Educar para vivir libres de violencia - Conafe

La mamá de Estela le dijo: “Ojalá más personas conocieran esta carta”.
El hada se sintió fascinada: los papás de Estela conocían los derechos
de los niños y los respetaban y procuraban para Estela, porque
convivían en familia, le permitían jugar, la enviaban a la escuela, la
llamaban por su nombre, la alimentaban, la vestían, le daban un hogar,
procuraban su salud y la trataban con amor.
“En el mundo de los seres fantásticos no conocían esa carta, y tal vez
en otros lugares tampoco”, pensó el hada. Al final del día devolvió a la
pequeña Estela al hogar de sus padres, pero le borró los recuerdos
del jardín de las hadas y en cambio le compartió los recuerdos de ese
día en la escuela y con su familia, para que la vida
de la niña continuara feliz.
Y, para contribuir a la felicidad de los
seres humanos, concedió el deseo de
Rebeca, la mamá de Estela: hechizó
muchos libros en la escuela, para
que ahí apareciera la Carta de los
Derechos de los Niños y que todo
mundo la conociera. Cuando volvió
al mundo de los seres fantásticos,
todos estuvieron de acuerdo en que
ese deseo cumplido perduraría por
más tiempo con grandes beneficios
para el ser humano.
Historia de Marina Pérez Galeana
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