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INTRODUCCIÓN
XVII
Para dar respuesta a esta pregunta no basta con distinguir dos
planos de eficacia significativa, uno histórico y otro trascendente.
La dificultad teológica tiene su origen en el deseo de mantener
que el significado de que es portadora la Sagrada Escritura está
sometido a la historia y, sin embargo, solo puede descubrirse a la
luz de la tradición viva de la Iglesia, es decir, que el significado
histórico de la Escritura es a la par realmente humano y trascendente.
Como viene recordando repetidamente el Magisterio en
las últimas décadas 7 , el misterio de la Escritura santa es paralelo
al misterio de la Encarnación del Verbo. Aunque de manera distinta
en cada uno, en ambos una entidad humana, sin perder su
identidad propia, es revelación trascendente de la plenitud de la
divinidad.
Así las cosas, no cabe hoy contentarse con repetir claramente la
enseñanza de la Iglesia acerca de los requisitos imprescindibles para
entender el verdadero sentido de las Escrituras y acerca de su peculiar
eficacia significativa. Siendo mucho, es insuficiente. Importa,
además, suministrar a los fieles los elementos de juicio de orden
racional que les permitan advertir cómo esa enseñanza se asienta en
la naturaleza de los procesos de significación propios de los textos y
cómo los escritos bíblicos expresamente que han de ser leídos en el
seno de la comunidad creyente y a la luz de la predicación autorizada
que le da origen 8 .
En esta tarea, el progreso de la reflexión lingüística puede prestar
una ayuda inestimable. En efecto, el siglo XX ha sido, entre
otras muchas cosas, el siglo de la lingüística. Su emergencia, consolidación
y progreso han venido acompañados de los titubeos y
desorientaciones que escoltan siempre todo esfuerzo humano por
aprehender la realidad. Y, al mismo tiempo, ha producido frutos
magníficos de conocimiento y ejemplos radiantes de sincera
entrega a la tarea intelectual. Las metas alcanzadas al concluir ese
siglo abren nuevos horizontes al estudio de los textos y, con ello,
7
Cf., p.e., JUAN PABLO II, Discurso en la presentación del documento La interpretación
de la Biblia..., n. 16, o.c., en EB 1245. Cf., también, DV 13. Cf., también, PÍO XII,
Carta encíclica Divino afflante Spiritu, en EB 559.
8
Una explicación pormenorizada de las cuestiones teológicas descritas y un balance de
cómo afectan a la exégesis bíblica se encontrará en el conjunto de artículos compilados en
F. REFOULÉ – F. DREYFUS (eds.), Quale esegesi oggi nella Chiesa (Sussidi Biblici 38-39; San
Lorenzo, Reggio Emilia 1992-1993).