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- Pues mejor que antes, sí. Cuando<br />
me vi por primera vez, hasta me puse<br />
a llorar. No podía. Y ahora no sé qué<br />
haré. No me acostumbro a verme así,<br />
es un cambio demasiado brusco.<br />
- Tranquila, lo tienes que superar<br />
algún día, cuanto antes, mejor.<br />
- Sí, pero es difícil. Y me agobio<br />
pensando qué haré con mi trabajo.<br />
¡No es estético que una diseñadora<br />
sea calva!<br />
- Ya, pero… No sé, es algo que no se<br />
puede cambiar de un día para el otro,<br />
solo te queda el cambio de<br />
mentalidad de la gente.<br />
- Sí, pero esto es imposible, las<br />
grandes firmas de la moda me<br />
abuchearán. Es frustrante ver que no<br />
podré hacer nada.<br />
- O quizá sí.<br />
- ¿Qué quieres decir con eso?<br />
- No sé, piensa –dijo su amiga- eres<br />
famosa, puedes ser un modelo a<br />
seguir.<br />
- ¡Pero qué dices, Rosa! –respondió<br />
inmediatamente Marga- ¡Nadie<br />
quiere parecerse a una vieja sin pelo!<br />
- Marga, podría ser una revolución.<br />
- No sé, no lo acabo de entender, solo<br />
diseño ropa, yo.<br />
- Ya, pero siempre has sido alguien<br />
que ha marcado tendencia… No<br />
podré olvidar nunca aquella vez que<br />
viniste vestida de negro en el<br />
instituto. A mí me pareció ridículo<br />
pero al cabo de cuatro días ya tenías a<br />
toda la clase vestida igual que tú.<br />
- Sí –dijo Rosa entre risas- pero<br />
entonces era todo más fácil. Ojalá<br />
pudiera hacer algo para resultar más<br />
inadvertida después de este maldito<br />
cáncer.<br />
- ¿Inadvertida? ¿Es una broma? Tú<br />
jamás has querido eso. Ya sé que<br />
Institut Samuel Gili i Gaya<br />
hace tiempo que no hablamos pero no<br />
creo que hayas cambiado tanto.<br />
- Pero no quiero llamar la atención<br />
por ser la diseñadora más calva.<br />
- No veo por qué no. Quizás sea muy<br />
frívolo decirlo así pero podrías hacer<br />
de esto una tendencia. Y buscar gente<br />
que la siga. ¡Estoy segura de que<br />
muchas mujeres te apoyarían, sería<br />
brutal!<br />
- No sé yo… -dijo, queriendo seguir<br />
firme aunque dándose cuenta de que<br />
la idea de su amiga no era tan mala. –<br />
Quizás podría recuperar la fama que<br />
tenía en mis inicios.<br />
- Sí –asintió con la cabeza.<br />
- ¿Qué tal algo como una agencia de<br />
modelos como yo?<br />
- ¿Cómo tú?<br />
- Calvas, me refiero.<br />
- Mmm, quizás haya chicas frustradas<br />
en sus sueños por esta enfermedad.<br />
- ¡Sí, tienes razón!<br />
- ¡¡Por fin me lo reconoces!!<br />
- Sí , me ha costado, pero ya lo tengo,<br />
lo tenemos. Vamos a crear una<br />
agencia.<br />
- Eso de “vamos”…<br />
- No sé cómo lo haremos, pero no<br />
nos volveremos a separar como lo<br />
hicimos esa vez.<br />
- En eso yo también estoy de<br />
acuerdo.<br />
- Aquella no fue una buena idea, pero<br />
esta sí, ya lo creo.<br />
Ese día no solo rompió la monotonía<br />
de los días de hospital, también<br />
rompió la monotonía de una vida<br />
dedicada a las apariencias, dedicada<br />
al “qué pensarán” y a crear un<br />
personaje antes que una personalidad.<br />
1r Premi Batxillerat<br />
VIDA GALGA<br />
AUTORA: Irene Marsellés González<br />
2n BAT A<br />
A lo largo de mi corta vida he tenido<br />
muchos nombres, me refiero a<br />
nombres humanos, claro. Y a lo largo<br />
de esta vida, dura y fría, amarga, he<br />
vivido muchas experiencias y<br />
sensaciones, pero nunca jamás me<br />
podría haber imaginado que un día<br />
podría ser feliz. Así que hoy, en este<br />
instante, me gustaría explicaros una<br />
historia, mi historia, la vida de una<br />
galga.<br />
No recuerdo qué día nací porque los<br />
perros no tenemos calendarios ni<br />
artilugios a los que os referís como<br />
relojes, pero sé que nací un día de<br />
verano porque olía a hierba, a calor, a<br />
la fruta de los árboles y a sol. Un<br />
tiempo más tarde, abrí mis ojitos y lo<br />
primero que vi fue a mis hermanos y<br />
h e r m a n a s ( ¡ é r a m o s o n c e ! )<br />
apretujados contra mamá. Todos eran<br />
de colores claros: grises, marrones,<br />
blancos, cremas y sus mezclas, pero<br />
yo era negra como el azabache, con<br />
las patas, la cola, la barriga y el<br />
morro salpicados de blanco.<br />
Pronto nos separamos de nuestra<br />
madre y nos llevaron lejos de ella, tan<br />
lejos que ni siquiera podíamos olerla.<br />
Nos encerraron en una especie de<br />
habitación pequeña. Las paredes eran<br />
de hormigón y había una reja por<br />
donde veíamos, de vez en cuando,<br />
algún humano.<br />
Un día, antes de que saliera el sol, un<br />
hombre con una camisa a cuadros y<br />
sombrero, nos despertó a gritos. Yo<br />
estaba muy asustada, pero mi<br />
hermano pequeño, el de color gris<br />
que olía a madera (aclaro que no<br />
teníamos nombres perrunos ni nada<br />
por el estilo, pues nos reconocíamos<br />
por la nariz y cada uno era un olor)<br />
me dio ánimos lamiéndome la oreja y<br />
nos llevaron fuera. Era la primera vez<br />
que salíamos. ¡¡Qué emoción! Había