Vivir, es soñar, y es caminar, con fe, por caminos de ... - Passio Christi

“Tú-Yo”, se nos está convirtiendoen el inicio deun derrumbe. Y es que tenemosmiedo al final individual,porque el dolor ola muerte afecta al hombreentero; soy yo quiensufro o quien muero, y nosolo mi cuerpo.Intentas asumir el dolorajeno en el consuelo,pero tú también te sientesafectado en ese sufrimientopsicológico y moral;es entonces cuando el“dolor” se socializa, y unosolo acierta a clasificarlas reacciones enfrentadas que van desdela desesperación, al cinismo o a laesperanza. Son momentos de meditación,donde aparece el supremo fracasodel hombre y, “Dios se esconde”.El dolor ante la muerteComo seres humanos normales tenemosmiedo de nosotros mismos, y nosesforzamos desesperadamente en encontrarel abrazo con otro ser humano.Son momentos en que experimentamosnuestra propia existencia, que necesitamosal “otro” y exigimos la comunión.El dolor, la muerte, rescata lo humano,lo espiritual y... hasta podemos forjarnosen nuestro crecimiento espiritual yen el sentido existencial. A medida quetranscurre el tiempo, y vas notando lashuellas del dolor físico, de la ausenciadel ser querido, del amigo, en definitivadel “otro”, las preguntas afloran y lasrespuestas enmudecen.El dolor y la muerte, puede darnosalguna respuesta a la pregunta fundamentaldel “por qué” estamos vivos ydel “para qué” estamos viviendo. Serconscientes que el dolor y la muerte noson unas ideas, son vivencias. Lo únicoimportante, que me rebela y al mismotiempo me preocupa, es llegar “muerto”a la muerte, porque mi esperanza sehaya convertido en desesperanza.Una superviviente de una de las matanzasen Argelia llora desconsoladamente.Imagen viva del dolor de una madre.Cierto que hay situaciones límites,sin respuesta, sin explicación, absurdas,de pánico en frente del dolor, y quetocan sentimientos deshechos, gritosaparentemente inútiles, abandono radical.Jesús lo vivió; no podía más. Postradoen el suelo clamaba al Padre quele ahorrara un final terrible y no seahorró la situación límite. La vivió ydesde ella oró: “Padre mío, a ser posible,que esta copa se aleje de mí. Pero no sehaga como yo quiero, sino como Túquieres” (Mateo 26,39).Desde la fe, las reflexiones te orientan,pero ni te eximen del sufrimiento,ni terminan de aclarar el enigma religiosodel dolor humano. Como cristianosé que el propio Jesús, en su vidapública, proclamó su Evangelio y fue“médico”; mostró el camino de la salvacióndel alma y venció la enfermedady aun la muerte. Pero no suprimióel sufrimiento ni aclaró su misterio.Hizo otra cosa: lo asumió y le dio unvalor moral, formulando uno de lospensamientos más hermosos de la historia:“Bienaventurados los que lloranporque ellos serán consolados”. Diossupera cualquier expectativahumana, y esto, es enriquecedor.✒ Gregorio Santos ZayasBarcelonaRevista Pasionario/303