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HIELO EN KANDERSTEG - Senderoxtrem

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REPORTAJE<br />

Esquí de travesía en La Meije<br />

» En el Refuge de L’Aigle dónde su joven guarda nos dio la bienvenida » En el Glacier des Etançons, descendiendo hasta el increíble Refuge du<br />

Promontoire. ¡Otro refugio de ensueño!<br />

De L’ Aigle al Promontoire<br />

Ubicado a 3450mt de altura en un improbable peñasco con impresionantes<br />

vistas, el pequeño Refuge de L’ Aigle se me antojó, en mi<br />

neblinoso cansancio, como un castillo de hadas en un sueño fantástico.<br />

Brumas danzarinas flotaban en la luminosa cara este de la Meije y las<br />

grietas y seracs de su glaciar le daban un aspecto formidable y surrealista.<br />

La joven guarda del refugio nos dio la bienvenida y nosotros nos<br />

instalamos en el ajustado pero acogedor espacio de su interior de madera<br />

adornado con viejas fotos. Solo había otra pareja de escaladores<br />

compartiendo el refugio y pasamos el resto de la tarde planeando nuestra<br />

ruta, bebiendo, comiendo, mirando revistas de alpinismo y relajando<br />

cuerpo y mente del considerable estrés sufrido en ese día.<br />

Por la noche empezó a soplar un viento que amenazaba con llevarse<br />

al pequeño refugio volando hasta Italia pero los cables que anclaban<br />

el refugio soportaron el embate y allí estábamos todavía por la mañana<br />

desayunando. Mientras nos preparamos David y yo le dijimos a Alfons:<br />

“nos encordamos ¿no?”. Los ojos de Alfons se hicieron enormes y soltó:<br />

“¡Hostia, la cuerda!”. Si las miradas pudiesen matar, Alfons hubiese<br />

caído como fulminado por un rayo cuando David y yo al unísono le clavamos<br />

una mirada incrédula. El caso es que Alfons se despistó y nunca<br />

agarró la cuerda que supuestamente él estaba encargado de llevar el<br />

primer día.<br />

Cuando salimos al exterior el viento había amainado algo y solo<br />

unas pocas nubes desfilaban por los cielos, augurando un día más de<br />

buen tiempo. Ya con los esquís en los pies, los tres iniciamos una rápida<br />

travesía por el glaciar que nos llevó hasta el Passage du Serret du<br />

Savon, un portillón que da entrada a la zona superior del Glacier de La<br />

Meije, ya en la cara norte de la montaña, mediante una canal de unos<br />

45-50º que quizás en condiciones óptimas sería esquiable pero que con<br />

la nieve variable y la profunda trinchera que había en el centro de la<br />

canal no nos dejaba más opción que destreparla.<br />

Ahí estábamos de nuevo, David y yo sudando cubos mientras lentamente<br />

bajábamos la canal con piolet y crampones sobre una capa de<br />

nieve inestable y poco cohesiva mientras Alfons lo hacía silbando y con<br />

las pulsaciones a 12.<br />

Alcanzado el fondo de la canal y ya con los esquís de nuevo en los<br />

pies iniciamos la larga travesía debajo de la cara norte de la Meije. El<br />

lugar era magnífico y de no ser por el detalle de no ir encordados hasta<br />

hubiese sido relajante. En camino hacía la Breche de la Meije, nuestro<br />

próximo collado, nos encontramos con varias cordadas que provenían<br />

de la Breche, que es el sentido normal del recorrido y que nosotros modificamos<br />

porqué sabíamos que el tiempo iba a cambiar y por lo menos<br />

queríamos haber hecho el tramo más alto y clásico de la travesía. Todo<br />

el mundo nos miró como si fuésemos marcianos, en parte por que íbamos<br />

a pelo, en parte por ir en sentido contrario. Nosotros nos sentíamos<br />

como si aquello fuese un juego a la ruleta rusa, nunca se puede saber<br />

»<br />

La Breche de la Meije no era particularmente<br />

difícil, pero el lugar era<br />

impresionante, colgado entre afiladas<br />

aristas y gendarmes de granito<br />

rosáceo dominando tortuosos glaciares.<br />

24<br />

C U A D E R N O S T É C N I C O S

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