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elclubdelsoftware.blogspot.comaborígenes de New Hampshire en la época en que se establecieron allí misantepasados. Sabía que llevaba en mis venas un poco de sangre abnaki, y deseabaconocer las costumbres de aquellas gentes y la vida en los bosques que había sido tanfamiliar para ellos. Fui a hablar con el reclutador después de su charla y le interroguéen cuanto a la posibilidad de ser destinado a la Amazonia. Él me aseguró que hacíanfalta muchos voluntarios para esa región, y que podía contar con una granprobabilidad de ser admitido. Llamé a tío Frank.Con no poca sorpresa por mi parte, tío Frank me animó a considerar esaposibilidad. En plan confidencial me dijo que después de la caída de Hanoi, quemuchos en posiciones similares a la suya daban por cierta en aquellos tiempos, laAmazonia iba a pasar al primer plano del interés.«Está que rebosa de petróleo -dijo-. Necesitaremos buenos agentes ahí, individuosque sepan entender a los nativos.» Me aseguró que el servicio en el Peace Corps seríaun entrenamiento excelente para mí, y me instó a que procurase dominar cuanto antesla lengua española así como varios dialectos indígenas. «Es posible que acabes alservicio de una compañía privada, no del gobierno», dijo con sorna.En aquel entonces no comprendí lo que había querido decir con estas palabras.Estaba siendo ascendido de espía a agente del gangsterismo económico, aunque aúnno hubiese oído jamás esa expresión, y aún iba a tardar varios años más en oírla porprimera vez. Desconocía por completo la existencia de cientos de hombres y mujeresque, repartidos por todo el mundo, trabajaban por cuenta de consultarías y otrasempresas privadas, sin recibir nunca ni un centavo de salario de ninguna agenciagubernamental, pero sirviendo, no obstante, a los intereses del imperio. Ni podíaadivinar entonces que hacia el fin del milenio iban a ser miles los representantes deuna nueva especie, denominada más eufemísticamente, y que yo iba a representar unpapel señalado en el crecimiento de semejante ejército.Ann y yo solicitamos el ingreso en el Peace Corps y ser destinados a la Amazonia.Cuando nos llegó el aviso de incorporación, al principio sufrí un fuerte desengaño. Lacarta decía que íbamos destinados al Ecuador.¡No, caramba!, pensé. Yo había solicitado la Amazonia, no África. Fui a buscar unatlas, para mirar dónde quedaba Ecuador. Cuál no sería mi contrariedad al nolocalizarlo en el continente africano. En el índice, sin embargo, descubrí que estaba enLatinoamérica. Y en el mapa pude ver la red fluvial que bajaba desde los glaciaresandinos33

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