El Tajo que habló - Calzada de Valdunciel
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EL TAJO QUE HABLÓ, pág. 30<br />
COCINA CON ENSERES, PERSONAS, LUMBRE Y TAJO ARDIENDO<br />
<strong>El</strong> tajo <strong>de</strong> la raja, la pata saliente e inclinado lo seguían<br />
utilizando pero <strong>de</strong> mala gana. Le lanzaban improperios y le pusieron<br />
motes como el cojo, el "esculao", el <strong>de</strong> la pata "salía" o el "la<strong>de</strong>ao".<br />
Pero cuando venían vecinos o familiares había <strong>que</strong> utilizar todos los<br />
asientos <strong>que</strong> había, entre ellos el tajo con <strong>de</strong>fecto.<br />
Una vez vinieron unos familiares y uno <strong>de</strong> ellos se sentó en él.<br />
Ya al cogerlo lo miró <strong>de</strong> una forma un poco rara, no lo conocía, pasó<br />
algún tiempo sentado encima pero se movía con frecuencia haciendo<br />
gestos. Después <strong>de</strong> pasado un rato dijo: oye hermano, este tajo es<br />
algo... vaya con el tajo. <strong>El</strong> hermano le dijo a uno <strong>de</strong> sus hijos<br />
pe<strong>que</strong>ños: anda vete a la habitación don<strong>de</strong> está la camilla y traes una<br />
silla a tu tío y tu te sientas en el tajo. <strong>El</strong> chico fue a buscarle y traerle<br />
la silla pero al llegar a la cocina dijo: siempre me toca a mí sentarme<br />
en el tajo esculao, le tengo un asco al tajo... y a regañadientes se<br />
sentó en él. <strong>El</strong> tajo cada día era más <strong>de</strong>spreciado. Así pasó un tiempo<br />
apartado en un rincón y casi olvidado hasta <strong>que</strong> un día hizo mucho<br />
frío y estaba toda la familia sentados al amor <strong>de</strong> la lumbre. <strong>El</strong> marido<br />
Antonio Gordillo Asunción