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int encuentro 8-9 A - cubaencuentro.com

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Literatura, baile y béisbol... Al igual que el terreno mismo de béisbol, la glorieta era un espacio <strong>int</strong>ermedioentre la ciudad y el campo, entre la naturaleza y el arte. La palabra«glorieta», según Corominas, existe en español desde el siglo xii, provenientedel francés. 15 Lo de glorieta es porque se trataba originalmente de un cenadordonde, entregado a la <strong>com</strong>ida y otros placeres afines, se podía estar <strong>com</strong>o«en la gloria». La glorieta es un edificio independiente, aislado, dedicado únicamenteal placer, no a las necesidades de la vida; siempre forma parte de unjardín, no de un espacio doméstico o urbano. Esa autonomía, que concuerdacon el esteticismo de la poesía modernista y su inclinación decadente, contrastacon su apertura al exterior, <strong>com</strong>o si negara su separación de éste en elmismo momento en que la marca. Las paredes de la glorieta son enrejados ocelosías que permiten la entrada de la brisa, aspecto imprescindible en elbochorno insular, así <strong>com</strong>o los olores del campo y los sonidos del juego. Desdela glorieta las espectadoras podían ver el juego casi a la <strong>int</strong>emperie, en unrec<strong>int</strong>o con paredes falsas. En varios mástiles del techo flameaban los banderinesy gallardetes del club, o de los varios clubs. De lejos, la glorieta parecía unvapor a rueda orlado de alegres banderines, de más cerca un hipódromo, y enefecto, algunos (el de Almendares, por ejemplo), también se utilizaban paracarreras de caballos y otros deportes hípicos. Después del juego la glorietaretornaba a su origen <strong>com</strong>o cenador, para más tarde transformarse en salón debaile. Una función <strong>int</strong>ermedia, que correspondía a veces a teatros, y otras asalones urbanos arrendados para ese fin, era la de servir de sede para veladasliterarias en las que poetas y oradores hacían alarde de sus dotes y <strong>com</strong>petíande manera similar a los jugadores de béisbol. A veces eran los mismos. Haciafines de siglo las glorietas empezaron a ser alumbradas con luz eléctrica, locual permitía convertir la noche en un día artificial, un largo día de recreo,amor y placer al que la naturaleza no podía imponer límites.La literatura, el béisbol y el baile se refuerzan mutuamente <strong>com</strong>o <strong>com</strong>ponentesde la nacionalidad en ciernes. En su base los une la sociabilidad deestas actividades, su carácter aglutinador y distribuidor de jóvenes, la canalizacióndel deseo mediante la estilización estética. También los une el rechazounánime de lo español, el ansia de ser dist<strong>int</strong>o de la metrópoli, sobre todo másmoderno y democrático. Gálvez y otros hacen énfasis en este último aspectodel béisbol, que le permitía a jóvenes de origen modesto subir en la escalasocial, y codearse con gente de las clases más elevadas. El béisbol se veía, aligual que todo lo norteamericano, <strong>com</strong>o desprovisto de ínfulas aristocratizantes,y <strong>com</strong>o agente nivelador de las clases sociales. Bailar el danzón, gustar deuna literatura estetizante y erótica, practicar el béisbol eran todas actividadesmodernas y contrarias al espíritu del régimen colonial. Era precisamente porsu carácter extranjero que se los incorporó a lo nacional, y, paradójicamente seconvirtieron –transformados– en <strong>com</strong>ponente esencial de éste. La artificialidad15 Joan Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, tercera edición (Madrid:Gredos, 1987).en proceso41<strong>encuentro</strong>

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