20.08.2014 Views

o_18vq8ssnh15nuar0ebq1aah1tgoa.pdf

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Jorge Teillier: la segunda mirada / Juan Nicolás Padrón<br />

y responden a intereses ajenos a los valores<br />

intrínsecos de la poesía. Veía al poeta como<br />

una especie en extinción (Plan 1967: 23) y los<br />

problemas esenciales de la poesía por esos<br />

años los centraba en la falta de comunicación<br />

y en las dificultades editoriales para una promoción<br />

adecuada; pensaba que los críticos<br />

estaban sometidos a demasiados compromisos<br />

extraliterarios, que la ayuda condicionada del<br />

Estado no resolvía el dilema y los propios<br />

poetas tenían un comportamiento aislacionista<br />

o de ‘ombliguismo’, es decir, se consideraban<br />

el ombligo del mundo.<br />

La salida propuesta por Teillier frente a<br />

este caos, al menos la que él se dio personalmente,<br />

fue la de arrojar una segunda mirada<br />

sobre la iniciación. Pero no podía ser igual su<br />

escritura después de tanta experiencia adquirida.<br />

La lectura era esencial para la construcción<br />

de su obra, tan necesaria como el propio<br />

recuerdo del que partía o como la estructura<br />

que asumía para la existencia del poema; él<br />

mismo cuenta que leer lo sumergía en una<br />

abstracción semejante a la observada por<br />

Boris Pasternak en los trenes a los moscovitas<br />

en plena Segunda Guerra Mundial,<br />

cuyos pasajeros, ajenos al cercano cañoneo<br />

de los alemanes, leían como si nada estuviera<br />

sucediendo. La reconstrucción del sur con<br />

sus bosques y nieblas, sus lagos y pozas con<br />

escarcha, pájaros diversos y briosos caballos,<br />

y el omnipresente vino de las nostalgias, requerían<br />

de una elaboración mítica del paisaje<br />

para superar la larga historia de poesía<br />

descriptiva o descriptivista ya desgastada.<br />

Amplio y profundo lector, observador hasta<br />

la provechosa contemplación en su búsqueda<br />

serena por lo ignoto o lo inasible, mantuvo<br />

una alta responsabilidad con su obra, pues<br />

cuando se dispuso a publicar, ya estaba<br />

maduro como poeta. Sabía que su universo<br />

se localizaba entre la cordillera y el océano,<br />

desde el sur entre la tierra y la noche, y que<br />

debía hacerlo universal en lo telúrico y en la<br />

nocturnidad; su realismo oculto no se exponía<br />

fácilmente, se rehacía sobre un mundo perdido,<br />

con otro orden y bajo el dominio de la melancolía,<br />

sin neocriollismo ni las pretensiones<br />

de erigir al poeta como centro del universo,<br />

inauguradas por Huidobro y seguidas con<br />

fervor, pero de otra manera, por Neruda;<br />

estaba convencido de que su papel era ser<br />

“hermano de las cosas”, usar lugares comunes<br />

con palabras sencillas salvadas por un “centro<br />

emotivo o verbal”. La búsqueda de esa “edad<br />

de oro” no era exactamente la infancia, se<br />

trataba de un “país sin nombre” que no tenía<br />

principio ni final, un lugar sin tiempo ni<br />

geografía, como para indicar con una flecha<br />

la dirección contraria a la que se marcaba<br />

entonces como “progreso”. (Las citas de este<br />

párrafo, en: Boletín de la Universidad de<br />

Chile 1965).<br />

La necesidad de crearse un mito para<br />

sobrellevar la cotidianidad o el hambre de<br />

sueños y complementar la vida en el villorrio,<br />

provocó iluminaciones que no podían ser<br />

descubiertas bajo la inocencia de las primeras<br />

edades; entonces subyace una sociedad<br />

secreta, una naturaleza dormida que se iba<br />

descubriendo y se despertaba a la segunda<br />

mirada a esos lugares que se habían perdido,<br />

a cosas que ya no se usaban, a seres desaparecidos.<br />

Vida y obra se juntan con cierto neorromanticismo<br />

a cuestas más allá de la constatación<br />

del recuerdo, especialmente en la relación<br />

con el paisaje, y se impone preservar la realidad<br />

de la imaginación; este procedimiento<br />

que se repetía una y otra vez en su obra<br />

quizás sea una reminiscencia de la fundación<br />

del sur en Chile. Una vez le oí explicar a un<br />

profesor de historia que la obsesión del invasor<br />

Pedro de Valdivia, llamado conquistador de<br />

Chile, no era llegar al Estrecho de Magallanes,<br />

sino algo más poético y glorioso: encontrarse<br />

con el Paraíso que suponía en la Antártica.<br />

De ser cierta esta hipótesis, no tan descabellada<br />

si recordamos que tras la irrupción y ocupación<br />

de América latía la aspiración de hallar<br />

el Paraíso, explicaría además el camino largo<br />

y estrecho de Chile, la equidistancia de las<br />

ciudades del sur como si se tratara de asentamientos<br />

para relevos, o el nombre de un puerto<br />

que visto desde el Virreinato del Perú, anunciaba<br />

claramente una dirección: “Va-al-paraíso”.<br />

Esta atmósfera mítica fundacional del sur en<br />

Chile es retomada por Teillier desde sus historias<br />

personales y familiares, en coherencia<br />

y continuidad con sus ancestros. Jaime Giordano<br />

había afirmado: “Los adjetivos romántico,<br />

neorromántico o el último romántico no le<br />

han sentado del todo mal. Se le concede –sin<br />

mucha oposición– el principazgo poético de<br />

las provincias sureñas” (Poesía chilena<br />

(1960-1965): 1966).<br />

La hibridez de un mundo inventado que también<br />

existió y el hecho de recurrir a la memoria<br />

e incorporarle elementos de su cultura, hacen<br />

20<br />

Cathedra no. 18, julio-diciembre 2013

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!