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REYES
Por:
G ABRIELA
B ARRIOS
Fotografía:
C ARLOS
S EBASTIÁN
Infografía:
G ONZALO
H ERNÁNDEZ
Los
Su porte y
elegancia
distingue a
los caballos
españoles.
de la cuadra
En cualquier establo,
los caballos pura raza española
se distinguen por su belleza
y elegancia. Son más caros que
un carro último modelo
y mantenerlos implica
una renta mensual que supera
el salario mínimo. Pero para
los propietarios, sus corceles
lo merecen todo.
En las cuadras, entre
relinchos, resoplidos
y cascos
golpeando contra
la madera, asoman
celosos los
rostros de los caballos.
No es difícil
distinguir a aquellos que, en
cualquier establo, son una clase
aparte y que por raza requieren
de cuidados especiales.
Se trata de los caballos de pura
raza española, con su crin larga
y brillante, ojos negros rasgados,
mandíbula perfecta y pelo
delicadamente cepillado. Estos
ejemplares son un símbolo de
elegancia, de estirpe y clase. Desde
los tiempos medievales eran
los predilectos de los reyes europeos,
que los utilizaban tanto en
batallas como para entretenerse
en las cortes. Solían obsequiárse-
A lo largo de la historia, los caballos pura raza española han
sido un símbolo de clase.
los entre sí y contribuyeron a refinar
la sangre de caballos de
otras razas europeas. El mismo
Napoleón escogió como caballo
de combate a un pura sangre español.
Siglos después, siguen cautivando
a los amantes de la hípica
que ven en él a un caballo hermoso
y versátil, cuya elegancia se
complementa con un temperamento
leal, pues incluso un niño
puede montarlo, aunque sea un
animal recio, fuerte y poseedor
de una belleza de embrujo.
“El caballo pura raza española
es el más bello del mundo”, asegura
el criador Antonio Pullin,
propietario del Cortijo Santo Antonio.
“Es un caballo elitista, criado
para lucir y presumir. No es
un caballo popular”.
Su precio tampoco es el de un
caballo popular. Un ejemplar pu-
ra raza española, también llamados
PRE, de 3 años y sin entrenamiento
o “doma”, como se dice
en el lenguaje hípico, puede costar
entre 10 mil y 20 mil dólares.
Mientras que un caballo entrenado
y con trayectoria puede valer
desde 40 hasta 75 mil dólares, dependiendo
de sus atributos morfológicos
y su funcionalidad. Pero
para aquellos amantes de la hípica,
un buen caballo bien vale
este precio.
En Guatemala, la crianza de
estos ejemplares es regulada por la
Asociación Guatemalteca de Criadores
de Caballos Pura Raza Española,
que cuenta en la actualidad
con alrededor de 25 miembros.
“Es un hobbie muy caro, una
afición de locura, pero que brinda
muchas satisfacciones para quienes
amamos a los caballos”, explica
Carlos Prieto, propietario
• 8 • Guatemala, 10 de noviembre de 2002 DOMINGO
Dedicación
“Los caballos
españoles requieren
de un cuidado
especial, pues se trata
de una raza más fina”.
Francisco Villanueva
CABALLERANGO
Vanidad
“Los caballos de raza
española son para
lucir. Por su elegancia,
eran los predilectos de
la realeza europea”.
Antonio Pullin
CRIADOR
del Cortijo La Herradura, quien
asegura que un criador nunca recibirá
a cambio la paga justa por
todos los gastos que implica criar
un caballo pura raza.
El dueño de la crianza más
grande en Guatemala es Roberto
Moll, propietario de la Hacienda
“El Baluarte”, en Nahualate, Suchitepéquez,
y quien fuera electo
en marzo de este año presidente
de la Federación Internacional de
Criadores de Caballos de Pura
Raza Española, la máxima autoridad
en el mundo.
Amor a primera vista
Cada caballo tiene una historia
y en toda historia hay un
vínculo especial que une al
dueño con su corcel.
Hace cuatro años Juan Ignacio
Pérez vio a Lucano, un pura raza
tordo, y lo cautivó. “Es un caballo
muy noble y tiene buenas cualidades
morfológicas”, dice Pérez. Recientemente,
en el V Campeonato
Internacional que se celebró en
Antigua, Lucano obtuvo el primer
lugar en su categoría.
Pero, sin duda, el rey de los
pura raza española está en la cuadra
del Cortijo La Herradura. Se
llama Fantasma, es un caballo de
4 años, castaño, hijo de Bosque y
Flamenca, y que no sólo cautivó a
su dueño, Carlos Prieto, sino que
a los jueces de la Cría caballar
que lo valoraron.
“Está considerado el mejor caballo
en América. Le dieron una
puntuación de 84, que en esta materia
es excelente”, cuenta el orgulloso
propietario, quien acepta
que Fantasma es su preferido.
“Es un caballo muy noble,
tranquilo e inteligente. El año pa-
sado fue el campeón joven, y este
año arrasó en el concurso internacional”.
Muchos aún recuerdan a Justiciero,
el caballo de don Humberto
Arriaza, como el mejor
ejemplar pura raza española, al
que por su belleza y elegancia incluso
le compusieron una canción.
Siempre bellos
Las exigencias estéticas para
estos ejemplares parecen extraídas
del manual de un
concurso de belleza, y en muchos
casos comienzan desde antes de
nacer. Un estudio de ADN deberá
demostrar la compatibilidad de
sus padres y así el criador podrá
asegurarse de que la mezcla será
perfecta y obtendrá a cambio un
ejemplar digno de concurso.
DOMINGO Guatemala, 10 de noviembre de 2002 • 9 •