HIELO EN KANDERSTEG - Senderoxtrem
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REPORTAJE<br />
Esquí de travesía en La Meije<br />
» Preparando el material en el parking de la estación de » Al principio de la ascensión, dónde nos encontramos con nuestra primera dificultad, una pronunesquí<br />
de La Grave<br />
ciada y resbaladiza pendiente de gravilla oscura, antiguos sedimentos glaciares.<br />
Las Tierras Negras<br />
Claro está que no íbamos a imaginarnos que la primera prueba de<br />
fuego de nuestra salida y el primer obstáculo hacía esos incólumes glaciares<br />
que se elevaban por encima de nuestras cabezas fuese a tener<br />
lugar solo empezar. Acabábamos de salir, con mochila y esquís a la espalda,<br />
del apacible pueblo de La Grave y cruzado el río que marcaba el<br />
inicio de nuestra larga ascensión para acceder al glaciar de Tabouchet<br />
que por despiste tomamos una ruta ligeramente equivocada. El caso<br />
es que de golpe los tres nos encontramos en unas fuertes pendientes<br />
de una gravilla oscura e inestable, antiguos sedimentos glaciares, en<br />
las que era tentador sacar los crampones y piolet de no ser porqué<br />
estábamos a plena vista del pueblo y nos daba corte. Para alcanzar el<br />
lomo que por entonces habíamos deducido era por dónde discurría la<br />
“vía normal”, teníamos que superar una barra particularmente empinada<br />
y guarra si no queríamos perder altura y hacer una larga travesía<br />
para ganarlo. Ahí, en medio de ese cacao geológico y como quién dice<br />
todavía a tiro de piedra de la furgoneta, tuvimos nuestra primera crisis<br />
como equipo. Para el superdotado de Alfons, que era capaz de bailarte<br />
un foxtrot en medio de la norte del Eiger, aquello era un paseo por el<br />
parque pero para David y para mí se trataba de un reto a muerte. Al final<br />
y gracias a nuestra dramática insistencia, logramos convencer a Alfons<br />
de retrazar nuestros pasos y tomar el rodeo para alcanzar el trazado<br />
normal. Una vez pusimos los pies sobre tierra firme, un tanto zarandeados<br />
y sucios de carbonilla negra, empezamos a reírnos de nuestra inesperada<br />
aventurilla, pero su impacto fue profundo y en todo el viaje que<br />
frecuentemente aludiríamos afectivamente a éste como “el Incidente de<br />
Las Tierras Negras” (del catalán les terres negres).<br />
Superadas esas dificultades uno podría pensar que a partir de ahí<br />
» Subiendo por las palas que precedían la entrada al glaciar de Tabouchet<br />
Llegando por fin, después del estrés sufrido en ese día, al acogedor Refu-<br />
»<br />
ge de L’Aigle<br />
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C U A D E R N O S T É C N I C O S