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La Clave De La Teosofia (Helena P. Blavatsky)

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<strong>La</strong> <strong>Clave</strong> de la Teosofía<br />

PREG. ¿Pretenderíais decir que ni las enseñanzas de Buddha ni las de Cristo han sido hasta ahora<br />

correctamente interpretadas?<br />

TEÓS. Es precisamente lo que pienso. Ambos Evangelios, el Buddhista y el Cristiano,<br />

fueron predicados con el mismo objeto. Ambos reformadores fueron ardientes filántropos<br />

y altruistas prácticos, predicando, sin género alguno de duda, el Socialismo más noble y elevado, el<br />

propio sacrificio, hasta el último momento de su vida. “Recaigan sobre mí los pecados del<br />

mundo entero, a fin de que pueda aliviar las miserias y sufrimientos del hombre”, exclama<br />

Buddha. “No dejaría yo gemir a quien pudiera salvar”, dice el Príncipe mendigo, cubierto de<br />

harapos desechados de los cementerios. “Venid a mí vosotros, todos los que trabajáis y<br />

estáis agobiados, y yo os daré descanso”; así llama a los pobres y desheredados el “hombre<br />

de las angustias” que no tenía en dónde descansar la cabeza. Ambos basan sus enseñanzas en<br />

el amor ilimitado a la humanidad, en la caridad, en el perdón de las injurias, en el olvido de<br />

sí mismo y en la piedad por las engañadas masas; ambos manifiestan el mismo desprecio a<br />

las riquezas, y no hacen diferencia entre meum y tuum. Era su deseo, aunque sin revelar<br />

todos los sagrados misterios de la iniciación, atraer a los ignorantes extraviados, cuya carga<br />

en la vida fuera excesiva; darles esperanza y hacerles entrever lo suficiente de la verdad para<br />

que fuese un auxilio en sus horas más penosas. Pero el objeto de los dos reformadores se<br />

vio frustrado a causa del exceso de celo de sus discípulos posteriores. Habiendo sido mal<br />

comprendidas e interpretadas las palabras de los Maestros, ¡ved las consecuencias!<br />

PREG. Buddha debió de negar, sin embargo, la inmortalidad del alma, ya que todos los<br />

orientalistas y sus propios sacerdotes así lo afirman.<br />

TEÓS. Los Arhats siguieron al principio el sistema de su Maestro; pero la mayoría de los<br />

sacerdotes que les sucedieron no estaban iniciados, como igualmente sucedió en el<br />

Cristianismo; así es que, poco a poco, casi llegaron a perder las grandes verdades<br />

esotéricas. Prueba de ello es que de las dos sectas existentes en Ceylan, cree la siamesa<br />

que la muerte es el aniquilamiento absoluto de la individualidad y de la personalidad; y la<br />

otra explica el Nirvana en el sentido en que lo hacemos los teósofos.<br />

PREG. Pero en ese caso, ¿por qué representan el Buddhismo y el Cristianismo los dos polos<br />

opuestos de esa creencia?<br />

TEÓS. Porque no eran iguales las condiciones en que fueron predicados. Celosos los<br />

Brahmanes de la India de su superior sabiduría, excluyendo de la misma a todas las castas<br />

excepto la suya, precipitaron a millones de hombres en la idolatría y casi en el fetichismo.<br />

Tenía Buddha que dar el golpe de gracia a una exuberancia tan grande de superstición<br />

fanática y de fantasía malsana, nacidas de la ignorancia, como rara vez se ha conocido<br />

anterior o posteriormente en la historia. Más vale un ateísmo filosófico, que no semejante<br />

culto ignorante, para aquellos<br />

“que invocan a sus dioses, no son oídos<br />

ni atendidos”<br />

y viven y mueren en un estado de desesperación mental. Tenía que contener, ante todo,<br />

aquel cenagoso y corrompido torrente de superstición; extirpar los errores, antes de dar a<br />

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