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Año 60, entrega 165 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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4Q<br />

ANALES DE LA UNIVERSIDAD<br />

la novelería y de su consiguiente forma o arte de hacer, de escribir<br />

novelas? (Su también arte nuevo, como el teatral de Lope,<br />

de hacer novelas en este tiempo = o sea, en todo tiempo),<br />

Cervantes para novelizar al picaro, lo humaniza, desvirtuando<br />

su absoluta razón de ser, su trágico encono; o lo enmascara<br />

fabulosamente de animal racional, de animal que habla,<br />

tan exclusivamente racional y animal por eso, que, no es, no puede<br />

ser, o parecer, un hombre. El Caballero andante, el fingido<br />

pastor cortesano, podían no parecemos hombres por desanimarse<br />

de verdadera humanidad a fuerza de virtualizarse tanto de divinos;<br />

por deshumanizarse disparatadamente de tal modo, al ritmo<br />

sutil <strong>del</strong> lírico —y épico y dramático— empeño ilusorio que los<br />

mueve. Podían parecer máscaras: y cristalinas máscaras de poética<br />

trasparencia fingida. Sus voces, a fuerza de gritar o llorar, podían<br />

fundirse y confundirse con la música, con la melodía que su autor<br />

trata de contarnos, .cantándola. "¿A quién —nos dirá en su teatro<br />

resonante de esas melódicas historias de amor, honor y celos. Calderón—<br />

suena la música bien — pudiendo escuchar el llanto?"<br />

Escuchar el llanto como una música es lo que hacemos al leer esa<br />

estupenda melodía de la sangre, por el llanto, que se llama la<br />

Saudade o Menina e Moga <strong>del</strong> portugués Bernaldim Ribeiro. Como<br />

quien oye llorar oimos este libro maravilloso, de tan humana y<br />

divina música y poesía. Este lirismo poético, sentimental-caballerescofpastoril,<br />

enciende también con un poco de luz y no de sangre,<br />

haciendo de la sangre luz por el llanto, su quijotesca figuración<br />

amorosa <strong>del</strong> mundo: la intimidad de su lejanía. El otro novelero<br />

portugués, Montemayor, al castellanizarse, nos pondrá ante los<br />

ojos maravillados esa misma música de la sangre, hecha luz por el<br />

llanto; encendiéndonos, iluminándonos con ella, su claro, luminoso<br />

mundo de expresión poética y novelera. Uno por el oído, otro por<br />

los ojos, Bernaldim y Montemayor, nos novelizan, con intimidad<br />

de lejanía, una visión de sueño. ¿Qué nos dice este encanto? Pues<br />

es canto que encanta con su cuento el que llora en, la sangre, o<br />

sangra en el llanto, de esa música, de esa luz. Nos dicen, estos novelistas,<br />

estos poetas, —como nos dirá Don Quijote—: díme con<br />

quién andas tus sueños, tus caballerescas, sentimentales y pastoriles<br />

aventuras de vida y amor, y te diré quién eres; si no, todavía, lo<br />

que eres; díme con quién y con qué andas soñando y te diré quién<br />

quieres ser. Somos lo que somos cuando queremos ser lo que soñamos:<br />

cuando somos, hasta dejar de serlo, lo que soñamos ser.<br />

Así Don Quijote, al volver en sí o a sí mismo, después de su primer<br />

descalabro doloroso, ya no se encuentra o reencuentra consigo<br />

como antes era o soñaba ser —sueño andante y pensante— y se<br />

dice a sí mismo, ensimismándose en la íntima lejanía de su propio<br />

ser, imaginándose, sintiéndose, creyéndose de nuevo en su propio

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