Educar para vivir libres de violencia - Conafe

La casa hechizada
Una vez en el bosque de repente apareció
una casa muy chiquita, como de un metro
de alto y un metro de ancho. Tenía una ventana
de cristal muy clara, casi transparente, por la que se asomaba un
hada muy sonriente, que invitaba a pasar a todo el que caminaba por ahí.
En cierta ocasión, Genaro salió de su casa, rumbo a la escuela primaria,
porque iba en sexto grado; pero a mitad del camino sintió desgano
y prefirió encaminarse hacia el bosque decidido a jugar en el río. Pensó:
“Al maestro le voy a decir que me enfermé, y a mi mamá le diré que
estuve en la escuela”.
Cante y cante, brinque y brinque, Genaro caminó por unas veredas, pero
iba tan despreocupado tirando piedras que no se dio cuenta de que
tomó un camino que no conocía. Así se le fue el tiempo y a las pocas
horas notó que se había perdido. Entonces, descubrió la casita del hada
sonriente, que desde la ventana lo invitó a pasar y le preguntó qué
hacía solo en el bosque.
Genaro sintió vergüenza de admitir que se había ido de pinta, por lo
que inventó que el salió de excursión con el grupo escolar y se perdió.
El hada le abrió la puerta y, al entrar, Genaro se vio en un mundo extraño:
no había paredes; todo era un campo abierto, y atrás de él la
puerta había desaparecido.
El hada tomó de la mano a Genaro y lo condujo a un campo de juegos,
así que Genaro se despreocupó de cómo volver a su casa. Jugó todo
el día y al caer la noche, ya cansado, se aburrió y buscó al hada para
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