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0119 - Viento Sur

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para levantar una movilización que, según reconocen los propios sindicatos del<br />

sector, no se conocía desde hace décadas.<br />

Aunque suene a tópico, hay que apuntar, en primer lugar, al salto cualitativo<br />

con que se nos presenta la “crisis” y a las terribles consecuencias que de ella<br />

se están derivando dentro y fuera de nuestras fronteras. Una “crisis”, en cuyo<br />

nombre se desvían enormes recursos públicos a las entidades financieras que<br />

la producen y prolongan, y sirve de pretexto para imponer un retroceso histórico<br />

en las condiciones sociales y laborales, cuyos límites son imprevisibles.<br />

Las noticias alarmantes de lo que está sucediendo en países de nuestro alrededor<br />

(bajada de salarios, aumento de jornada, despidos masivos, cierre o privatización<br />

de servicios públicos en Grecia, Portugal, Irlanda, Italia,…) nos<br />

avisan de que la misma espada de Damocles pende sobre nuestras cabezas y a<br />

muy corto plazo. Las exigencias de los “mercados” -y de las instituciones<br />

internacionales que marcan pauta a todos los gobiernos- insisten en todas partes<br />

en proceder de forma acelerada al desmantelamiento y venta a precio de<br />

saldo de todo lo público. Desaparecen de un plumazo derechos y conquistas<br />

de tiempo atrás. Ningún colectivo está a salvo. Miles de contratados y funcionarios<br />

de las administraciones públicas son arrojados a la calle para engrosar<br />

esa masa ingente de parados sin futuro, al margen de su edad y cualificación.<br />

Todos los días nos recuerdan que figuramos en la misma lista, y ya asistimos<br />

a medidas similares en nuestro país. Los recortes en la sanidad de Cataluña y<br />

la generalización de idénticos problemas y soluciones, se han visto acompañados<br />

por otros igualmente graves en el terreno de la enseñanza, siendo Madrid<br />

el primero en levantar una bandera que ha tenido inmediato seguimiento en<br />

otras comunidades.<br />

El desmantelamiento de los sistemas públicos de sanidad y educación, tal<br />

como los hemos conocido durante décadas, no se ve ya como una simple<br />

declaración de intenciones de fanáticos neocons ni una tendencia que agoreros<br />

aprensivos dicen vislumbrar en el horizonte. Se manifiesta ahora como una<br />

cruda realidad del presente y un futuro cercano más amenazador. Han suprimido<br />

camas de hospitales y quirófanos, han restringido atenciones médicas de<br />

primera necesidad, con repercusión directa en la salud de muchas personas. En<br />

nuestro caso, se han suprimido miles de profesores y medios imprescindibles<br />

para garantizar el funcionamiento normal de los centros, se han echado atrás<br />

sin mayor consideración anteriores conquistas profesionales y las mínimas<br />

condiciones para un ejercicio eficiente y digno de la docencia. ¿Cuál puede ser<br />

el siguiente paso?<br />

Ese es el desasosiego que ha calado en buena parte del profesorado y ha<br />

empezado a extenderse a otros sectores sociales, seriamente preocupados por<br />

el porvenir inmediato de la educación pública. Las “instrucciones” de comienzo<br />

de curso decretadas a principios de julio por la Consejería de Educación de<br />

la Comunidad de Madrid han hecho saltar la alarma. Más que la gota que des-<br />

VIENTO SUR Número 119/Noviembre 2011 113

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