G E N E R A C I Ó N - Ediciones Universitarias

Durante los primeros años de vida, los niños
realizan continuas e ilimitadas actividades,
como saltar, correr o gritar, las cuales
forman parte del comportamiento normal
de la mayoría. Ello provoca el agotamiento
y la preocupación de los papás, quienes deben irse
acostumbrando a esto, ya que es el modo en el que los
pequeños avanzan y toman sus propias decisiones.
No se trata de que los padres dejen hacer a sus hijos todo lo
que quieran o darles todo lo que les pidan; por el contrario,
deben enseñarles a tolerar la frustración que les suponga el
no obtener las cosas, a tener paciencia y a saber cuáles son
los límites de la convivencia con los demás.
Los papás tienen
que encontrar
soluciones
inteligentes
y creativas
Padres blandos o duros
Los papás tienen que encontrar soluciones inteligentes y creativas para
afrontar dichas situaciones, pero sin etiquetar al niño en lo que pudieran
creer que son defectos. No hay que confundir a los pequeños inquietos
con los maleducados, desobedientes, mimados, consentidos, groseros o
intolerantes, sino propiciar el comportamiento educado, amable y social.
La rebeldía es consustancial a los niños e incluso,
buena. Es preferible que un niño sea algo
inquieto y rebelde, a que sea blando,
que se deje abusar por los demás
o que no tenga voluntad propia,
sobre todo durante las etapas
en las que debe aprender
a ser autónomo, a tomar
decisiones, a argumentar y a
distanciarse de la madre. No
hay que confundir la rebeldía
con la tiranía. Si la tiranía no
se frena, acaba por estallar en
causas peores. Las características
de los niños tiranos son la falta de
empatía, bajo sentimiento de culpa,
poco arrepentimiento por los actos
cometidos, insensibilidad ante el dolor
que causan a sus padres, hermanos,
profesores y amigos, su regocijo
haciendo daño, entre otras.
Generación Anáhuac 25