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ver contenido - Yacht Club Argentino

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Vamos a la esquina sudoeste de las islas Malvinas, para<br />

una vez allí, decidir qué derrota seguir, si por el norte o<br />

por el sur, para llegar a Puerto Stanley.<br />

Con las últimas luces del día podemos darnos el gusto<br />

de admirar por la popa la imponente estampa<br />

montañosa de la Isla de los Estados, último vestigio de<br />

la Cordillera de los Andes hundiéndose en el vasto<br />

océano austral, completamente blanca de nieve.<br />

El casco y la cubierta, es decir toda la estructura de<br />

este velero, de construcción reciente, es de acero<br />

naval, muy robusta y de muy buena calidad. Lo mismo<br />

se puede decir de la jarcia, absolutamente<br />

sobredimensionada. La planta motriz también es nueva<br />

y funciona sin inconvenientes.<br />

Adaptado a las condiciones del sur, se puede gobernar<br />

desde una cámara central muy amplia, al resguardo de<br />

unas grandes ventanas, o desde afuera cuando el<br />

tiempo lo permite, llevando en sus tanques, integrados<br />

a la estructura, suficiente combustible como para<br />

poder navegar miles de millas a motor.<br />

Donde los barcos normalmente tienen un tambucho de<br />

acceso, en la parte posterior de la carroza, este barco<br />

posee una escotilla tipo buque, que comunica el<br />

cockpit con la cámara central.<br />

En el momento de esta travesía, contábamos con<br />

escaso instrumental: un viejo compás de gobierno<br />

interior, de esos chatos que se utilizaban antes,<br />

bastante pequeño, de unos 15 centímetros de<br />

diámetro, con montaje cardánico y una pequeña luz de<br />

diodo pegada sobre el mismo, un GPS portátil, un GPS<br />

fijo de lectura bastante incómoda, un compás de<br />

gobierno exterior y una radio VHF.<br />

A bordo no había ningún juguete electrónico de esos<br />

que ahora se pueden encontrar arriba de cualquier<br />

barco y sin los cuales, hoy en día, parece que no se<br />

puede navegar ni a Colonia.<br />

Pero bueno, con los GPS ya es suficiente, ¿qué más<br />

Incluso sobran, porque como siempre hago en estos<br />

casos, había traído mi propio GPS portátil, el cual<br />

también estaba a mano enchufado en el tablero.<br />

Lo único que se extrañaba de <strong>ver</strong>dad era un buen timón<br />

de viento, o en su defecto un piloto automático, por lo<br />

incómodo de no poder largar el timón, de manera que<br />

hacíamos las guardias pegados a la rueda, uno<br />

timoneando y el otro de retén, dos horas cada uno.<br />

También se deduce de lo anterior que carecíamos de un<br />

meteoro actualizado, porque no había elementos a<br />

bordo como para recepcionar los mismos, el último que<br />

se obtuvo era de la Armada Chilena, de hace 3 días<br />

atrás, datos que en estas latitudes suelen<br />

desactualizarse rápidamente.<br />

Pero bueno, lo importante es que el barco es muy<br />

fuerte, apto para aguantar cualquier cosa, se puede<br />

timonear desde adentro y está equipado con una buena<br />

estufa a gasoil.<br />

Como si Neptuno y Eolo estuvieran al tanto de nuestra<br />

incertidumbre meteorológica, a partir de las últimas<br />

horas del día comienza a bajar rápidamente el<br />

barómetro y a afirmarse el viento del sur, con marejada<br />

en aumento, circunstancias que no nos sorprenden<br />

demasiado, y para las cuales cada cual estaba<br />

seguramente preparado a su manera.<br />

Pero en estas latitudes, una cosa es lo que uno supone<br />

o imagina, y otra, bastante distinta, la realidad.<br />

De acuerdo a lo dicho, por la noche la mano se va<br />

poniendo densa. Se riza continuamente el paño hasta<br />

bajar completamente la mayor, el yanqui bien enrollado<br />

como un palo, también queda como si no existiera. De<br />

ahí en adelante seguimos con la trinquetilla sola,<br />

barrenando unas olas tendidas de tamaño respetable.<br />

Día 2.<br />

El día se presenta duro y cambiante con chubascos<br />

dispersos. En algunos momentos sale el sol entre la<br />

nevisca pero de vez en cuando cae una granizada, todo<br />

inmerso en una temperatura muy baja, lo cual sumado<br />

a la intensidad del viento del sur, hace que no se pueda<br />

aguantar sobre cubierta más que un par de minutos.<br />

Cambiamos la trinquetilla por un tormentín de muy<br />

reducido tamaño en<strong>ver</strong>gado con unos garruchos<br />

sobredimensionados de aspecto bien fuerte.<br />

Estimamos que soplan ya arriba de 60 nudos. El mar<br />

está blanco de espuma.<br />

Por la tarde y detrás de un nuevo chubasco, se larga en<br />

serio.<br />

Las grandes olas cachetean al barco con tal violencia,<br />

que hacen saltar por los aires a una cantidad de cosas:<br />

cartas y elementos de dibujo, GPS portátiles,<br />

largavistas. Una gran olla de sopa preparada para el<br />

viaje y trincada sobre la cocina cardánica sale volando<br />

Puerto Hoppner<br />

El <strong>Yacht</strong> enero 2008<br />

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