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Nº20 | marzo | 2009 - Mass Cultura

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MÚSICANino Díaz en elTaller de Arte deLuis Villalba, al queacudió para presentarla banda sonoradel atelier.Conversación con el compositor Nino Díaz: la salud de la música clásica contemporáneaPor M. J. Tabar. Fotografía de Guillermo Rodríguez¿Cómo se llaman las locuras que salen bien?A falta de sustantivo, lo llamaremos Periferia Music, unejemplo de pájaro ideológico que ha encontrado un nidode usuarios donde poner su huevo. Se trata de una editorialde música contemporánea que vende partituras firmadaspor 100 compositores de 17 países distintos, tan distintosque a falta del inglés, se comprenden en clave de sol (desdeIndonesia hasta Cánada). El proyecto nació de la mente delcompositor y clarinetista Nino Díaz (Lanzarote, 1963).“Tengo la manía de llevar a cabo las locuras que se me ocurren”,cuenta al otro lado del teléfono, desde una Barcelonarespirada con gripe y un dedo roto. En noviembre de esteaño, la editorial cumplirá cuatro años de vida, y Nino ya loestá celebrando con más trabajo, compartido una vez máscon su socio y amigo Harry Sparnaay, a quien la críticamusical ha definido reiteradamente como el mejor clarinetistabajo de la historia. Esta vez, la pareja de músicos estáterminando de grabar 6 discos con temas que fueron compuestospara Sparnaay, desde 1950 hasta la actualidad. Lagrabación se ha realizado con la colaboración de orquestasy ensembles europeos, en Dublín, Ámsterdam y, ahora, enla Ciudad Condal.El trabajo, “una locura preciosa”, está producido por la discográficaKlipsos de Nino Díaz, saldrá a la venta en veranoy podrá adquirirse o descargarse (a razón de euro portema), en la página www.periferiamusic.com. La manera,colectiva, rápida y contemporánea, no se ha elegido por casualidad.Forma parte del espíritu que preconiza el compositorcon sus trabajos, un aliento que tiene que ver con dara conocer la música de trabajadores contemporáneos alpúblico general. Algo que buena falta le hace al panoramamusical español, que tiene una constelación de compositoresque se vuelven un poco más opacos cada día porqueno pueden competir con Mozart, ni con Bach, ni con Beethovenen las programaciones de los auditorios del Estado oen la selección de temas que hacen las orquestas sinfónicaspúblicas.“Lo más moderno es del siglo XIX. Los auditorios —diceNino— se están convirtiendo en museos. Me parece quela Administración tiene la obligación moral de apostar por36<strong>marzo</strong> <strong>2009</strong>

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