julio - LiahonaSud
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tuir la desilusión, la tragedia y el pesar<br />
con ánimo y esperanza. Los frutos del<br />
buen ánimo están dentro de nosotros,<br />
junto a nuestra resolución, prioridades y<br />
deseos; jamás procederán del exterior, no<br />
se pueden comprar ni robar, y son invalorables.<br />
Cuando pienso en personas bien disciplinadas<br />
y consagradas de corazón a tener<br />
buen ánimo, me vienen a la memoria<br />
muchos ejemplos. Ellas nos elevan con<br />
su actitud jovial llena de gozo y esperanza;<br />
parece que avanzan animadas, con<br />
una porción extra de fuerza y amor.<br />
Relataré un par de ejemplos. Conozco<br />
a una hermosa dama de buen ánimo, a<br />
quien mucho he querido a través de los<br />
años, es una persona muy especial. Su<br />
esposo ha tenido el mal de Parkinson por<br />
más de treinta y cinco años. Ambos han<br />
criado a seis hijos extraordinarios; ella ha<br />
cooperado con él gozosamente posibilitándole<br />
su labor de padre, esposo, obispo,<br />
miembro de sumo consejo y constructor<br />
de éxito. Cuando él ha estado casi<br />
inmovilizado por la enfermedad, ella lo<br />
ha levantado. Sus vecinos (y vecino es<br />
cualquiera a quien ella conozca) la han<br />
visto aparecer primero que nadie cuando<br />
necesitaban ayuda. Su buen ánimo es inquebrantable,<br />
y comunica paz mental y<br />
consuelo a todo el que se relacione con<br />
ella. Al observarla, he notado que el<br />
buen ánimo produce un entusiasmo contagioso.<br />
..<br />
60<br />
Es un gozo ver a alguien así, que,<br />
mientras otros viven en medio de un<br />
amargado silencio o vociferan su disgusto<br />
ante algún suceso desagradable, enfrenta<br />
la situación con animosa paciencia<br />
y buen espíritu.<br />
En todo el mundo, nuestros misioneros<br />
encuentran a menudo a personas<br />
que, aunque dispuestas a aceptar el bautismo<br />
y el evangelio de Jesucristo, temen<br />
el proceso, le tienen miedo ai cambio.<br />
Hay otros miembros de la Iglesia, menos<br />
activos, que resisten la invitación de volver<br />
porque temen no poder seguir sus caminos<br />
y no tener compatibilidad con los<br />
demás.<br />
A todos os decimos que no temáis y<br />
que tengáis buen ánimo, porque el Hijo<br />
del Dios viviente, Jesucristo mismo, estará<br />
con vosotros.<br />
Hace unas pocas semanas, estando<br />
en Bangkok, Tailandia, nos sentimos<br />
conmovidos por lo que contó una joven<br />
que tiene ahora un estado de buen ánimo<br />
que nunca creyó posible. Un cambio fundamental<br />
les ha llevado a ella y a su familia<br />
gozo y felicidad. Deseo relatar ese<br />
mensaje de esperanza con sus propias palabras:<br />
"En 1975, había una familia que vivía<br />
en un pueblito, cerca del camino principal.<br />
Eran pobres; el padre trabajaba en<br />
la oficina de correos, y fa madre se quedaba<br />
en casa a cuidar de sus hijos.<br />
"Con el paso del tiempo, la madre,<br />
cansada de su vida de ama de casa, se fue<br />
en busca de diversiones y empezó a beber,<br />
a fumar y a participar de juegos de<br />
azar. Muchas veces se pasaba jugando a<br />
las cartas todo el día y toda la noche sin<br />
volver para cuidar de los hijos.<br />
"Entretanto, el padre trabajaba duramente<br />
para mantener a la familia. La situación<br />
del hogar era mala y muchas veces<br />
mis padres se peleaban.<br />
"Un día, al regresar a la casa, mi<br />
padre fe dijo a mi madre que si continuaba<br />
con el juego y no atendía a los hijos,<br />
se divorciaría de ella. La familia se encontró<br />
en una crisis- En aquella época,<br />
yo ayudaba a cuidar a mis tres hermanos<br />
menores. Mis padres nos preguntaron,<br />
uno por uno, con cuál de ellos queríamos<br />
vivir. Fue muy difícil tener que elegir<br />
entre mi papá y mi mamá, y pasamos<br />
mucho sufrimiento y aflicción.<br />
"En esa época precisamente, mi hermana<br />
mayor conoció a unos misioneros<br />
de La Iglesia de Jesucristo de los Santos<br />
de los Últimos Días, estudió la religión y<br />
aceptó sus enseñanzas aplicándolas en su<br />
vida. Un día me invitó a ir a la iglesia. Ai<br />
principio, pensar que ella había cambiado<br />
de religión me tenía muy triste y enojada.<br />
Sólo había conocido las enseñanzas<br />
de los budistas y me gustaban sus costumbres.<br />
"Entonces noté un cambio en mi<br />
hermana. Había en ella más cariño y bondad<br />
y hacía mucho por ayudar a la familia.<br />
Al fin, me decidí a estudiar con los<br />
misioneros, y mi madre también los escuchó.<br />
Muy pronto, ambas nos dimos<br />
cuenta de que habíamos cometido errores<br />
y teníamos que cambiar; así que nos arrepentimos<br />
de nuestros pecados y nos bautizamos.<br />
Cuando mi papá y mis hermanos<br />
mayores vieron nuestro cambio,<br />
decidieron estudiar ellos también. Mi padre<br />
había sido un oficial de importancia<br />
en la Iglesia Budista y había enseñado<br />
allí, y aun así dedicó mucho tiempo a<br />
estudiar y a leer los libros canónicos; oraba<br />
a menudo y tenía el deseo sincero de<br />
saber la verdad. Por fin recibió respuesta<br />
a sus humildes oraciones y supo, como<br />
nosotros, que La Iglesia de Jesucristo de<br />
los Santos de los Últimos Días era la verdad.<br />
"El evangelio verdadero nos cambió<br />
y restauró la felicidad a un hogar y una<br />
familia que estaban casi deshechos. Todos<br />
nos sentimos agradecidos y felices de<br />
formar parte de la iglesia del Señor, y de<br />
conocer y obedecer Sus mandamientos."<br />
Actualmente, esa joven es misionera<br />
de la Iglesia. Ella y su familia son<br />
testigos de que cuando la gente compren-<br />
Coiifereuna General