Dominical - La Opinión de Zamora
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Domingo, 8 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 2012 / LA OPINION-EL CORREO<br />
dominical / VII<br />
Puerta óptima dominical<br />
Primicia<br />
mundial<br />
bro —<strong>de</strong>cía mi tía— a lo mejor se le<br />
paran y le da un paralís en el corazón<br />
que la manda pal otro barrio...<br />
Mi tía siempre que daba un diagnóstico<br />
daba una solución. Dijo que<br />
lo mejor para que las «cérulas» <strong>de</strong>l<br />
«celebro» no se le «congielaran» era<br />
aplicarle a la cabeza un chorro <strong>de</strong><br />
aire caliente con el secador <strong>de</strong>l pelo.<br />
Mi abuela estaba como ida. Ida<br />
estaba casi siempre, pero aún más.<br />
Tenía la boca medio abierta buscando<br />
una bocanada <strong>de</strong> aire caliente y las<br />
manos aferradas a la cartilla <strong>de</strong> ahorros.<br />
Aquella visión daba miedo. A lo<br />
mejor cuando se muriera no éramos<br />
capaces <strong>de</strong> arrancarle <strong>de</strong> las manos la<br />
cartilla y teníamos que enterrarla con<br />
ella en vez <strong>de</strong> con el rosario que le<br />
había regalado mi tío Idumeo, que<br />
estaba hecho con cuentas <strong>de</strong> tito <strong>de</strong><br />
aceituna <strong>de</strong>l huerto <strong>de</strong> Getsemaní.<br />
Cuando la abuelilla fue volviendo<br />
en sí, las pestañas comenzaron a<br />
<strong>de</strong>shacérsele y a caerle el agua por la<br />
mejilla abajo. Mi tía Rugantina pensó<br />
que lloraba y dijo:<br />
—Pobrecica, está emocionada…<br />
Mi abuela no estaba emocionada,<br />
estaba empapada por el hielo <strong>de</strong>rretido<br />
por el secador <strong>de</strong> pelo. Yo no quise<br />
quitarle la ilusión a mi tía. Lo que<br />
no podíamos compren<strong>de</strong>r es por qué<br />
la abuelita había querido suicidarse<br />
<strong>de</strong> una manera tan original y tan<br />
extraña.<br />
<strong>La</strong> abuela Josefa hacía más <strong>de</strong><br />
veinticinco años que no podía hablar.<br />
Cuando lo intentaba, el aire se le iba.<br />
Solo cuando tenía la <strong>de</strong>ntadura postiza<br />
puesta conseguía articular alguna<br />
palabra. El aire le chocaba en los<br />
dientes y en la boca se le formaban<br />
algunas palabras en una nebulosa como<br />
<strong>de</strong> vapor con<strong>de</strong>nsado en un cristal.<br />
Aquella Nochevieja mi abuela<br />
consiguió hablar alto y claro antes <strong>de</strong><br />
entrar en un profundo sueño <strong>de</strong>l que<br />
solo salió cuando olió el aroma <strong>de</strong> la<br />
cabeza <strong>de</strong> cor<strong>de</strong>ro recién asada ante<br />
sus narices.<br />
Nos habíamos sentado a la mesa y<br />
habíamos <strong>de</strong>cidido no molestar a la<br />
abuelilla en su sueño. No cenaría, pero<br />
tampoco pasaba nada. Ella solía<br />
tener un buen saque y por una noche<br />
que no comiera su cabeza, no habría<br />
problema alguno. <strong>La</strong> comería para<br />
<strong>de</strong>sayunar.<br />
Fue mi madre poner la ban<strong>de</strong>ja <strong>de</strong>l<br />
cor<strong>de</strong>ro con la cabeza sobre la mesa<br />
y mi abuela abrir los ojos. Luego comenzó<br />
a levantar una mano temblorosa<br />
mientras la otra la tenía sobre el<br />
mandil con la cartilla <strong>de</strong> ahorros.<br />
Alcanzó con enorme facilidad la cabeza<br />
<strong>de</strong>l cor<strong>de</strong>ro, la agarró <strong>de</strong> la mandíbula<br />
con precisión <strong>de</strong> cirujano y tiró<br />
<strong>de</strong> ella hacia su plato.<br />
Le hincó la <strong>de</strong>ntadura a los sesos<br />
<strong>de</strong>l cor<strong>de</strong>ro y al momento vimos cómo<br />
el placer chorreaba por su barbilla<br />
abajo. Todos sonreímos satisfechos<br />
y felices. Solo entonces mi madre<br />
se atrevió a preguntarle a mi<br />
abuelilla:<br />
—Madre, por qué metió usted la<br />
cabeza en el frigorífico, mujer, no ve<br />
que podía haber muerto congelada…<br />
Mi madre no esperaba respuesta<br />
alguna <strong>de</strong> aquella boca medio paralizada,<br />
por eso se quedó <strong>de</strong> piedra<br />
cuando oyó que mi abuela le respondía:<br />
—<strong>La</strong> culpa la tuviste tú, Bernarda.<br />
—Por qué —preguntó mi madre<br />
alarmada.<br />
—Porque tú fuiste la que me dijiste:<br />
«meta la cabeza en el frigorífico».<br />
Todos sonreímos mientras mi madre<br />
replicaba:<br />
—Pero me refería a la <strong>de</strong>l cor<strong>de</strong>ro,<br />
madre.<br />
—Pues haber precisado, hija —respondió<br />
ella mientras se sacaba la<br />
<strong>de</strong>ntadura que le rozaba, y seguía rañando<br />
su cabeza (la <strong>de</strong>l cor<strong>de</strong>ro, me<br />
refiero).<br />
<strong>de</strong>lfin_rod@hotmail.com<br />
El día antes <strong>de</strong> las campanadas <strong>de</strong> Nochevieja,<br />
Paqui-rrón, el hijo <strong>de</strong> Isabel Pantoja, <strong>de</strong>jaba<br />
a su novia Jessica Bueno. Bueno, Jessica<br />
a secas. Este diario y este columnista se hicieron<br />
eco <strong>de</strong> la noticia y fueron aún más allá: dieron<br />
la primicia mundial <strong>de</strong> que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> las<br />
campanadas, lo primero que haría Paqui-rrón<br />
era <strong>de</strong>jar el rrón y convertirse <strong>de</strong> nuevo en rrín,<br />
reconciliándose con la novia.<br />
Así ha sido, señores. O aproximadamente<br />
así. No sé si me equivoqué en algunos flecos,<br />
pero en lo esencial hicimos pleno. Y no porque<br />
tuviéramos infiltrado en el corazón <strong>de</strong>l «Pantojo»<br />
un enano soplón. Fue simple <strong>de</strong>ducción<br />
<strong>de</strong> un Sherlock Holmes a la sanabresa.<br />
Estos tipos sin arte, parte ni beneficio, siempre<br />
hacen lo mismo: cogen novias o novios, lo<br />
anuncian cobrando, preñan novias, lo anuncian<br />
cobrando, programan bodas, lo anuncia cobrando,<br />
<strong>de</strong>jan novias, lo anuncian cobrando y<br />
vuelven a cogerlas para reiniciar el ciclo cobrando.<br />
Es el ciclo vital <strong>de</strong>l ocioso que tiene por único<br />
mérito ser hijo <strong>de</strong>, haberse acostado con, tener<br />
un hijo <strong>de</strong>, o casarse con futbolista, torero<br />
o similar individuo o individua en el escalafón<br />
dinerario.<br />
Acabamos <strong>de</strong> ver el inicio <strong>de</strong> un asunto similar.<br />
Un tal Nilo Manrique, cubano <strong>de</strong> cierta<br />
fama por casarse con la insoportable Isabel Gemio,<br />
acaba <strong>de</strong> echar la caña y pronto comenzará<br />
a recoger sedal en Tele 5. Ha dicho que su ex<br />
mujer cubana tiene unas fotos <strong>de</strong> la Gemio en<br />
pelotas. Que él, que es muy bueno, la ha <strong>de</strong>mandado,<br />
pero que ella no quiere <strong>de</strong>volver las<br />
fotos.<br />
Pronto veremos a Isabel <strong>de</strong>spelotada en<br />
Internet y al Nilo este contando toda la odisea<br />
previo taloncito millonario. Es el modus operandi<br />
<strong>de</strong> estos parásitos sociales que viven <strong>de</strong>l<br />
sable. <strong>La</strong> nueva fórmula <strong>de</strong> estafa, solo que<br />
consentida y <strong>de</strong>seada por las teles y ávidamente<br />
consumida por nosotros.<br />
En el caso <strong>de</strong>l fracaso y reencuentro sentimental<br />
<strong>de</strong> Paquirrín, me hizo gracia ver los comentarios<br />
<strong>de</strong> los señores cotilleros que se <strong>de</strong>dican<br />
a esto. Ignorantes <strong>de</strong> cuanto pasaba, se<br />
aventuraban a dar hipótesis para justificar su<br />
sueldo.<br />
Unos dijeron que Jessica llevaba tres días sin<br />
comer y que se había reestrenado con su novio<br />
tomando una sopa <strong>de</strong> marisco. Otros dijeron<br />
que Paquirrín <strong>de</strong>jó a la Bueno porque le dio un<br />
ataque <strong>de</strong> pánico, más exactamente, <strong>de</strong> «terror».<br />
Craso error. Si acudimos a la <strong>de</strong>ducción<br />
lógica, fue Jessica la que <strong>de</strong>bió <strong>de</strong>jar a Paquirrón<br />
por el mismo motivo, un ataque <strong>de</strong> terror.<br />
Solo tenía que verse con él en pelotas en la cama<br />
para que se obrara el prodigio <strong>de</strong>l miedo.<br />
Lo cierto es que, a lo tonto a lo tonto, unos<br />
señores habilísimos viven <strong>de</strong> esto sin tener que<br />
cruzar la frontera <strong>de</strong> la cruda crisis. Ahí tienen<br />
a una peluquera <strong>de</strong> medio pelo, como Rosa Benito,<br />
que por ser cuñada <strong>de</strong> Rocío Jurado, radiar<br />
su enfermedad y la vida <strong>de</strong> su hija en un<br />
programa <strong>de</strong> esos basura, se hizo una banqueta<br />
<strong>de</strong> comentarista.<br />
Está bien todo esto. Si el público <strong>de</strong>manda<br />
este tipo <strong>de</strong> engaño como una forma <strong>de</strong> pasar<br />
un rato entretenido, pues qué bien. Lo que sí<br />
chirría un pelín más es cuando la <strong>de</strong>l braguetazo<br />
con Jesulín o la <strong>de</strong>l braguetazo con Rocío<br />
Jurado se ponen trascen<strong>de</strong>ntes para analizar la<br />
crisis. Aunque, tal vez, hagan el mejor análisis<br />
<strong>de</strong> todos, porque siempre dicen lo mismo: «¡vamos,<br />
hombre, que ya está bien, ¿entien<strong>de</strong>s lo<br />
que te digo?».