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HIELO EN KANDERSTEG - Senderoxtrem

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Esquí de travesía en La Meije<br />

» Ascendiendo por el glaciar de Tabouchet<br />

nuestro camino hacía el refuge de l’Aigle sería pan comido pero no fue<br />

así. Una vez nos pusimos los esquís y empezamos a subir las enormes<br />

palas que precedían la entrada al glaciar, la cosa volvió a complicarse.<br />

La nieve estaba dura y los cantos apenas si penetraban unos milímetros<br />

en la superficie rehelada de primavera y el patio que teníamos por debajo<br />

era considerable. Cada vuelta maría que hacíamos era una maniobra<br />

de espantosa precariedad y era inevitable pensar en las temibles consecuencias<br />

de un resbalón, excepto para Alfons, que parecía inmune a<br />

los tormentos psicológicos que padecemos los meros mortales. En mi<br />

cabeza no paraban de rondar las palabras de Alfons cuando esa mañana<br />

nos hacíamos las mochilas le pregunté si iba a agarrar las cuchillas<br />

para los esquís: “Yo hace años que no utilizo cuchillas para los esquís”<br />

me contestó tranquilamente, y ahora yo me maldecía a mi mismo por<br />

pretender que si a él no le hacían falta, a mí tampoco y no agarrarlas por<br />

aquello de minimizar peso.<br />

Para complicar las cosas todavía más, piedras provenientes de las<br />

aristas superiores del Bec del Homme (3454mt), zumbaban constantemente<br />

a velocidades balísticas a pocos metros de nuestras cabezas.<br />

Era como si estuviésemos en una galería de tiro y nosotros fuésemos<br />

los patos de cartón.<br />

Sin perder tiempo David y yo nos sacamos los esquís, nos pusimos<br />

los crampones y tan rápidos como nos permitía el cuerpo nos salimos<br />

por la tangente hasta ganar un lomo más allá de la trayectoria de los<br />

pedruscos. Alfons prosiguió tan tranquilo por su ruta suicida y nos reencontramos<br />

más arriba, dónde la pendiente ya aflojó en algo y pudimos<br />

ponernos los esquís de nuevo. La parte superior del glaciar fue<br />

una gozada, todavía alcanzábamos a ver, aunque minúsculo, el pueblo<br />

de La Grave dos mil metros más abajo mientras seguíamos una arista<br />

desde la que se dominaba el Glacier del Homme y la mole de la Meije y<br />

sus cumbres circundantes.

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