412 | Conociendo a nuestros científicos | Dora Ochoa <strong>de</strong> MasramónEn su libro, premiado por la Secretaría <strong>de</strong>Cultura <strong>de</strong> la Nación (1960-1962) y publicadocon el auspicio <strong>de</strong>l Fondo Nacional <strong>de</strong> lasArtes por la editorial Luis <strong>La</strong>sserre y Cia SA en1966, en Buenos Aires, recorre creencias y ritosmortuorios, fiestas y ceremonias, diversiones yjuegos, danzas, canciones, coplas y leyendas,algunas originarias <strong>de</strong>l Valle <strong>de</strong> Concarán y otrasque hasta allí llegaron gracias a viajeros y avisitantes.<strong>La</strong> manera que Dora eligió para escribir estelibro sigue la línea <strong>de</strong> lo que cuenta: sinahorrar <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> cómo accedió a tal o cualinformación, con gran sencillez y efectividad nosva a<strong>de</strong>ntrando en el Valle. A modo <strong>de</strong> ejemplo,la <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> un juego infantil:“<strong>La</strong> diversión favorita <strong>de</strong> los niños en lasnoches oscuras era la <strong>de</strong> cazar tucos 9 . Sereunían los <strong>de</strong>l vecindario, o si era unaestancia, los hijos <strong>de</strong>l patrón, <strong>de</strong>l capataz y<strong>de</strong> los peones, originándose un verda<strong>de</strong>rotorneo <strong>de</strong> caza. Cada niño agitaba un tizónencendido al mismo tiempo que llamaba:“Tuco toma pan... tuco toma pan...tucotoma pan...”. El insecto bajaba atraídopor el brillo <strong>de</strong> la brasa, volteándolo conla mano o un trapo. Ya no hacia falta elfuego, se acercaban a ver la luminosidad<strong>de</strong> los mismos tucos que los niños agitabanen forma <strong>de</strong> líneas quebradas. Resultabaganador el que juntaba mayor número <strong>de</strong>tucos, los cuales se guardaban en un tarritopara continuar la siguiente noche. Algunosaveriguaban la dirección <strong>de</strong> su suerte, así,simplemente “<strong>de</strong> su suerte”, pensando oimaginando lo que para ello era suerte. “Volápan’ta mi suerte... volá pan’ta mi suerte...”,<strong>de</strong>cían, hasta que el tuco colocado en la uña<strong>de</strong>l pulgar <strong>de</strong>recho, volaba hasta per<strong>de</strong>rse enla oscuridad.”En los años siguientes a la publicación <strong>de</strong> Folklore<strong>de</strong>l Valle <strong>de</strong> Concarán, Dora Ochoa se avocó alestudio <strong>de</strong> las canciones tradicionales <strong>de</strong> SanLuis, elaborando un Cancionero Tradicional <strong>de</strong>San Luis, que recibió una mención especial <strong>de</strong> laSecretaría <strong>de</strong> Cultura <strong>de</strong> la Nación en el trienio1963-1965, pero no se editó hasta más <strong>de</strong> 30años <strong>de</strong>spués, cuando fue re<strong>de</strong>scubierto pordos estudiosas <strong>de</strong>l folclore, Margarita M. ZabalaRodriguez y Lidia C. Scharer.
5Capítulo5:Arqueología, ¡allí voy!El caminar continuo recorriendola geografía <strong>de</strong>l Valle, lacuriosidad que la llevó aentrar en las cuevas <strong>de</strong> lassierras, los relatos acerca <strong>de</strong> lacultura <strong>de</strong>l pueblo originario<strong>de</strong> la zona, hizo que Dorapusiera el ojo en las pinturasrupestres que iba encontrandoy comenzara a fotografiarsitios <strong>de</strong> interés arqueológicoaún no <strong>de</strong>scubiertos porlos arqueólogos. Incluso, alcomentar estos hallazgoscon los lugareños, ellosmismos le indicaban dón<strong>de</strong>encontrar más petroglifos ypictografías 10 . Pronto se diocuenta <strong>de</strong> la magnitud <strong>de</strong> los<strong>de</strong>scubrimientos e inauguróotra <strong>de</strong> sus carpetas, don<strong>de</strong>fue guardando fotografías <strong>de</strong>sus hallazgos y anotando lasobservaciones, comparacionesy datos que iba obteniendo <strong>de</strong>ellas.Se trataba <strong>de</strong> huellas <strong>de</strong>jadaspor los habitantes originarios,llamados <strong>La</strong>sta Caucara o<strong>La</strong>sta Concara, indígenas <strong>de</strong>origen comechingón. Loscomechingones ocupaban laregión nor<strong>de</strong>ste <strong>de</strong> San Luis y<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la zona <strong>de</strong> Cruz <strong>de</strong> Ejehasta la <strong>de</strong> Achiras en el sur <strong>de</strong> laprovincia <strong>de</strong> Córdoba. Habitabancuevas <strong>de</strong> las sierras, o construíansus viviendas cavando la tierray cubriéndolas con ma<strong>de</strong>rao paja; los abrigos rocosos secompletaban con “pircas” 11adosadas a ellos. Prácticamentetodas las viviendas que seconservan muestran pinturasen sus pare<strong>de</strong>s. Utilizando rayosinfrarrojos (tecnología que noposeían en los ‘70, por supuesto),los arqueólogos han encontradomás <strong>de</strong> 30.000 dibujos en 200cuevas o abrigos.Según los estudiosos <strong>de</strong>estos pueblos originarios, losrestos arqueológicos <strong>de</strong> loscomechingones podrían teneruna antigüedad <strong>de</strong> 5000 años. Ymuchos <strong>de</strong> ellos fueron vistos porprimera vez por Dora Ochoa ¡casisin querer!13 | Conociendo a nuestros científicos | Dora Ochoa <strong>de</strong> Masramón