Vivir, es soñar, y es caminar, con fe, por caminos de ... - Passio Christi

EL EVANGELIO CADA DÍASalió el Sembrador a sembrarAquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente quetuvo que subirse a una barca; se sentó y la gente se quedó de pie en la orilla.Les habló mucho rato en parábolas: “Salió el sembrador a sembrar. Y al sembrar,un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro pococayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda,brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz sesecó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierrabuena y dio grano: unos ciento, otros sesenta, otros treinta. El que tenga oídosque oiga”. (Mt 13,1-9).¡Qué cercano resulta en este evangelioJesús! Y qué bien se hace entenderpor la gente que le escucha. Quésencillo y qué profundo a la vez. Consu discípulo Pedro, también los discípulosde hoy tenemos que decirle: Tútienes palabras de vida eterna.Pero, ¿qué tierrale ofrecemos?Lo tuyo y lo mío hoy es mezclarnoscon la muchedumbre, para escucharle.Pues en esta parábola tenemosuno de los secretos más gozososde su Reino: el poder oculto pero fecundode la Palabra que Dios nodeja de dirigirnos. Lo nuestro es escucharlecon la atención más grande,para dar el fruto que está esperandode nosotros.Acoger su Palabra no es suficiente,si luego no la llevamos a la práctica.No basta con escucharle; lo másimportante es quedarnos con él y seguirle,día a día. Pues la escucha delSeñor que no lleva a la obediencia esun esfuerzo inútil.Acercarnos a Jesús es dejarnos provocarpor su Palabra, y dejarnos confortarpor su promesa. Ya que lasiembra llega a todos, pero no todosestamos igualmente preparados paraacogerla. Cada cual lleva dentro susobstáculos para dejar entrar a Diosen la propia vida.El sembrador pone su mejor esperanzaen la tierra donde siembra susemilla. Como nuestro Dios, que tantoconfía en nosotros, al sembrar suPalabra en nuestro corazón. ¿No tesorprende ese derroche de ilusión, esacapacidad de confiar en la tierra de tuvida que te muestra el Señor?Revista Pasionario/298