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Octubre 2010 - Colegio de Doctores y Licenciados

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RECORDANDO A UN NOBEL DE LAS LETRASsus relatos breves (1978) en el que la dualidad unificada<strong>de</strong> hombre y caballo recorre el espacio en dolorosa fugaconstante a través <strong>de</strong> generaciones <strong>de</strong> hombres mortales.Añadamos que también sorpren<strong>de</strong> un estilo que a menudoconjuga la sobriedad y sencillez narrativa con la tentación<strong>de</strong>l barroquismo. Sin embargo, en una combinaciónque nos hemos acostumbrado a leer durante el sigloXX, aúna formalmente el ensayo con la narración. Por todoello, la obra <strong>de</strong> Saramago –cuya popularidad pue<strong>de</strong>llamar la atención si se tienen en cuenta las característicasmencionadas– se ofrece enigmática y anima, comoha dicho el autor, más allá <strong>de</strong> su disfrute, a ser <strong>de</strong>scifrada.Algo a lo que ha ayudado el propio Saramago a través<strong>de</strong> las numerosas entrevistas que ha concedido y <strong>de</strong>algunas extensas conversaciones que se han publicadocomo libros. Una actividad esta última que, si bien ha <strong>de</strong>ser contemplada con pru<strong>de</strong>ncia pues, como ha sugeridoSaramago, las autopresentaciones pue<strong>de</strong>n ser engañosas,permiten al lector encontrar cuestiones centralesque interesan al autor y sobre las que toma posición.LA ALTERIDAD COMO EJE TEMÁTICOPero quizá la profundidad que transmite la obra <strong>de</strong> Saramagoconsiste en que, pese a la extrañeza citada, encontramoshistorias que aunque no narran –más bien, setrata <strong>de</strong> una alusión– propiamente momentos históricosmeditan sobre lo que suce<strong>de</strong> en el mundo, sobre su sentido.Su eje es doble. De un lado, se reflexiona ante todosobre la civilización europea <strong>de</strong>l siglo XX a la que el autorjuzga en proceso <strong>de</strong> sustitución por otra nueva. Porotro, se plantea la constitución <strong>de</strong>l sujeto como resultado<strong>de</strong> su relación con el otro, ya sea éste un tipo social comoel campesino o el hombre <strong>de</strong> la ciudad, el hermano, elsexo distinto al propio o un Dios en el que Saramago nocree pero cuya presencia se ve obligado a consi<strong>de</strong>rar enla medida en la que percibe que forma parte <strong>de</strong>l ser íntimo<strong>de</strong> otras personas. Es más, en el saberse formado en lacultura cristiana habiendo heredado <strong>de</strong> ella <strong>de</strong>terminadosmodos <strong>de</strong> afrontar la realidad distintos a los que proporcionanotras mentalida<strong>de</strong>s como la budista o la islámica.En la teoría y en la práctica. Pues Saramago constataque el mandamiento cristiano <strong>de</strong>l mutuo amor ha sidocompatible con la división y la crueldad <strong>de</strong> la violenciaimpetrada en nombre <strong>de</strong> las religiones.Resulta, pues, <strong>de</strong>cisivo cómo se interpreta el mundo,la percepción que se tiene <strong>de</strong> lo existente y los usos quese hacen <strong>de</strong> la capacidad distintiva <strong>de</strong>l hombre, la razón.¿Cuáles son tales usos básicos? Saramago ha contado cómosus textos suelen partir <strong>de</strong> algo muy in<strong>de</strong>finido: un títuloque se le ocurre casi por azar. Y que, sin embargo,está vinculado a la pausada maduración y reflexión sobrela experiencia. Pues bien, los títulos <strong>de</strong> dos <strong>de</strong> susobras emblemáticas nos dan la clave <strong>de</strong> los usos mencionados.Interpretamos la realidad <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la luci<strong>de</strong>z o <strong>de</strong>s<strong>de</strong>la ceguera. Ciegos, cuando nuestra capacidad <strong>de</strong> reflexiónce<strong>de</strong> ante la presión <strong>de</strong> lo instintivo llevándonosa la negación <strong>de</strong>l otro como diferente. El caballo <strong>de</strong>lcentauro domina al hombre. Por eso, el Holocausto quese visibiliza emblemáticamente en los campos <strong>de</strong> concentraciónnazis ilustra metafóricamente la ceguera haciael diferente. Lúcidos, cuando se ejecutan dos procesoscomplementarios <strong>de</strong> pensamiento: el análisis y lacomprensión. Pues, junto a la literatura, Saramago hacumplido con la figura clásica <strong>de</strong>l intelectual que no viveencerrado en una isla –físicamente incluso Lanzaroteen sus últimos años– sino que se interesa tanto por elámbito sociopolítico internacional como por el estado<strong>de</strong> la civilización <strong>de</strong> la que se forma parte. En este últimoaspecto, la figura <strong>de</strong> Saramago aparece como la <strong>de</strong>l sosegadoy viejo analista que alerta <strong>de</strong> la subordinación <strong>de</strong>la política europea al po<strong>de</strong>r económico o <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bilitamiento<strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia, merced a la escasa participación<strong>de</strong> los ciudadanos en el diseño colectivo <strong>de</strong> sus vidas.¡Es tan cómodo <strong>de</strong>jarse llevar por la ilusión <strong>de</strong> queparticipar en política es votar en las elecciones cadacuatro años! Y en un plano superior, porque constata quenos enfrentamos a un cambio <strong>de</strong> civilización en el quelas formas <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r el mundo y las relaciones humanasestán cambiando radicalmente, <strong>de</strong>bido a un proceso<strong>de</strong> globalización que obliga a tener en cuenta a esosotros con los que comerciamos y nos relacionamos instantáneamentea escala planetaria. Con el riesgo, mostradoen La caverna (2000) en su homenaje a Platón, <strong>de</strong>que la virtualización técnica <strong>de</strong> las relaciones humanasfomente su superficialización (un <strong>de</strong>sfile <strong>de</strong> modas eimágenes <strong>de</strong> hambruna se suce<strong>de</strong>n sin inmutarnos) y laentrega al consumismo como modo <strong>de</strong> relacionarse conel mundo. Lúcidos, <strong>de</strong>cíamos, cuando la clave ética propuestapor Saramago no es el amor –que junto con laamistad constituye una <strong>de</strong> las formas más ricas <strong>de</strong> relaciónhumana– sino el respeto hacia el otro en su alteridady partícipe <strong>de</strong> una condición humana que no pue<strong>de</strong>ser, sin embargo, aceptada acríticamente en su mera diversidad,pues no <strong>de</strong>be olvidarse que la ceguera lleva aformas <strong>de</strong> estupi<strong>de</strong>z, violencia y maldad que pueblanabundantemente las novelas <strong>de</strong> Saramago.BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIAArias, Juan (1998). José Saramago. El amor posible. Barcelona:Planeta.Halperín, Jorge (2002). Saramago: «Soy un comunista hormonal».Santiago <strong>de</strong> Chile: Aún creemos en los sueños.Saramago, José (1997). Cua<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong> Lanzarote (1993-1995).Madrid: Alfaguara.Sorel, Andrés (2007). Saramago. Una mirada triste y lúcida.Madrid: Algaba.14 / OCTUBRE <strong>2010</strong> CDL

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