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Tras la huella de Baudelaire en la obra de Ramón López Velarde / Julio Hernández Maldonado<br />
sinónimo del aroma, es único, se pueden<br />
hacer mezclas de pintura y el mismo color<br />
resultante, mas no sucede así con el olor, cada<br />
cosa posee un olor particular. Lo mismo<br />
ocurre con los poemas de Baudelaire, son<br />
irrepetibles, tanto en forma como en consistencia.<br />
Y por lo tanto, los aromas dan continuidad<br />
al desarrollo de una sensación: “Los<br />
aromas perpetúan los matices de las sensaciones<br />
y de los éxtasis” (De Landa 1947: 48).<br />
La vista: se perciben dos importantes<br />
aspectos que han de ser básicos para la<br />
elaboración de la poesía. Uno es el mero acto<br />
de observar para deleite y plasmar la imagen<br />
vista en un papel. Otro es ver con ojo analítico<br />
las diferentes realidades de la gente de las<br />
ciudades, los otros, los pobres que vivían al<br />
día, y de los cuales supo dejar honda huella<br />
escrita como prueba irrefutable de la miseria<br />
que se veía en los alrededores lúgubres de<br />
la ciudad:<br />
vi a un pobre saltimbanqui giboso, caduco,<br />
decrépito, una ruina de hombre, adosado a<br />
uno de los postes de su cuchitril más miserable,<br />
que el del salvaje más embrutecido, y donde<br />
los cabos, de vela, llorosos y humeantes,<br />
iluminaban demasiado bien todavía aquella<br />
miseria (Baudelaire 2000: 54).<br />
Al observar por deleite trabaja el sentido<br />
de la vista, pero no sólo éste, también se hace<br />
uso de la imaginación como recurso estético<br />
que desencadena vivencias al servicio del<br />
lector: “El romanticismo de la imaginación<br />
creadora, de la reconstrucción de los colores<br />
locales y de las evocaciones cálidas introducía<br />
sus experiencias y sus métodos no ya en los<br />
campos del arte, sino en todas las actividades<br />
del talento y del genio” (De Vedia 1972). No<br />
cabe duda que esas experiencias nos remiten<br />
hacia las analogías para descubrir los vínculos<br />
escondidos en donde la imaginación juega<br />
el papel de descubridora. Mientras más imaginación<br />
se apodere de uno, más posibilidades<br />
habrá de explotar. En las imágenes que<br />
surgen de repente, o adquieren una reacción<br />
en contra de un orden social imperante y<br />
luego sirven como protesta, o recurren a una<br />
forma de valoración estética que les es inherente.<br />
Aquí el universo y sus relaciones funcionan<br />
armónicamente. El rechazo a un mundo cargado<br />
de imágenes pesadas como la miseria,<br />
apenas hacía su entrada.<br />
El tacto: en Velarde se nota este sentido,<br />
proyecta un movimiento a tres tiempos. El<br />
primero la mano iluminada; segundo, la mano<br />
va lenta; tercero, la mano queda: “Sobre la<br />
luz del raso/ se retarda y se engríe/ la mano,<br />
como una rancia pena/en un tablero vívido<br />
que ríe” (López Velarde 1994: 194). El tacto<br />
velardeano se expande, pero también logra<br />
causar sensaciones en los protagonistas de<br />
sus obras.<br />
En Baudelaire el tacto queda marcado<br />
por la ejecución del poema: un hemisferio en<br />
una cabellera, ya que no sólo delimita el<br />
sentido del tacto, sino también incluye a los<br />
otros: “!Si pudieras saber todo lo que veo,<br />
todo lo que siento, todo lo que oigo en tus<br />
cabellos!” (Baudelaire 2000: 63). Poema<br />
corto que despliega el sinfín de posibilidades<br />
que le ofrece a la musa. La cabellera se toca,<br />
se ve, se huele y sin embargo Baudelaire oye<br />
algo más allá de una cabellera. Oye los<br />
recuerdos y los ideales.<br />
Lo exótico en ambos poetas<br />
Hablar de lo oculto del lenguaje también es<br />
arriesgado, pero considerando los conocimientos<br />
que ambos poetas tenían de ello, volver<br />
a Velarde, por ejemplo en cuanto a diferentes<br />
cuestiones esotéricas que se dan en varios<br />
poemas y poemas en prosa, hace pensar en<br />
la posibilidad de que haya estudiado textos<br />
ocultos. Por su parte, Baudelaire, en otros<br />
tantos poemas, habla de su filiación a lo satánico,<br />
pero no como doctrina de culto, sino por su<br />
muy arraigado dandismo gustaba de retar las<br />
normas establecidas por la sociedad francesa<br />
católica. En sus escritos a Satán, le suplica<br />
y a su vez menciona varios conceptos que<br />
remiten a lo oculto del lenguaje.<br />
Para comenzar con Ramón López Velarde,<br />
en la prosa Mirando al Valle le habla a la amada:<br />
Tus ojos saben en qué rincón del oriente<br />
parpadea el primer astro; cuál es el ritmo y<br />
cuál es el matiz con que ondulan y blanquean<br />
las ropas cándidas puestas a secar en las<br />
azoteas; cuántos travesaños hay en el ángulo<br />
de cada lugar para que los gallineros se<br />
duerman bajo el cintilar del Zodiaco (López<br />
Velarde 1944: 351).<br />
Con conocimientos de astrología (que<br />
también le interesaba a Velarde), los astros<br />
y el Zodiaco representan premoniciones y<br />
en cuanto al ritmo, como elemento cuantificador<br />
de las ondulaciones, vaivén de la blancura,<br />
el ángulo, todo se mueve bajo el orden de<br />
las constelaciones.<br />
Cathedra no. 18, julio-diciembre 2013 73