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Todavía recuerdo con terror la prueba que<br />
me vi precisado a soportar, hace ahora dos años. No<br />
creo que ningún hombre, a lo largo de toda la<br />
Historia de la Humanidad,haya padecido algo igual.<br />
Afortunadamente, todo aquello fue superado y hoy<br />
me encuentro satisfecho y feliz.<br />
Pasé los primeros veinte años de nvi vida<br />
tranquilo, sosegado, disfrutando de mi trabajo y de<br />
sus resultados. Terminado el Bachillerato, me matriculé<br />
en la Facultad de Filosofia y Letras en la que<br />
obtuve las máximas calificaciones y, poco después,<br />
conseguí una plaza de Profesor en la Universidad de<br />
Sevilla.<br />
Todavía muy joven, conocí una chica, <strong>El</strong>ena,<br />
compañera de curso, de la que en poco tiempo me<br />
hice novio. Iniciamos los preparativos para una<br />
inmediata boda.<br />
Pero fue entonces cuando surgió lo inesperado,Io<br />
imprevisible. Yo siempre, a tenor de mi personalidad<br />
y de mis estudios, había sido una persona<br />
sensible, delicada, respetua con todo y, en especial,con<br />
los derechos e inclinaciones de los demás.<br />
Mas es el caso que una mañana, para distraerme y<br />
descansar, realicé un breve paseo por el parque de<br />
la ciudad. No había casi nadie y, plenamente satisfecho,<br />
discurría por uno de los senderos. En mi deambular<br />
llegué a una diminuta glorieta. En su centro,<br />
sobre un pequeño basamento, una preciosa jarra de<br />
cerámica. Me detuve para contemplarla, Aquello era<br />
auténtica. belleza.. Pero, en un momento dado, sentí<br />
un impulso irrefrenable que me arrastraba a destrozarla.<br />
A pocos pasos, divisé una gruesa rama desprendida<br />
sin duda de alguno de los árboles circundantes.<br />
La empuñé y, con golpes certeros, hice<br />
polvo la jarra.<br />
Quedé luego jadeante y desconcertado. Yo,<br />
amante de las Artes y de la Belleza, había hecho desaparecer<br />
aquella maravilla. ¿Por qué razón. No<br />
podía comprenderlo.<br />
Calculé honestamente lo que la jarra podía<br />
valer y remití el importe, anónimamente, al Área de<br />
Cultura del Ayuntamiento, para que la sustituyeran<br />
por otra nueva.<br />
¿Qué me habla podido ocurrir. No acertaba<br />
a comprenderlo.<br />
Mas no quedó en esto todo: Al cabo de dos<br />
o tres semanas, paseando por el centro de la ciudad,<br />
me crucé con un señor -más de setenta años tenia-,<br />
correcto y atildado, que me saludó al verme con una<br />
ligera inclinación de cabeza. Pero, no sé por qué<br />
razón, me dirigí a él, lo agarré por el cuello e intenté<br />
-creo- estrangularlo.<br />
Afortunadamente, compareció una pareja de<br />
la Policía Local que nos condujo a todos a la<br />
Comisarla. Allí resultó que el Comisario era un antiguo<br />
compañero de estudios mío. Por otra parte, el<br />
agraviado, ante mis sinceras disculpas, renunció a<br />
ejercitar acción alguna y el caso no tuvo ninguna<br />
consecuencia.<br />
Pero yo estaba trastornado, sin saber a qué<br />
EL COMPAÑERO (I)<br />
pudieran deberse aquellas extrañas e inesperadas<br />
actuaciones mías.<br />
Así que me decidí a acudir a un Psiquiatra. Era un<br />
hombre mayor, de firme carácter, afable y comprensivo.<br />
Le conté con los mayores detalles cuanto me<br />
había ocurrido. De todo elfo tomó buena nota y me<br />
sometió después a una serie de pruebas de las que<br />
fueron protagonistas aparatos de aspecto terrible.<br />
Al final - tuve que ir a su consulta en otras<br />
dos ocasiones- me diagnosticó: - No tiene usted<br />
absolutamente nada. Solo una alteración nerviosa y<br />
emocional que no sé que ha provocado, y que origina<br />
estas reacciones, le voy a recetar unas pastillas<br />
sedantes. Tres cada día. Dentro de un mes vuelva a<br />
verme de nuevo. Estoy seguro de que para entonces<br />
se encontrará perfectamente bien.<br />
Pero -insistí- ¿no habría la posibilidad de<br />
que me hubieran hipnotizado, de que fuera objeto de<br />
la voluntad de otra persona que me obligase a realizar<br />
todas estas acciones indeseadas.<br />
- No, no es posible. Sus reacciones son<br />
demasiado espaciadas y siempre contradicen su<br />
postura emocional. No crea usted que los hipnotizadores<br />
gozan de tan amplias facultades como se atribuyen<br />
en los espectáculos que presentan. Lo dicho:<br />
Tome sus pastillas y vuelva a verme al cabo de un<br />
mes.<br />
No quedé en absoluto satisfecho sobre el<br />
diagnóstico.<br />
Lo que me ocurría era algo mucho más profundo,<br />
originado por otras razones.<br />
Mis consideraciones eran cada vez más<br />
alambicadas. Llegué a pensaren la posibilidad de<br />
una posesión diabólica. Muchas se había dado a lo<br />
largo de la Historia. ¿Me encontraría a merced de<br />
cualquier espíritu maligno.<br />
Así que, contradiciendo todas mis convicciones<br />
racionales y positivas, fui a visitar a un viejo<br />
sacerdote especialista en temas de endemoniados y<br />
exorcismos.<br />
Era un anciano afable, comprensivo, que me<br />
acogió con el mayor cariño. Después de exponerle<br />
mis problemas y sin recurrir al viejo recurso de oraciones<br />
o salmos, me dijo:<br />
- Hijo mío: No puedo ayudarte. Nada sobrenatural<br />
te ocurre. Si todo esto ha pasado, debe tener<br />
su origen en causas físicas o normales. Solo puedo<br />
decirte, que de cualquier forma, pediré cada día a<br />
Dios por ti.<br />
Otra puerta que se me cerraba. Porque,<br />
entre tanto, yo había cometido, sin poderlo evitar,<br />
muchas mas tropelías.<br />
¿Qué hacer. Como tantos otros sumidos<br />
en una situación límite, recurrí al fin a una solución<br />
también extrema que un viejo amigo me sugirió:<br />
Visité a una mujer Vidente, abierta a a la otra.<br />
¿Como poderlo comprobar.<br />
La Ciencia y la Religión no me habían brindado<br />
solución alguna. Era yo el que tenía que afrontar<br />
el problema. (Sigue en el número siguientes)<br />
Octubre 2007 Boletín TU PARROQUIA Página 27