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Sant Jordi-2014

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tantos olores que nos volvíamos<br />

locos. Queríamos correr y jugar, pero<br />

el humano gritó algo como “¡Caza!”.<br />

Durante mucho tiempo nos enseñaron<br />

a cazar, a levantar la liebre y todas<br />

esas cosas.<br />

Incluso nos ataban a un coche y nos<br />

hacían correr detrás. Pero no todos<br />

valíamos para ese trabajo, y<br />

desgraciadamente algunos de mis<br />

hermanos y hermanas desaparecieron<br />

y nunca los volví a ver. Más tarde<br />

descubrí que nada bueno les habría<br />

pasado. Así que al final quedábamos<br />

seis.<br />

Cuando salíamos a cazar, los<br />

humanos se referían a nosotros con<br />

nombres extraños que nunca antes<br />

habíamos oído. Aprendí que mis<br />

hermanos se llamaban Veloz, Julio,<br />

Nana, Mancha y Tigre, y yo era<br />

Noche. Veloz olía a frío y era el que<br />

corría más rápido, pero no era tan<br />

resistente como yo. Julio era el que<br />

olía a madera y era de color gris.<br />

Nana era del color de la crema y olía<br />

a bellota. Mancha era blanca y tenía<br />

la cabeza marrón, olía a otoño. Y<br />

Tigre era el más travieso y juguetón.<br />

Era de color marrón clarito, casi del<br />

mismo color que Nana, pero tenía<br />

rayas por todo el cuerpo. Él olía a<br />

tierra húmeda.<br />

Salir a cazar no era tan malo.<br />

Corríamos mucho y perseguíamos<br />

liebres e incluso alguna perdiz. Nos<br />

sumergíamos en los olores del bosque<br />

y estábamos atentos a cualquier<br />

movimiento de los arbustos. Lo peor<br />

eran los disparos de las escopetas de<br />

los humanos. Me aterrorizaban, pero<br />

después, si habían conseguido cazar<br />

muchas liebres, nos daban comida y<br />

algún golpecito en la cabeza a modo<br />

de aprobación. Lo malo era si los<br />

humanos no conseguían ninguna<br />

presa o pocas. Se enfadaban mucho y<br />

a gritos nos hacían subir al coche.<br />

Nos llevaban a la jaula, como la<br />

llamábamos nosotros, y un humano<br />

Institut Samuel Gili i Gaya<br />

venía con un palo grueso. Entonces<br />

cerrábamos los ojos para que pasara<br />

rápido, aunque el dolor nos<br />

acompañaba unos días y las cicatrices<br />

se quedaban con nosotros para<br />

siempre.<br />

Ese era nuestro pan de cada día o de<br />

casi cada día. Además, apenas<br />

comíamos. Solo cuando hacíamos<br />

bien nuestro trabajo y aun así<br />

teníamos que compartir una ración<br />

diminuta entre seis.<br />

Pronto llegó el frío y con él la<br />

temporada de caza terminó.<br />

Recuerdo que estábamos durmiendo<br />

los unos pegados a los otros para<br />

darnos calor porque hacía mucho frío<br />

cuando el humano que casi siempre<br />

llevaba el palo abrió la reja de<br />

nuestra diminuta y sucia jaula y nos<br />

ató unas cuerdas al cuello. Tiró de<br />

nosotros con fuerza para que nos<br />

levantáramos y nos llevó al remolque<br />

de su todoterreno. Condujo durante<br />

mucho tiempo. El frío de la noche<br />

cortaba nuestras pieles y Mancha se<br />

puso a llorar. El humano paró cuando<br />

e m p e z ó a s a l i r e l s o l . N o<br />

entendíamos qué estaba pasando. No<br />

habíamos hecho nada malo. Nos hizo<br />

bajar con brusquedad. Y empezó a<br />

caminar, nosotros detrás, por un<br />

bosque en el que nunca antes<br />

habíamos estado. Julio me interrogó<br />

con su mirada y le lamí la oreja,<br />

c o m o h a c í a é l d e p e q u e ñ o .<br />

“Tranquilo”, le dije. Me miró<br />

asustado y con el rabo entre las<br />

piernas siguió caminando. Yo<br />

también estaba aterrada, pero era la<br />

hermana mayor, tenía que mostrar<br />

seguridad.<br />

El humano paró en un claro del<br />

bosque. El sol se colaba entre las<br />

ramas. Nos ató a un tronco delgado y<br />

de su mochila sacó unas cuerdas<br />

recias. Las anudó de una forma<br />

extraña y las colgó de un árbol. Había<br />

seis. Veloz me tocó el hocico, “¿Qué<br />

está pasando?”, temblé. Cogió a Julio<br />

por el rabo, lo desató del árbol y le<br />

puso esa cuerda en el cuello mientras<br />

lo sujetaba. Y entonces lo soltó. Se le<br />

escapó un ladrido de dolor y calló.<br />

Sentí cómo mi cuerpo se sacudía con<br />

fuerza y me hacía un ovillo para<br />

intentar protegerme. Mancha empezó<br />

a llorar con más fuerza y se le unió<br />

Tigre y Nana. El humano gritó con<br />

fuerza y se oyó un disparo, luego<br />

otro. Solo oía la respiración<br />

entrecortada de Nana y de Veloz.<br />

Cogió a Nana del cuello y ella aulló.<br />

Cerré los ojos y dejé de oírla. Nos<br />

desató, Veloz me miró y pegó un<br />

tirón de la cuerda. El humano cayó y<br />

empezamos a correr. “¡Más rápido,<br />

más rápido!”, me ladró mi hermano.<br />

Oí un disparo, luego otro y dejé de<br />

escuchar las patas de Veloz contra el<br />

suelo.<br />

Corrí durante mucho tiempo. No tuve<br />

valor para parar y cuando cayó la<br />

noche no sabía dónde estaba.<br />

El canto de los pájaros me despertó.<br />

Me dolía todo el cuerpo. Tenía varias<br />

heridas. Supuse que me las había<br />

hecho cuando escapaba. Mi barriga<br />

rugió con fuerza. Alcé la cabeza y<br />

observé. Vi una vía del tren. Detrás<br />

de mí había un bosque. Me levanté y<br />

empecé a caminar al lado de la vía,<br />

no tenía ningún otro sitio adonde ir.<br />

Estuve varios días caminando por el<br />

día y descansando por la noche hasta<br />

que llegué a una especie de pueblo.<br />

El ruido que hacían los humanos me<br />

aterraba e intentaba alejarme de ellos,<br />

pero a la vez también me quedaba<br />

cerca por si podía conseguir comida.<br />

Mi nariz me guió hasta un lugar<br />

donde había carne. Me senté enfrente<br />

del escaparate y se me empezó a caer<br />

la baba contemplando salchichas,<br />

entrecots, conejos y corderos<br />

colgados. Entonces, un humano que<br />

llevaba el delantal lleno de sangre<br />

salió por la puerta, cogió una piedra y<br />

me la lanzó mientras escupía “Fuera<br />

de aquí, chucho”. Me tocó en el

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