Objetivos de Desarrollo del Milenio - Argentina 2005- 2010

31
OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO
ARGENTINA
LA IGUALDAD DE GÉNERO.
UN CAMINO HACIA LA
EXPANSIÓN DE LA CIUDADANÍA.
LOS AVANCES LOGRADOS Y
LAS TENDENCIAS PARA SU
CONTINUIDAD
Uno de los espacios más relevantes para afirmar
y afianzar la democracia como forma de organización
social es el de la igualdad de género.
Ello supone garantizar igualdad de oportunidades
e igual participación de hombres y mujeres
en la distribución de roles, en el acceso
a bienes y servicios, así como respecto a posiciones
de dirección en instituciones públicas
y privadas.
La Argentina, al igual que gran parte de los
países de América Latina, ha mostrado importantes
cambios hacia la construcción de
una sociedad más igualitaria. A mediados del
siglo pasado las mujeres conquistaron sus derechos
políticos. Desde entonces, y al calor
de las luchas del movimiento de mujeres, se
fueron alcanzando reformas para asegurar
condiciones de igualdad en el campo de los
derechos civiles. Por otra parte, las transformaciones
que a lo largo del siglo pasado introdujeron
la urbanización, la industrialización
y el desarrollo de servicios en el campo de
la economía y de la sociedad, convocaron a
una presencia cada vez más significativa de la
mujer junto al hombre en la economía.
En el sistema educativo, la igualdad de género
(más allá de algunas pequeñas diferencias)
ya ha sido alcanzada hace varios años. Según
la información del Censo de Población y Vivienda
de 1991, la relación entre tasas de alfabetización
femenina y masculina en el tramo
de edad de 15 a 24 años era del 100.5% mientras
que las tasas de femineidad 16 eran del 97%
en los niveles primario y secundario del sistema
educativo, y del 100% en el conjunto del sistema.
En el 2001 esta participación se había elevado
a 101% y 105% respectivamente.
En el terreno de la actividad económica, la participación
femenina ha venido aumentando en
forma constante. Este incremento fue significativo
desde la década de los 80 y evidente en
la última década, ahora impulsado también
por los cambios ocurridos en la esfera productiva
que provocaron una pérdida significativa
de empleo de los jefes de hogar, y la incorporación
al mercado de trabajo de sus cónyuges,
de las jefas de hogar y de los hijos varones a
fin de preservar, al menos en parte, la capacidad
de consumo de los hogares. La participación
económica de las cónyuges creció en la primera
parte de la década del 90 del 34% al 40% para
el total urbano, al punto que dos terceras partes
de las mujeres activas eran cónyuges y jefas
de hogar. Este incremento en la participación
económica femenina se tradujo en una
tasa de actividad de 35,2% en el 2000 en la
Región Metropolitana de Buenos Aires. Sin
embargo, se concentró en los servicios sociales
y en los servicios financieros y de empresas,
que fueron algunos de los sectores que
más se expandieron en el período, siendo
particularmente importante la actividad de
las mujeres en el empleo doméstico. La tasa