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int encuentro 8-9 A - cubaencuentro.com

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Tres notas sobre la transición es la cifra de un <strong>com</strong>portamiento que a la altura de casi cuarenta años tienepretensiones de tradición.II. La revolución de 1959 satisfizo el ánimo antibatistiano de gran parte delpueblo cubano y permitió la emergencia de un líder, la situación liminal enque vivía el país contribuyó a que su protagonismo histórico alcanzara cumbreshasta entonces desconocidas en Cuba. Ninguna de las nuevas lecturasde nuestra historia desmienten el hecho de que el carisma de Fidel prendióen amplios sectores de la población cubana, incluyendo a <strong>int</strong>electuales liberalesy a duros críticos hoy exiliados. En la revista Bohemia, por ejemplo, enfecha tan temprana <strong>com</strong>o abril de 1959, pueden encontrarse sendos artículosque apelan enfáticamente a las dotes políticas individuales del máximolíder de la revolución cubana; se titulan «Fidel, no nos falles» y «Los chipojos»,ambos están firmados por una de las voces anticastristas más radicalesdel exilio miamense.Si bien se han re<strong>com</strong>puesto hechos a favor del protagonismo de Fidel endetrimento de algunos de sus <strong>com</strong>pañeros, fieles suyos, por demás, ningunahistoriografía puede desmentir el hecho de que Fidel encabezó aquella revolucióntriunfante legitimada negativamente en un movimiento anti-dictatorial.A diferencia de Franco, que tiene detrás una querella contra una república,Fidel se yergue contra un tirano. Si alguna analogía soporta el caudilloespañol en este punto es precisamente con Batista y no con Fidel.Después de casi cuarenta años ese carisma sigue, a pesar de los consabidoselementos rutinizantes, funcionando. La dominación de legitimización carismáticase da, <strong>com</strong>o señala Weber, en statu nascendi; corresponde pues a losfundadores, a los líderes que ponen una simiente sobre la que se enraíza unsistema de valores y creencias. Es el caso de Fidel. La revolución cubana es dealguna manera su revolución, lleva su signo: es su reflejo. Ha acabado por serlo.El halo político de Fidel es de magnitud tal que a veces parece que se haapoyado más a un hombre que se canaliza a través de un proceso que a un procesoque se representa en un hombre. Su figura no sólo sobresale entre susantepasados políticos (cuyo personalismo continúa y desborda), sino que prácticamenteanula a todos los que hoy le rodean en la cúpula dirigente cubana.No quiero afirmar que habría una crisis de sucesión, sino sencillamenteque no habría posibilidades efectivas de una sucesión carismática; que nohabría lugar para que alguien tratara de reencarnar el mesianismo político.Aunque apenas se menciona hoy, hace unos años habló de la posibilidad deuna dirección colegiada; es sin duda algo a tener en cuenta por el debilitamientode la figuración política que ésta supone.Fidel ha agotado el modelo de gobierno ejecutivista en la historia deCuba; reeditarlo después de él, y aún más aceptarlo, es haber tirado por laborda cuatro décadas de existencia histórica. Sería una irresponsabilidad conquienes hemos tenido que vivirlo. Creo que desde el punto de vista de la historiapolítica cubana éste es el gran mérito de Fidel: no ha dejado ya másespacio que para el estado nacional de derecho. 13<strong>encuentro</strong>

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