

pobres ya que se tradujo <strong>en</strong> una disminución <strong>en</strong> los índices de conc<strong>en</strong>tración de estas variables.<br />

Además, <strong>en</strong> ambos casos y producto de este increm<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el nivel de escolarización, la elasticidad<br />

educación de la desnutrición cayó, lo que también contribuyó a disminuir la brecha <strong>en</strong> la desnutrición<br />

<strong>en</strong>tre los hogares pobres y los ricos (que todavía sigu<strong>en</strong> t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do mayor educación que los primeros).<br />

Estos cambios, que fueron importantes, se vieron fuertem<strong>en</strong>te at<strong>en</strong>uados por el hecho de que el<br />

aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la escolaridad materna, aunque se dio <strong>en</strong> todos los niveles educativos, fue más fuerte <strong>en</strong> los<br />

superiores (secundario y terciario) con lo cual el efecto sobre la desnutrición fue m<strong>en</strong>or.<br />

De los países que aum<strong>en</strong>taron la desigualdad socio económica <strong>en</strong> la desnutrición crónica, sólo<br />

dos tuvieron cambios estadísticam<strong>en</strong>te significativos: Nicaragua, que tuvo el mayor aum<strong>en</strong>to de la<br />

desigualdad, y Perú. Nicaragua posee algunas aristas interesantes. Por ejemplo, pres<strong>en</strong>ta la<br />

particularidad de ser el único caso <strong>en</strong> el que la “riqueza” no juega un rol importante. El aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la<br />

desigualdad de la desnutrición crónica no se debió a la influ<strong>en</strong>cia de la “riqueza”: de hecho, la<br />

“riqueza” tuvo un efecto “igualador” debido a la baja <strong>en</strong> la elasticidad “riqueza” de la desnutrición. El<br />

otro elem<strong>en</strong>to que tuvo un efecto favorable a los pobres fue la at<strong>en</strong>ción profesional del parto. Durante<br />

este periodo se increm<strong>en</strong>tó notoriam<strong>en</strong>te la cobertura de este servicio sanitario (<strong>en</strong> 1997 sólo el 67% de<br />

58 Debido a las limitaciones del índice de “riqueza” (com<strong>en</strong>tadas <strong>en</strong> la Introducción punto 1) es necesario ser cautos con la evolución de este<br />

índice a lo largo del tiempo y con las conclusiones que de dicha evolución puedan extraerse. Sin embargo, exist<strong>en</strong> otros elem<strong>en</strong>tos<br />

probablem<strong>en</strong>te vinculados a la evolución de la “riqueza” (o más g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te de la posición socioeconómica de los hogares), como la<br />

distribución de las variables educativas (maternas y de la pareja), que muestran un comportami<strong>en</strong>to similar al índice de la “riqueza”<br />

(aum<strong>en</strong>to del promedio y m<strong>en</strong>or conc<strong>en</strong>tración). Estos factores señalan un mejorami<strong>en</strong>to de la situación socioeconómica de los grupos de<br />

m<strong>en</strong>ores recursos.<br />

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